Los rayos del sol ya se colaban por las rendijas de mi ventana, me levanté con pesadez; nunca me habían gustado las pesadillas en las cuales aparecía mi abuela, porque se volvían realidad. —¿Te sucede algo Vicky? ¡Tienes una cara! —me preguntó Emily situándose frente al espejo, para iniciar su arreglo personal.—No pude dormir en toda la noche luego de una pesadilla, bueno, en realidad no era pesadilla, fue la conversación dentro del sueño.—¿Se puede saber de qué se trataba?—Sí, se puede, pero en este momento no quiero recordarlo, es más como de costumbre ya vamos retardadas, y sabes el genio que se gasta la señorita Portland.—Tienes razón.Me dispuse a bajar la foto que me mando Alexandra, de hoy no pasaba en quitarme la duda que me entró desde que Jenny me habló del extraño personaje que mutó en Halcón; no podía evitar que a mi mente llegara Adrián. Todas estas premisas contribuían a mis premoniciones, antes no me había parado a analizar el sueño que tuve con Jenny, ahí yo vi e
—Cuando más perturbada estaba me desperté a salvo en mi pequeña cama, luego la voz de Margot vino a mi cabeza: “nadie está a salvo” —. Cuando cierro los ojos aparece él, enojado; ya su cara no es la misma, su rostro hermoso ahora es una máscara de ira, con grandes ojos rojos y filosos colmillos, estos me perturban y él sabe que le temo, me dice que viene a tomar mi vida. —me puse fría mientras escuchaba, mis amigas también, la descripción que ella me daba de Arturo ya la conocía, muchas veces lo vi así en mis sueños.—Ya es hora de buscar ayuda con personas que conozcan del tema, esto se está saliendo de control —sugirió Emily.—¿Con quién? Dime con quien podemos hablar que no nos crean dementes o drogadictas, ya lo hice con Rebeca y no me creyó, y por presentar una fuerte crisis de nervios lo que hicieron fue someterme a una cura de sueño —espetó Jenny llorando.—Es verdad lo que ella dice, yo también hablé con Rebeca y no me creyó a pesar de que le di pruebas —apoyé con tristeza lo
—¡Cállese! Aprenda a mantener la boca cerrada cuando no se le pregunta nada —alzó la voz, verdaderamente Emily se estaba pasando de la raya —. Ustedes al parecer le ha afectado la compañía del señorito Hudson, cada día están más groseras y desafiantes, pero yo voy a bajar esas ínfulas de rebeldía; este fin de semana no saldrán a ningún sitio, se quedarán aquí confinadas ayudando a las monjas en sus quehaceres, y oirán la misa y rezarán el rosario, y eso también va con usted señorita Lucy, es una verdadera lástima, creí que era una de la más cuerda del grupo, pero ya veo que no.—¡No es justo!, castígueme a mí, no a mis compañeras —le pedí.—¡Silencio! Ya he hablado y no me haga tomar una determinación peor —cerró el puño sobre la base de su mesa. Rebeca, que se había mantenido en silencio, sintió que era el momento de intervenir.—Madre superiora, ¿no habrá otra posibilidad de que se resuelva esto de otra manera? Sus padres al saber lo sucedido, y al enterarse les prohibirán a sus hij
Al día siguiente. La mañana del viernes despuntó en tonos grises, desde mi ventana contemplaba como las hojas caían suavemente meciéndose en el viento hasta tocar el suelo. Me sentí aliviada por poder presentar el examen, pero la madre superiora creyó conveniente mantenernos separadas del resto de las alumnas por esta semana para bajar la euforia que dejó la pelea. Caminé hacia mi closet y saqué mi maleta, miré con preocupación que las bolsitas del polvo que me había mandado mi abuela estaban por expirar, apenas quedaban cinco de la gran cantidad que contenía.—¿Qué voy a hacer? —gemí a mis adentros.—¿Vicky que haces? —me interrumpió Emily que venía saliendo del baño.—Nada —le contesté, pero por alguna razón ajena a mí, ella no me creyó y haciéndome por un brazo me giró frente a ella.—¿Ya vamos a empezar con los secretos? —me recriminó viéndome a los ojos, entonces no me quedó más remedio que comentarle lo que pensaba hacer con respecto a Ethan.—Estoy pensando terminar mi relació
