Las Vegas es el mejor sitio que existe en este país. Popularmente llamada “La Ciudad del Pecado”, los grandes hoteles y los casinos son puntos emblemáticos en esta bella ciudad de los Estados Unidos, mi estancia aquí será de una semana, siete días de trabajos forzados, pero también una semana de espacio para aclarar las mentes de los que estamos hechos un lío, mi cuerpo se siente tembloroso ante la sucesión de hechos recientes. Salir del quirófano y estar casi un año acostado me hizo apreciar más la vida y que Yoli me… quiera a su lado es todo un deleite. Todavía siento en mis labios la suavidad de los suyos y su sabor en mi boca, el roce de su piel, su aroma y ella… atrevida diciéndome que desea disfrutarme ¡Dios! solo de pensarla mi cuerpo tiembla.
Me encuentro escondido en la oficina revisando un montón de papeles y cuentas. Hubo un desfalco y no tengo idea de dónde provino. Llevo tres días buscando y todo se encuentra más limpio que mi ático en Manhattan. Mi mal humor va en ascenso y no tengo idea de dónde buscar, me dispongo a verificar nuevamente los archivos de administración en el ordenador y cotejo con fechas y gastos varios de meses anteriores, encuentro un desvarío en las fechas, sin embargo no es relevante. La puerta se abre dejando ver a Dick con una sonrisa de pasta dental, levanto una ceja al verlo con las manos atrás como escondiendo algo.
— ¿Todo en orden compañero? – Agucé la vista preguntando que trama este idiota — ¡No te ves muy feliz! – resoplé enojado con la m****a que cargo encima.
— ¡Claro que no estoy feliz! Pago una fortuna para que lleven la Contabilidad y sucede esto, perdóname si no muero de risa, alguien va a tener que retribuirme el dinero que se perdió – mi molestia aumentaba progresivamente junto al dolor de cabeza.
— ¡Cálmate, debes relajarte porque de otro no encontrarás lo que buscas! – idiota.
— ¡Lárgate de aquí Dick, atrasas mi trabajo! – ladré para que abandonara la oficina y no resultó.
— ¡Hey tranquilo, te traje un regalo! – arrugué las cejas y observé ladeando el sillón donde estaba sentado, sea lo que sea se encuentra detrás de la puerta; y sospecho que es una chica — ¡Adelante cariño! – la chica entró a la habitación y mi vista cayó directamente en su protuberante pecho, era hermosa con la piel tostada y un bello cuerpo.
— ¡Eres un desgraciado! – Lo insulté sin dejar de repasar el cuerpo perfecto que tenía enfrente — Gira por favor – si su parte frontal era bella, pero la parte posterior la consideraría digna de un concurso, preciosa, además de gastarse un culo de infarto, redondo y firme — ¡Excelente elección Dick, gracias me encanta el regalo! – me acerqué, ella mordió el labio inferior y pasé la lengua por el mismo cuando se lo hice soltar apresando el mentón con los dedos.
— ¿Dimitri, que coño haces aquí? – la oración llamó mi atención y dejé la mano en la cintura de la chica — ¡No creo, no la hemos visto! ¿Estás seguro? – no sé qué sucede, pero sospeché al instante que Yoli…
La puerta se abrió y apareció la Pecosa en el umbral, justo cuando la chica medio desnuda dentro de la oficina frotaba sus pechos contra mi torso e intentaba besarme. Me desembaracé de la situación de inmediato adivinando de lo que era capaz, lo vi en la mirada de la Pecosa, sus ojos brillaban oscuros, casi negros. Reconocí antes la intención de querer lanzarse sobre la bailarina y actué primero atrapándola entre mis brazos sin dejar que la tocara.
— ¡Suéltame idiota! – La miró con odio y sonreí por sus celos — ¿De qué te ríes? – luchó contra mí y su calor me excitó más que la otra mujer casi desnuda, lucía unos tejanos corte bajo que le quedaban cañón y una blusa corta con la cual se le notaba mucha piel.
