Un instante dudé en formularle mi solicitud, luego miré fijamente el retrato de Adrián y me armé de valor, aunque pareciera una locura, algo en mi interior me exigía que lo hiciera. Aquel apellido y propiedad me traía a mi mente el rostro de Adrián—Pregúntale a mi tío o a mi abuela si en esa familia Álamo no existe un joven llamado Adrián.—Lo haré si me dices por qué… ¿Acaso conociste a uno de sus miembros? Como han vivido en el extranjero, quizás te topaste con ese tal Adrián en Vancouver, así que cuéntame, aunque creo que ya no quedan muchos descendientes de esta familia por lo que he leído.—No conocí a ninguno de esa familia, y si fuera el caso de que lo fuera conocido, ¿de qué sirviera que te pidiese este favor? ¡No tendría sentido!<
—¡No estoy de acuerdo que vayas a la casa de ese muchacho, y es mi última palabra! —protestó el tío Gustavo con profunda determinación. —Querido, te dije que yo las iba a llevar. El señor Hudson hizo la invitación con la mejor de las intenciones, no podemos ser tan descorteses al no permitir que Victoria asista —manifestó Andrea. —¡Me es indiferente lo que piense ese señor! Le prometí a mi sobrino que cuidaría a Victoria y es lo que supongo hacer. La negatividad de mi tío y su machismo desbordado consiguieron que mi sangre hirviera y estallase frente a él. —¡Entonces es preferible que me encierres en una celda! Me parece injusto. Creo que nunca he dado motivos para que desconfíes de mí de esa forma. Soy una dama, y, por si no lo has notado aún, voy con Emily, que está aquí a mi lado. No quería imaginar su reacción si hubiera visto el vestido que llevaba puesto debajo del elegante abrigo de noche, si él me hubiera visto con ese vestido en ese momento, seguro que le daría un ataque
Observe cómo el joven se dirigió a Mery y conversó con ella, mientras nos miraba fijamente a nuestra mesa. Seguidamente, me levanté y pude verlo mejor. Era muy atractivo y alto, como de 1,85 metros. Su traje negro de noche le quedaba estupendo, seguro que mi pobre amiga quedaría sin habla.—Relájate y disimula, porque ese joven, si no me equivoco, viene a nuestra mesa.A Emily se le subieron los colores al rostro mientras yo reprimía mis ganas de reírme, al fin le tocaba a ella mostrarse vulnerable.—¡Así te quería ver querida! —. Ella me contempló embelesada como si estuviera en otra dimensión.—Buenas noches, señoritas, me disculpo si les molesto, pero me gustaría sentarme un momento con ustedes mientras llega mi sobrino Ethan —dijo el caballero ya cerca de nosotras.—Nos haría un gran pl
—¿Y cómo hago Victoria? Tú me descontrolas. Mirarte, me enciende, me sube la temperatura. Siento cómo mi cuerpo arde cuando me acerco a ti. Y mis sueños se esfuman cuando trato de probar tus labios.—¡A qué fantasías te refieres! ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Eres un grosero! —me alteré logrando que Emily y Estuardo voltearan hacia nosotros.—¿Qué sucede? —inquirió Estuardo, pero ninguno respondió; entristecida, me levanté de la mesa.—Mejor voy al baño.—Te acompaño —se ofreció Emily.—No te preocupes, voy rápido, quédate con ellos.Ethan me miró al levantarme de mi asiento, sus ojos brillaron apasionadamente descendiendo de mi rostro hasta recorrerme el cuerpo sin disimulo admirando mi vestimenta. Sus ojos brillaron de ap
—¡Mírame Victoria! —extendiendo los brazos hacia mí —estas marcas me las hizo él —dijo llorando y dejándose caer al suelo, quería abrazarla, consolarla, decirle que yo también tenía marcas, pero algo dentro de mí me lo impedía. Me sentía tan culpable que no pude evitar ponerme a llorar al mismo nivel que ella.—Margot, yo nunca quise que esto pasara. Tampoco puedo explicar por qué o de dónde surge; estoy tan aturdida. Siempre pensé que era un tipo de desequilibrio mental… Yo… ¡Dios mío, no puedo creer nada de esto!—No obtendrás nada buscando explicaciones lógicas, ni pretendiendo que todo esto es una mentira, sería una pérdida de tiempo; de todas formas, para todos eres una persona perturbada que sufre alucinaciones, pero lo más triste es que esto es real, sucedió
De pronto, las palabras se habían evaporado de mi lengua, la duda y el miedo entorpecieron mis razonamientos. Ethan no dejó de mirarme ni un solo instante, al igual que los ojos interrogativos de Emily que, aunque se mostró comprensivo, también quería saber lo sucedido. Continué absorta en una serie de pensamientos traumáticos.—Necesito irme. No me siento bien.Emily no objetó, pero Ethan, si lo hizo, se encontraba muy impaciente y no me dejó marchar tan rápido.—Disculpa Victoria, pero no puedo dejar que te marches sin que antes me explique qué sucedió allá arriba.—Ethan, por favor, te lo suplico. Hoy no.—No puedo darte lo que pides, así que por favor acompáñame, vamos a la terraza.Miré a ver a Emily con la esperanza de que me ayudara, ella solo asintió con su rostro dándome empuje para que lo acompañase; Estuardo no disimuló la emoción por haberse quedado con ella. Ya a solas Ethan me abordó.—Victoria, dime cómo abrieron esa puerta —preguntó sin preámbulos, mis labios continua
Se acercó con la intención de besarme, pero sus labios no llegaron a tocarme, debido a que mi miedo y mi dolor me hicieron esquivarlo; sin embargo, no pude evitar abrazarlo. Ethan me correspondió, logrando que me reconfortara; sentir el sonido de su corazón y la calidez de su cuerpo me calmaba, aun así, la angustia no se iba. Me aparté bruscamente de él cuando sentí una corriente fría que me recorrió la nuca. Un silbido estridente me dejó sorda, por un segundo creí perder el equilibrio. Ethan me sujetó con preocupación.—Victoria me estás preocupando.Alcancé a oírlo, pero aquel mareo fue rápido, como pude logré mantenerme de pie. Ethan me sentó y me dio un poco de vino.—No, Ethan, no quiero…—Estás muy pálida y con frío, seguramente te ha bajado la tensi&oa
Una vez que cerré la puerta, comencé a llorar, abracé aquel bosquejo como si fuera mi única esperanza de sobrevivir ante aquel abismo, rogué a Dios para que me enviara luz, le pedí a mi madre que me cuidara y, sobre todo, a Ethan. También le había encomendado a Margot. Esa madrugada había sido larga, pero tenía pavor de quedarme dormida, no sabía qué pesadilla me esperaba. Por suerte aquella noche no tuve sueños oscuros. Sin proponérmelo me había quedado dormida en las baldosas del baño, agradecí que Emily dormía como piedra y que no se hubiese dado cuenta de ese pequeño detalle.*** Bajamos a la cocina para ayudar a mi tía Andrea, lo primero que hice fue servirme un café bien cargado.—Alguien tiene resaca —murmuró Andrea con una sonrisa mordaz. El tío Gustavo bajó el periódico que le cubría el rostro y a través de sus gafas de lectura me atisbó con ojos inquisitivos.—Por favor, no creo que con cuatro copas de vino te hayas ganado una resaca —manifestó Emily.— El hecho de que qu