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Capítulo 7: Necesidad

*KYLE*

—Bueno, señores, espero les haya quedado claro que las inversiones tienen que seguir manteniéndose altas. Las de los casinos de Alemania están bajando en gran cantidad y no creo que ustedes puedan pagar lo que se pierda.

Tomo un bolígrafo y comienzo a firmar algunos documentos de finanzas de los casinos más cercanos. Dos de los encargados están sentados frente a mí. Miguel es uno de los más viejos y con más ventajas a la hora de organizar los casinos, mientras que Diego, quien es apenas unos años mayor que yo, se encarga de algunas de las finanzas. Y en cuanto a mí, yo manejo lo más pesado, por así decirlo; aunque a la hora se sacar los porcentajes tenemos que estar los tres presentes, dado que yo no permito faltas ni en las cuentas ni en el personal.

La responsabilidad es lo primordial: no me gustaría que los hombres a los que les he dado la confianza de meterse en mis negocios, tuvieran que ser eliminados tan rápido como termitas. Ellos saben muy bien que conmigo no se juega, muchos menos cuando el negocio está de por medio.

En total son seis casinos: cuatro de ellos están en el país, organizados simultáneamente en las afueras de las ciudades, mientras que los otros dos están en Alemania. Esos son manejados exclusivamente por los que supieron ser mano derecha de mi padre en el negocio. Pocos saben a quién pertenecen los casinos, y es mejor que así sea. Mientras las ganancias no bajen, todo seguirá bien.

Los dos hombres revisan cada documento firmado y los guardan en sus portafolios antes de despedirse, desapareciendo de mi vista.

Esta semana ha sido un total calvario.

En un principio me pareció que mi compromiso con Valería se trataba de la peor de las bromas por parte de mi madre, pero luego comprendí que no lo era. Valería es hija de uno de los empresarios con más dinero en el país, quien tiene un muy oculto trato con la mafia. Casándome con su hija podré acceder al cincuenta por ciento de las acciones de la más grande de todas sus empresas.

A Valería la conozco desde hace años, gracias a la amistad informal que mantenía su padre con el mío. Su hermosura no debe ser minimizada: es como una exótica modelo, pero la verdad es que su único papel en mi vida será hacer de mi pequeño gancho para acceder a las acciones de su padre, aunque también será una gran distracción para mantenerme alejado de Alejandra, quien parece toda una fiera con sus celos, los cuales por más que trate de ocultar no puede.

La primera noche con Valería no estuvo nada mal. Detrás de esa cara de santa se esconde una diosa. Es una lástima que sólo una persona haga que me vuelva completamente loco.

M*****a sea... Ella no se cansó, fui yo quien no quiso terminar. Yo, que jamás en mi puta vida había dejado a una mujer en pleno acto porque otra se coló en mis pensamientos. Sólo la quería a ella en mi cama, quería hacerla mía, escucharla gemir... Pero, claro, la muy creída me manipuló y no pude hacerla mía cuando fui a buscarla.

—Señor Trec, afuera se encuentra la señorita Alejandra —Mariana entra a la oficina pronunciando esas palabras. Tiene buenas piernas, pero no es mi tipo de mujer.

—Dile que pase.

Ella asiente y sale del despacho.

Una Alejandra sexy entra al despacho y sus ojos buscan los míos. Sonrío con diversión.

—¿A qué se debe tu grata visita? -me levanto y voy hacia ella, quien aún está en la puerta.

—Quiero hablar contigo. Aproveché que Amara venía a comprar unas cosas y decidí acompañarla.

Pasa junto a mí y ocupa uno de los sillones de cuero. Su rostro es como el de un ángel encadenado: nunca se sabe si hay oscuridad o luz en su mirada. Cruza las piernas y sonríe como yo lo hice anteriormente. Su abdomen queda a la vista gracias a la camisa que le queda un poco por sobre arriba del ombligo.

—No podías esperar a que estuviera en la casa, ¿eh? ¿Tan desesperada estabas por verme?

Su sonrisa se agranda y muerde sus labios. Creo que hoy será un buen día para mí. Hacerla mía en mi escritorio no es mala idea, o también en los sillones.

—Si estuviera desesperada te hubiera buscado en casa, querido, ¿no te parece? En fin, lo que quiero es que me dejes ir con Amara a ver a su familia a Italia.

Mi sonrisa se borra al instante. El sólo pensar que saldrá de la ciudad alerta todo en mí.

—¡No! -expreso con enojo, penetrándola con mi mirada, sin embargoella no baja la cabeza; por el contrario, continúa con sus ojos fijos en lo míos.

—¿Y por qué no? Si crees que voy a escaparme, quédate tranquilo. Durante todo este tiempo he aprendido, sé perfectamente que me encontrarías. —se levanta, quedando de pie frente a mí.

—Me alegra que ya lo hayas aceptado. —mis manos van a su mejilla. La acaricio y ella cierra sus ojos, sin retirar mi mano—. Sabes muy bien, Alejandra, que no te dejaré ir.

Rozo mis labios con los suyos y la acerco más a mi cuerpo; necesito de ella ahora.

—Créeme, ya he aceptado mi miserable vida, Kyle. No te preocupes, deja me ir con ella. Sólo será un fin de semana, y así tú tendrás más tiempo a solas con Valería.