— Acabas de llamarme idiota y te quiero azotar – se detuvo mirándome con ojos entrecerrados.
— Acabo de ver a esa mujer besándote ¿adivina que quiero? – traté de mantenerme serio.
— ¿Sorpréndeme? – alcé las cejas y ella me fulminó con la mirada pero sonrió maliciosa.
— Suéltame y te enseño – negué sonriendo.
— Lamento que eso no vaya a pasar Pequeña Princesa, ya tengo un lío aquí y no deseo un intento de asesinato – gruñó y se removió entre mis brazos sonriendo descaradamente. Coloqué la palma de mi mano en su precioso trasero y empujé hacia arriba para que me rodeara con las piernas y lo hizo ¡uf, la mejor sensación del mundo! — ¡Deshaste de la chica Dick! No puedo tenerla encima para siempre ¡imbécil! – Yoli miró mis labios y relamió los suyos ¡Mierda!
— ¿Por qué no? Se te ve de lo más mona – es un idiota en toda regla — Deberías quedártela de hecho ¡ven cielo, acompáñame por favor! – la chica accedió, salió detrás de él y cerró la puerta.
— ¿Si te suelto saldrás corriendo detrás de la chica para golpearla? – se encogió de hombros sonriendo como una niña, no confío en ella y decidí sentarla sobre el escritorio para darle a mi cuerpo descanso del calor que irradia esta preciosa Pequeña que me fascina y que continúa mirándome con deseo.
— ¿Qué vas a ofrecerme para quedarme contigo hombre fuerte? – su aliento chocó con mi rostro y de repente tengo muchas ganas de desvestirla aquí en la oficina.
— ¿Qué quieres? – Elegí esa pregunta en particular para provocarla — ¡Pídeme lo que quieras Yoli! – observé su reacción, suspiró entrecortado y separó los labios, su pulso aumentó y el corazón se le aceleró ¡Dios, se veía preciosa ruborizada!
— ¡A ti! – se abrazó a mi cuello respirando copiosamente.
— ¡Aquí me tienes! – abrí los brazos teatralmente.
— ¡Desnudo entre mis sábanas! – susurró a mi oído y respiré profundo, dejé que se acercara a mi pelvis y presioné un poco su centro para que disfrutara de mi notoria erección.
— ¡Yo también te anhelo desnuda en mi cama preciosa! – besé sus labios brevemente, acaricié su piel desnuda e introduje las manos por debajo de la camiseta buscando el sujetador que nunca encontré. Mi pulso se disparó ante la posibilidad de tocarla, mis glándulas salivales comenzaron a trabajar con rapidez ante un único pensamiento, sus senos desnudos dentro de mi boca.
— ¿Yoli? – escuché la puerta cerrarse y una inconfundible y sedosa voz, saqué disimuladamente las manos y las coloqué alrededor de su pequeña cintura apretándola contra mi pecho, pero no la solté — ¡Gracias a Dios que estás bien! – No me moví, debo tener un bulto gigante en mi entrepierna, Yoli se escondió en mi cuello y le hice un guiño a Claudette — ¡Hola cielo! – Besó mi mejilla y al notar mi reticencia, puso los ojos en blanco — Tranquilo príncipe se cómo funcionan las hormonas, a Dimitri aun le pasa – la Pecosa levantó la cabeza haciendo un mohín y mi erección cayó de solo pensar en el Rubio.
— ¡Demasiada información mi amor! – abrace su cintura y besé la cabeza rubia más bella que he visto — ¿Qué coño hacen aquí? – me crucé de brazos con el ceño arrugado y fingiendo molestia.
