Sintió que la fuerza que la agobiaba desaparecía de repente.

Emily abrió los ojos y se dio la vuelta. Su mirada se posó en Hunter que estaba de pie junto a la cama. La miraba fríamente. Sus ojos estaban teñidos de extrema frialdad e ira, así como de cierto… asco.

La odiaba. La miraba como a un objeto horrible.

Emily sintió que el corazón se le apretaba rápidamente, pero aun así consiguió envolverse en una manta antes de retroceder hasta un rincón de la cama.

La mirada de Hunter era tan fría como siempre, y esa frialdad se intensificaba por segundos.

Emily no estaba actuando en absoluto. Sus lágrimas eran genuinas. Ya no era aquella chica que aprovechaba cualquier oportunidad para pegarse a él y mirarle con ojos brillantes y acuosos.

En este momento sólo había una infinita cautela escrita en lo profundo de sus ojos.

En los últimos días, había estado jugando y fingiendo.

Nunca era sincera consigo misma cuando estaba con él.

Pero ayer, cuando estaba con Terry, por fin podía volver a ser