Eran las once y cuarenta minutos, y Emily salió corriendo del edificio del instituto tras recoger sus cosas en cuanto terminó su clase.

Cuando apenas había dado unos pasos fuera del edificio, algo fue lanzado hacia ella.

Emily estaba lo bastante alerta como para esquivar el objeto lanzándose hacia un lado, pero no pudo evitar que aquella cosa la afectara por completo.

Resultó ser agua, pero no alguna sustancia ácida que pudiera desfigurar el rostro de alguien.

Miró a tres personas que estaban de pie a un lado, «¿Qué quieres decir con esto?»

«No quiero decir nada con esto, es sólo que hace demasiado calor y estamos rociando agua para refrescar el ambiente. ¿Quién nos iba a decir que te ibas a cruzar en nuestro camino?».

La chica que sostenía el cubo replicó con su propio razonamiento.

«Eres tú la que no sabe lo que le conviene; todo el mundo sabe que estamos rociando agua aquí, así que han abandonado este espacio. Tú, en cambio, irrumpes así como así».

Las otras dos chicas que estaban