— ¡Pregúntale a esa Pequeña traviesa que se encuentra sentada en el escritorio! – Escuché a Dimitri resoplar enojado, miré hacia donde se encontraba sentada restregándose las manos, parecía una niña con todo ese desparpajo — Burló la seguridad de la casa y a tu guardia genio – miré sus preciosos ojos, la recriminé al instante y ella lo notó — ¡Escapó a las Vegas para buscarte, Príncipe Azul! – Eso sí que fue una sorpresa para mí, sin embargo no me podía molestar con ella — ¡Y yo jovencita, me gané un regaño! – me interpuse entre el Rubio gigante – bastante cabreado por cierto – y mi princesa traviesa. Entendió el mensaje y resopló de nuevo.
— ¿Si te digo que fue por una buena causa, me creerías? – expresó sonriendo descaradamente, ahora tenía tres pares de ojos azules en distintos tonos observándola con curiosidad, su rostro palideció, pero al instante pasó a estar bastante colorado.
— No te eximas Pequeña… muero por saber quién es el objeto de tan filantrópica causa de tu parte – expuso irritado.
— ¡Amor no seas tan duro con ella, está enamorada! – sabía que el Rubio tenía razón y también que la amaba como no sé… su sobrina, pero que la expusiera de ese modo no me agradaba para nada.
— Eso no le da derecho a agredirnos con su comportamiento, a estas alturas debería controlarse porque el peligro es inminente…
— ¡Gracias Dimitri, yo me encargo desde aquí! ¡Busquen una suite y disfrútenlo! – los hombros de Yoli estaban hundidos, sabía que por su edad no le duraría mucho el arrepentimiento, pero no me daba la gana de que el idiota Rubio se desquitara con ella aunque lo mereciera.
Claudette me miraba enternecida y sonreía incomoda, sabía exactamente lo que pensaba y se hallaba totalmente de mi lado, pero el hombre era su esposo y eso la hacía inclinarse hacia él. Sin embargo a mí, aunque sea mi amigo me importaba una m****a su opinión; adoptaba todas las consecuencias. Me la llevaría arriba, a mi Pent-house. Claudette me dio un beso y a Yoli también.
— Estimo que estén aquí en unas… diez horas considerando que me traje el jet y ellos deben habilitar el otro, digamos porque no despegará dado que en este momento debe presentar algunas fallas provocadas… - entendía perfectamente la situación y me apoyaba eso lo sabía, Yoli debía aprender que estábamos en peligro y en eso estaba de acuerdo también. Salieron cerrando la puerta tras ellos.
— ¡Con qué una buena causa! ¿Eh? – La miré divertido y ella se encogió de hombros aun colorada por la vergüenza — ¡Vamos, salgamos de aquí, muero de hambre! – saltó del escritorio y tomó la mano que le ofrecí.
Una vez arriba llamé al hotel para que nos trajeran cena, eran las seis y treinta de la tarde, pero estaba famélico. Con el trabajo de investigación y la escapada de Yoli me salté el almuerzo, aunque no habría podido comer ya que en este momento estaría enrollado entre las sábanas con la bailarina. La Pecosa miró el ático con curiosidad, considerando que todo es muy lujoso y varonil.
— ¡Todo el espacio grita soltería! – señaló abriendo los brazos dando una vuelta.
— ¿En serio? – asiente, le serví una copa de vino blanco.
— ¿Nunca trajiste a Thamara aquí, cierto? – excelente, necesita saber qué clase de m****a soy.
— ¡Cierto! – le entrego la copa y sonreí.
— ¿Por qué su matrimonio fue arreglado? – maldición no quería que este tiempo juntos fuera para indagar en mi vida matrimonial.
— ¡Pecosa! – advertí.
— Contesta por favor – sus ojos me instan a hacerlo, se lo debo.
— Thamara se encontraba bajo la mira de un traficante latino, fueron amantes y… cuando ella quiso dejarlo, no lo tomó bien, yo me crié con los Sherman también, al lado de Anton, tenemos una amistad muy… digamos especial, tu padre quiso que fuese yo y me propuso el trato de no solo recobrar el negocio, sino de ampliarlo y bueno… acepté – su mirada era de admiración.
