Capítulo 148
Incapaz de seguir concentrándose en los documentos, Mateo se dirigió al dormitorio principal, encontrándolo vacío. Se detuvo frente a la puerta cerrada del baño:

—¿Valentina, aún no terminas?

El silencio fue su única respuesta. Cuando iba a tocar, la puerta se abrió sola. Entró para encontrar la amplia bañera vacía, sin rastro de Valentina.

¿Dónde estaba?

Una criada entró en ese momento:

—Señor, la señora se ha ido.

¿Se había ido? ¿Así sin más?

Mateo notó el hielo intacto:

—¿No se lo puso en la cara?

—No, dijo que no era necesario.

Encontró una nota sobre la mesita de noche - dos simples palabras: "gracias". Se había marchado en silencio, dejándole solo esas dos palabras.

Mateo, con las manos en la cintura, soltó una risa amarga.

Cuando la criada se retiró, quedó solo en la enorme habitación. Se apoyó descuidadamente contra el escritorio, sacó un cigarrillo y lo colocó entre sus labios. Sus anchos hombros se encorvaron ligeramente mientras encendía el cigarrillo con un chasquido del me
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