Capítulo 154
—Tu receta medicinal para la abuela se ha perdido —dijo Mateo.

Ah, era eso.

—Señor Figueroa, espere un momento, se la escribo ahora —Valentina tomó un lápiz y se inclinó sobre el papel.

Al agacharse, su camisola blanca reveló generosas curvas, llenas y redondeadas.

La garganta de Mateo se tensó. Sabía que su figura era aún mejor - esa cintura delgada como rama de sauce que contrastaba con sus curvas superiores.

Todo atributos naturales para seducir hombres.

—¡Valentina! —la llamó con voz ronca.

Ella levantó la mirada, confundida:

—¿Qué pasa, señor Figueroa?

Realmente no era consciente, sus brillantes ojos rebosaban inocencia y candidez.

Esto sin duda encendería el fuego en cualquier hombre. Mateo tragó saliva:

—Cuando termines, me mandas una foto.

Valentina había olvidado que un ejecutivo como él estaría ocupado, sin tiempo para esperar.

—De acuerdo, entonces colgamos. El señor Figueroa está ocupado.

Intentó terminar la videollamada.

Mateo permaneció en silencio.

En ese momento, Daniel
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