— ¿Sacrificaste cinco años de tu vida por dinero? – suspiré y pensé detenidamente en como contestar.
— Yo no lo veía así – tomé asiento en un taburete de la barra — En realidad fue una inversión, además de que el sexo era muy bueno – su cara se arrugó, pero no tenía pensado mentirle.
— Pero no la amabas ¿o sí? – negué.
— Tampoco voy a decir que no significó nada Yoli, quizás la amo aun, pero no del modo en que se debe o quizás no tanto – me encogí de hombros — realmente no sabría decirte, pero Thamara está muy lejos de ser la mujer que quiero a mi lado por más tiempo, no soy mucho de amar a nadie más que mi familia – suspiré de nuevo.
— ¡Pero dijiste que estabas enamorado de mí! – expresó con el ceño fruncido.
— ¡Cierto! – dije sin más.
— ¿Eso significa que me amas? – la miré a los ojos.
— ¡No lo sé Yoli! Realmente no sé qué significa…
La cena estuvo estupenda y yo estaba famélico, Yoli devoró también sus platillos y el postre. Fue un buen momento hasta que empezó a quitarse la ropa para meterse a la cama conmigo. Por más que lo deseaba no podía tocarla, al menos no aun con toda la preocupación que llevaba encima por lo del Perro Ruso. Se enfureció conmigo cuando la vestí con un pijama que mandé traer, a la fuerza por cierto. Me golpeó y manoteó como pudo, pero al final me dejó hacer y lloró un rato. Se ve preciosa entre mis sábanas.Me encontraba recostado al el marco de la puerta con un vaso de whisky a medio tomar, debatiéndome entre meterme a la cama con ella o salir huyendo del maldito Pent-house y emborracharme hasta quedar sin sentido para conciliar el maldito sueño. Era una tentación, una provocación, pero también suponía un riesgo para m&ia
Vi cuando su camiseta voló por los aires dejándome una fantástica visión de su torso desnudo ¡Dios mío está buenísimo, es perfecto! Tiene una actitud diferente a la de siempre, pero aun así es lo que quiero, él es lo que deseo y en este momento si me lo va a dar, lo aceptaré. Lo único que no entiendo es por qué me pregunta lo del sexo, si él sabe perfectamente que no lo he hecho nunca y que lo deseo a él y solo a él. Intenté tocarlo y se retiró, bajó la cabeza y me miró a los ojos sonriendo de manera extraña y diferente. Este no es Dyron, nunca lo vi de este modo tan… agreste y mucho menos tratando de hacerme daño.—¿Me deseas Yoli? – Mi nombre en sus labios se escucha tan… sensual que mi cuerpo tiembla —¡Háblame Pecosa! – hasta ese apod
Su rostro colorado me hace sonreír, sé que soy un cabrón desgraciado, pero es mía y hoy va a suceder. Cuando llegue a Manhattan van a castrarme, pero valdrá la pena; ella lo vale.—¿Quieres conocerlo? – asiente con el labio inferior mordido. Esto va a ser un espectáculo.—¡Sácalo por favor! – niego.—¡Libéralo tu Pecosa! – Beso sus labios deliciosos y agarro el bajo de su camiseta —Yo hago lo mío tú haces lo propio con lo tuyo ¿sí? – sonrío para que confíe en mí aunque soy una mierda.Saco su camiseta y respiro fuerte al mirar sus preciosos senos, redondos, gorditos y con unos pezones tan claros que parecen transparentes. Estoy haciendo todo lo posible para no lanzarme sobre ella a comérmelos ¡p
Despierto con un delicioso dolor en el cuerpo y los músculos agarrotados, recuerdo la noche de ayer y puedo calificarla como: rara. Pasar de una pelea casi como gatos al sexo, exactamente mi primera vez… es algo raro para mí. Intento incorporarme y me es imposible ya que un brazo enorme se encuentra reteniéndome por la cintura… Dyron. Me giro para encontrar su pecho desnudo, cada musculo y su piel es sencillamente perfecta ¡que hermoso es! Subo la vista para encontrarme con sus pestañas largas y espesas, su rostro se ve angelical aunque obviamente no lo es, porque su endemoniado carácter ya lo conozco, anoche lo vi, es… es… odioso y arrogante, aunque ese tipo de actitud no la había visto en él nunca y menos hacia mí. Separa los labios dejando salir un suspiro, aprieta el brazo acercándome más a su cuerpo duro y suave al tacto, estoy desnuda y eso hace que mi cuerpo tiemble ante lo firme y despierta que se encuentra su hombría, mi sexo duele de nuevo, pero no p