Gabriel Monterrey llegó al internado cuando las cosas no podían estar peores; Emily, Lucy y yo habíamos escuchado sin ser vistas por boca de las monjas en una reunión confidencial que Abby había empeorado. La madre superiora y los demás profesores no sabían qué hacer al respecto en torno a todas estas situaciones extrañas que habían iniciado con Margot, por otro lado, la visión que había tenido con esta última mirándome desde el patio hacía mi ventana, no me dejaba vivir en paz.—¡Qué plaga ha caído sobre este sagrado colegio! —exclamaba con un rosario en mano la madre superiora, Rebeca junto a la señorita Portland le daban consuelo a la afligida mujer.—Madre, ¿realmente no se saben las causas de esta extraña reacción en Abby? —interrogó con apremio la señorita Portland.—Parece una grave infección, sin embargo, me han informado que los análisis no revelan nada concluyente, que dé luz del porqué de las fiebres altas y la descomposición de la piel; el tratamiento aplicado no ha surti
Me había quedado sola, sentada en uno de los bancos que estaban afuera de la capilla. El suave viento acariciaba los árboles, el día estaba algo frío y ahí estaba yo perdida en mis pensamientos, pensando en mi abuela.—Como te he descuidado —susurré con un dejo de tristeza. Cuando más hundida estaba en mi dolor, un hombre que no conocía se me acercó, lo observé con cautela y lo detallé; era un señor alto y elegante, de edad maduro, pero no viejo, aproximadamente como de unos 42 años.—Buenos días, señorita —saludo el hombre, lancé ojeadas a mi alrededor, me pareció extraño que no hubiese ninguna novicia vigilando los perímetros del internado, pero más extraño era el hecho de que estuviera este señor en el edificio cuando no se estaban permitidas visitas.—No sé qué tengan de buenos —dije con mal humor.—Señorita, no sabe que para todo gran problema siempre hay una gran solución, el hecho está en saber encontrarla y aprender a ver de entre el humo que ciega nuestros ojos —elevé el rost
—¿Me va a decir quién es? —le pregunté dándole la última oportunidad de sincerarse.—Trataré —contestó, logrando que volviera al asiento. Lo seguí contemplando mientras acababa su té, luego alzó su rostro para mirarme con sus profundos ojos negros, al hacerlo experimenté que dentro de esas cuencas no había maldad, sino todo lo contrario.—Victoria, si te dijera que soy una especie de guerrero, ¿me creerías? —su pregunta me dejo escéptica, sin embargo, le contesté.—¿Por qué no lo haría? Total, mis ojos han visto tantas cosas inexplicables que ya no me sorprende nada.—No digas eso, por qué definitivamente aún no has visto nada—¿En serio? Porque yo pienso lo contrario de lo que dice usted. —Lo digo en serio —reafirmo él —, dime, ¿tú supones que las cosas que has visto y experimentado son producto de tu mente? —su pregunta me tomó fuera de base.—Mi psiquiatra dice que sufro una especie de esquizofrenia, por eso me han dado medicamentos, pero estos no me ayudan.—Y no te ayudarán, po
El resto de aquella tarde me costó recobrar la calma, contemplaba a Emily y me mordía los labios recordando las palabras de Gabriel, no podía permitirme que ella notara mi ansiedad. La noche había llegado y hasta el momento el fantasma de Margot no me había visitado; el sueño vino rápidamente por mi compañera, esto me sorprendió, puesto que Emily le gustaba platicar hasta tarde, pero esta vez había sido presa de un sueño profundo que la noqueó dejándola inerte en la cama.—Debe ser obra de ese extraño hombre —pensé.No quise molestarla, me acerqué a ella y la arropé, la noche estaba fría, luego la indecisión y la incredulidad volvieron a asaltarme. No me cabía en la cabeza cómo diablos iba a hacer Gabriel para llegar hasta mí sin ser visto. Me obligué a no reflexionar más en ese detalle, y aprovechando el profundo sueño de Emily fui hasta mi gavetero y tomé un jeans y una chamarra azul para cambiarme, mientras me colocaba los zapatos deportivos, una palabra irrumpió en mi mente: “en