Echa sus brazos alrededor de mi cuello y me besa, impidiendo que le conteste. La levanto de las caderas, haciendo que envuelva las mías con sus piernas, y la llevo hasta acorralarla contra la pared. Su respiración es entrecortada y sus besos desesperados. A esto me refiero cuando digo que ella también goza con las cosas que le hago sentir. Quito su camisa dejándola sólo con el brasier y acaricio su espalda y abdomen.

—No quiero tiempo a solas con Valeria. —susurro, besando su cuello.

—Ella será tu esposa y yo seré la amante...

Clava su mirada en mí, esperando alguna palabra de mi parte.

—Si te preocupa que llegue a quererla, te informarte que mi relación con ella son sólo negocios.

La llevo a los sillones y la tumbo en ellos. Desabrocho sus pantalones y se los quito tan rápido que ella se sorprende.

—Oh, creo que el desesperado es otro... —comenta.

Roza mi entrepierna con sus manos suavemente, haciéndose la inocente.

—Me has estado evitando desde hace varias noches con pretextos de mujer menopaúsica; pero hoy ya no queda ninguna excusa.

Mis manos viajan al broche de su brasier dejando sus senos al descubierto. Ella, también presa de la desesperación, me despoja de mi camisa de la misma manera en que yo lo hice con sus pantalones, y recorre mi abdomen con sus manos mientras yo hago lo propio en cada rincón de su cuerpo. Entre los besos y caricias por parte de ambos, en cuestión de minutos la ropa pasa a segundo plano, quedando los dos completamente desnudos. Alejandra se retuerce de placer con cada embestida; se ve tan jodidamente bien con las mejillas rojas. Nunca me entretenía observándola, pero ahora que lo hacía, podía apreciar cómo sus facciones iban cambiando a cada instante.

—Nunca nadie remplazará ni igualará todo esto que me haces sentir; pero no olvides que sólo eres mi capricho.

Su rostro se deforma por completo y baja la cabeza, incitándome a que siga con lo que estábamos.

Luego de tan delicioso momento, volvemos a vestirnos. Ella no me mira, sin embargo yo no puedo quitar mis ojos de su cuerpo. Observando su vientre plano me embarga un sentimiento diferente. Antes de que se coloque la camisa, me acerco y me detengo justo frente a ella. Llevo mi mano a su vientre y lo acaricio con delicadeza; noto cómo su cuerpo se tensa pero pronto se relaja. Cierro mis ojos por un momento y me la imagino con un bebé en sus brazos, y conmigo a su lado.

¡Maldita sea...! Ese niño que no tiene la culpa de nada será una debilidad, como su madre lo es ahora para mí. Miro a sus ojos y noto que están rojos. Mis palabras la han lastimado, pero debo dejarle muy en claro lo que significa para mí, y por qué no decidí matarla aquella noche que debí hacerlo.

—Creo... que debo irme. Amara debe estar esperándome abajo.

Se coloca la camisa y recoge su bolso, pero antes de que se vaya, la tomo de los hombros y la acerco nuevamente a mi cuerpo. La beso de la misma manera en que ella me besa a mí, pero no recibo respuesta de su parte.

Y así se va, dejándome inmensamente confundido; aunque, en realidad, lo que me confunde más que nada es ese comportamiento de mi parte. De verdad he necesitado de sus labios.

*****

-Mi padre quiere verte en unas semanas.

Valería rompe el silencio que reina en la mesa Alejandra come tranquila, como si estuviera sola. Yo simplemente la observo, haciendo caso omiso a las palabras de Valería.

Según Amara, ahora debe comer por dos, si bien lo cierto es que siempre lo ha hecho. Francamente, no entiendo cómo no engorda.

-Valeria, hablaré con él en cuanto pueda.

La ignoro cuando veo que fija su mirada en Alejandra, quien no tiene ojos más que para su comida.

—¿No crees que es mucha comida, Alejandra? —le pregunta Valeria y, por primera vez en toda la noche, ella nos mira a ambos y decide hablar.

—Tranquila, querida, que la que tiene que cuidar la figura aquí eres tú, para evitar que te cambien. —sonríe y bebe de su vaso de jugo.

—Tienes razón. —alega Valeria—. No quisiera que me cambien, como lo hicieron contigo.

La fulminó con la mirada y miro hacia donde está Alejandra, descubriendo que se encuentra totalmente relajada.

—Valería, querida: yo siempre he sabido muy bien lo que soy en la vida de Kyle, a diferencia de ti.

M****a... Estas dos se van a terminar matando.

—Tienes razón. Lo siento, no recordaba que eres sólo su juguete.

Alejandra suspira con cansancio pero no da señal alguna de dolor a causa de las palabras de Valería. Yo sólo contemplo cómo ambas se asesinan con palabras y miradas.

—Un juguete que le da más diversión que tú, que apenas sales del empaque. Tengo entendido que cuando le obsequian un juguete nuevo a un niño, deja botado al viejo. En este caso, tú eres el juguetico nuevo, pero no cumples con tu función como corresponde, querida.

Dicho eso, se retira a la cocina con su plato aún sin terminar.

—En serio, Valería... ¿No podías cerrar tu puta boca?

La dejo sola y me retiro a la habitación.

Qué increíble día.

*Espero lee este gustando la historia ♥️ de ser así no olvides dejar tu opinión*

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