Capítulo 135
No había nada.

Sin embargo, Valentina quería marcharse y trató de retirar su delicada muñeca, pero los largos y firmes dedos de Mateo la sujetaron con fuerza mientras la arrastraba.

—Mateo, ¿qué haces?... Suéltame, ¿a dónde me llevas? —tropezaba tras él, quien daba grandes zancadas.

La sacó del spa y la metió en su lujoso Rolls-Royce Phantom. Media hora después, el auto se detuvo frente al Grupo Figueroa, donde nuevamente la arrastró dentro de la empresa.

Esa noche, los empleados del departamento técnico estaban trabajando horas extra y se disponían a prepararse un café cuando vieron entrar a su imponente presidente arrastrando a Valentina, quien parecía una diosa. El sueño se les esfumó al instante. —Presidente —saludaron.

Mateo pasó de largo hacia su oficina sin mirarlos. Los empleados inmediatamente empezaron a murmurar: —¿Esa es la esposa de nuestro presidente? ¡Dios mío, parece una diosa!

Alguien tomó una foto de Valentina y la compartió en el grupo interno de la empresa, causando
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