Capítulo 71

No sabía cuánto tiempo había transcurrido aislada del mundo, en esa cueva putrefacta a muerte y maldad, pero por el fuerte dolor de mi estómago vacío, asumí que habían pasado horas. Aunque, ese día, no había comido nada más desde las seis de la mañana, cuando preparé los hot cakes en casa de Cris. Era normal que me sintiera famélica, sedienta y urgida por hacer pis. Tenía tantas ganas que, si no me desataban en los siguientes minutos, me orinaría encima. En ese instante, una puerta se abrió, chillando tenebrosamente. La luz se coló dentro de la oscura habitación, lastimando en un primer momento mis ojos, pero yo, tercamente, agudicé la vista y vislumbré la silueta que se situaba en el umbral de la puerta. Por su anatomía, era un hombre, pero estaba muy lejos para precisar quién era o si lo conocía. Segundos despu&ea

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