—¡No me salgas con esa mierda Anton! – rujo ante las palabras de mi amigo frente a su cara en la video llamada.Yoli aún se encuentra profundamente dormida, espero que no haya escuchado el grito, ya basta de sustos por ahora. No quiero que piense de mí lo peor.—¡No lo pagues conmigo Dyron, papá cambió de parecer! – resopla una risa ante mi rostro colorado —. Cálmate o no le servirás de mucho a la pequeña Princesa infartado – el muy idiota se carcajea.—Descuida, no me infartaré y puedes decirle a John ¡que se vaya a la mierda! – su rostro serio me hace reír.—Dudo que a mi padre le agraden tus palabras amigo mío – alza las cejas. El maldito viejo se encuentra a su lado, puedo presentirlo aun a través de la cámara de
La veo emerger de la habitación como si fuese un alma en pena, veo tristeza en sus hermosos ojos y pongo los míos en blanco por la tontería. Las mujeres son demasiado sensibles y esa es la razón por la cual nunca tuve novias.—¡No quiero que me hables! – dice con voz aniñada con la firme certeza de que me conmoverá.—¡Bien, pero antes debes decirme la razón Pecosa! – digo mirando su busto.—¿Te parece poco que aparezca una chica medio desnuda en la puerta de la casa con bandejas de comida? – Se me escapa una sonrisa —¡eres un descarado! – arruga los labios.—Soy soltero Yoli – jadea asombrada —, o por lo menos lo era – mi sonrisa se amplía y ella me mira como si quisiera asesinarme.&md
Dyron tiene razón al decir que debo ser madura, él era un hombre soltero, bueno quizás no soltero, pero el acuerdo que tenían con lo de su matrimonio mi hermanita y él era una total locura. Ahora yo estoy en medio de su vida y digo en medio porque al parecer le he puesto la cosa difícil aunque en el momento de decirle a la fulana esa – con la que obviamente se acostaba por supuesto – que se retirara no se inmutó, por el contrario, ni siquiera lo pensó. Sin embargo la Cuaima que llevo dentro afloró y me puse bruta, bueno tampoco es para tanto, pero ver la mujercita esa con las tetas casi saltándosele del top que llevaba puesto me molestó.—¡Hola preciosa! – una voz detrás de mi hace que brinque —¿te puedo acompañar? – giro enseguida y casi me golpeo con el pecho del chico que me aborda.
Continúo con ella en brazos buscando el ascensor que se encuentra en cada una de las oficinas y que todos van hacia mi Penth House. Este edificio está diseñado para mi uso personal. Incluso sin que Thamara lo supiera, es el único casino que tiene esta modalidad ya que fue el último que diseñé en Las Vegas. Observo sus ojos entrecerrados a causa del éxtasis que le he provocad por la pequeña demostración de fuerza que ha desatado mi libido al verla como le propinaba una paliza al cabrón que la llamó perra ¡es una belleza peligrosa! Y da unos guantazos espectaculares. Ese sujeto lo va a pensar la próxima vez que quiera ofender a una mujer. Se abren las puertas y me dirijo a la habitación rápidamente. La deposito en la cama y queda expectante. No ingreso a ella, me agrada su expresión interrogante, se encuentra esperando que mi próximo movimiento. Se sienta y se deshace del vestido, la observo desde sus hermosos ojos hasta el comienzo de las