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Capítulo 3: Náuseas

"Alejandra"

Según el reloj que está en la mesa de noche de mi habitación. Son las tres de la madrugada. Él está aquí, no se fue después de que estuvimos juntos. Rara vez hace esto, sus brazos están en mi cintura sin hacer presión, su respiración es regular, sus facciones se ven tan tranquilas que cualquiera que no lo conozca quedaría encantado.

Pero mi caso es muy distinto: yo lo conozco mejor que nadie, sin él saberlo. Cómo desearía que nos hubiéramos conocidos en otra ocasión, sin ser esta la manera de llevar mi vida atada a la suya, por el simple hecho de no haber cumplido con su trabajo esa noche.

De un momento a otro siento cómo todo da vueltas. Mi estómago está revuelto como lavadora en plena función.

¡Mierda! Quiero vomitar...

Quito su brazo teniendo cuidado de no despertarlo. Cuando mis pies tocan el frío suelo todo mi cuerpo se pone rígido. ¿Quién carrizos prendió ese maldito aire? Tomo el pijama que está doblada sobre uno de los sillones y corro al baño.

¡Maldición! Creo que Amara no cocinó bien el pavo.

¡Y allí queda la cena de ayer, desecha en el inodoro!

Me lavo la cara y miro mi reflejo en el espejo: veo a una chica de veinte años que gracias a su jodido destino y a la ambición de la perra de su tía, lleva esta vida. Quisiera negar que hay días en los que me siento a gusto con Kyle. ¡Dios! Él puede ser tan bipolar... A veces tan amable, sin tocarme por unas noches en las que sólo me dedica palabras que yo sé que ni loco podría decir. A ese Kyle lo voy enterrando en mi corazón, haciéndole un espacio, por si algún día el Kyle bipolar, arrogante y obsesionado deja salir para siempre al Kyle del cual desgraciadamente, me he enamorado.

Cuando estoy a punto de meterme en la cama y acurrucarme junto a él, despierta, levantándose con sólo sus bóxers puestos (por cierto, tiene bonito trasero). Toma su ropa en las manos y sale de la habitación azotando la puerta sin darme una mirada. Me conformaría con las que siempre me da, esas de "te quiero matar".

Ya lo decía yo: había sido demasiado que se quedara dormido por unas horas aquí.

-Maldito loco, ojalá tengas pesadillas...

Murmuro cansada, vuelvo a la cama y trato de conciliar el sueño de nuevo, si bien me es imposible cuando aún siento al estómago revuelto.

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