Esa llamada a mis padres fue una de las más emocionantes que he hecho. Contarles que me casaría, que al fin había decidido dar ese paso con Gabriel, generó una mezcla de sorpresa y felicidad en sus voces. Mi madre, casi sin palabras, suspiraba con emoción, mientras mi padre repetía una y otra vez que no podía esperar para abrazarme y agradecerle al hombre que había logrado devolverme la esperanza. Siempre supe que ellos me apoyarían, pero escucharlo y sentir su alegría fue más de lo que podía imaginar.Para mí, esta decisión no fue solo un impulso para proteger a nuestra pequeña familia de las amenazas de Rosa; también fue la certeza de que Gabriel y yo habíamos encontrado en el otro un refugio tras tantas pérdidas. Aunque el casamiento fue sencillo, sin ceremonia en la iglesia por ahora, lo que realmente importaba era que nuestros corazones estaban unidos, que juntos encontraríamos la paz que tanto anhelábamos.Mis amigos y seres queridos también compartieron nuestra alegría. Luis, a
Una noche para recordar El salón del banquete se había quedado en silencio, salvo por el suave crujido de las velas que aún parpadeaban sobre las mesas. Flor y Gabriel caminaban tomados de la mano, acompañados por las risas y los buenos deseos de sus familiares y amigos. La emoción de haber dicho "sí, acepto" seguía vibrando en sus corazones, pero ahora estaban solos. Ese momento era solo para ellos. El hotel, un rincón cálido y acogedor del pueblo, había preparado una habitación especial para la pareja. Al abrir la puerta, Flor dejó escapar un pequeño suspiro. Cada detalle en la decoración parecía haber sido pensado con cuidado: las flores frescas perfumaban el ambiente, mientras que la luz tenue de las velas dibujaba sombras suaves sobre las paredes. Una botella de champaña esperaba junto a dos copas, acompañada por una bandeja de fresas y chocolates que completaban la escena. Gabriel se volvió hacia Flor, observándola con ternura. Ella aún llevaba su vestido blanco, con el cabe
La noche había caído, y todo en la casa estaba en silencio. Florencia y Dylan dormían profundamente. Yo me encontraba recostada junto a Gabriel, escuchando el suave compás de su respiración. Era una paz nueva, algo que apenas comenzaba a descubrir. Pero esa noche… esa noche todo fue distinto.Recordé cómo me sentí al llegar al cuarto con él después de nuestra boda civil, nerviosa y ansiosa, como si fuera una joven enamorada otra vez. Gabriel me miraba con una calidez en los ojos que hacía mucho no veía. Esa mirada me envolvía, me hacía sentir segura y expuesta al mismo tiempo.Los recuerdos de los últimos años, de las noches solitarias, regresaron a mi mente como ráfagas. Había pasado tanto tiempo sola que había olvidado lo que era abrirme de esa manera, sentirme observada con cariño y ese deseo suave, tierno. Esa noche, con Gabriel, sentí que quitaba cada capa de soledad y tristeza que había acumulado.Mis manos temblaban. Un hormigueo familiar y olvidado me recorría el estómago. La
Capítulo - Sospechas PositivasEl cumpleaños de Florencia y Dylan se había transformado en una celebración íntima y esperanzadora. La visita inesperada del abogado, que en un principio inquietó a Flor y Gabriel, terminó siendo una grata sorpresa. Venía a entregarles un documento que aseguraba la herencia de Andrea para Florencia. Ese dinero, destinado a sus estudios y su futuro, parecía un último acto de amor de Andrea para su hija, como si cuidara de ellos desde el cielo. Al firmar los papeles, sintieron un alivio profundo: su pequeña era ahora oficialmente una Ferrer y nadie podría llevársela.Sin embargo, la tranquilidad que sintieron durante el día no tardó en desvanecerse. Esa noche, ya en casa y después de acostar a Dylan, Flor comenzó a sentirse extraña. Todo había comenzado con un leve mareo, uno que trató de ignorar por completo. Se sentía cansada y algo revuelta, pero lo atribuyó a las horas de baile, a los brindis y a las cantidades de comida que había ingerido sin control.
Capitulo Al día siguiente Flor y Gabriel se dispusieron a dejar a sus hijos en el jardín . Dylan y Florencia corrieron con entusiasmo hacia el aula , donde Sabrina los esperaba , se estaban ocupando en preparar un taller de cocina . Había decidido que ese día sería especial . Con un grupo de 40 niños a cargo, quería enseñarles a hacer galletas , una actividad que siempre lograba despertar sonrisas . Cuando Sabrina vio a Flor y a Gabriel llegar un poco tarde , les lanzó una sonrisa cómplice .Sabía que ellos estaban pasando por un momento importante y no tuvo problema en organizar el taller junto a la auxiliar mientras la pareja resolvía algo pendiente en el consultorio del pueblo .El murmullo del pueblo sobre la relación de Flor y Gabriel no siempre , había sido cálido.Nadie los juzgaba ahora ; al contrario, los vecinos parecían aliviados al ver a Flor rehaciendo su vida con alguien tan bueno . Gabriel , con su carácter amable y su disposición para ayudar a la comunidad , se h
Capítulo Una pequeña giganteFlor aún no podía creer lo que estaba a punto de decirle a la doctora Natalia. Al entrar al consultorio, sus manos temblaban ligeramente. Gabriel le sostenía el hombro en un gesto que intentaba transmitirle seguridad, aunque él mismo lucía inquieto. Natalia, siempre observadora y directa, notó de inmediato la tensión en ellos.—¿Qué pasa, chicos? —preguntó, con ese tono firme que lograba inspirar calma y respeto al mismo tiempo.Flor trató de respirar hondo, pero las palabras parecían atoradas en su garganta. La mirada incisiva de Natalia no le facilitaba las cosas. Después de un silencio que pareció eterno, logró murmurar, con un hilo de voz:—No queremos continuar con el embarazo...El eco de esas palabras pareció llenar todo el consultorio, cargando el ambiente de una tensión palpable. Natalia los miró fijamente, su expresión endureciéndose. En un instante, sus ojos reflejaron incredulidad, luego rabia contenida y finalmente una profunda decepción.—¿Q
Capítulo Dos terremotos En el consultorio de la doctora Natalia, Flor y Gabriel estaban ansiosos y un tanto nerviosos, el aire lleno de expectativas e incertidumbres. Natalia los miró con una sonrisa serena y una pizca de picardía en los ojos. Sabía lo que significaba cada consulta para la familia Ferrer, pero esta era especial. Era la primera en la que confirmarían si las sospechas de un nuevo embarazo eran ciertas. —A ver, vamos a empezar por las formalidades —les dijo con una sonrisa, tratando de calmar los nervios de ambos—. Les pido, Flor, Gabriel, que tengan mucha paciencia y no se dejen llevar por la emoción. Sé que esta noticia puede remover muchas cosas, pero recuerden que estoy aquí para ustedes, día y noche, como una sombra, ja ja. Flor le sonrió agradecida y casi sin darse cuenta, entrelazó sus dedos con los de Gabriel. La cercanía de él le daba calma y más aún ahora, cuando Natalia hablaba con tanta determinación sobre cómo acompañarlos en este proceso. —Si d
Capítulo La Llegada de la FelicidadLa consulta con la doctora Natalia iba a marcar un antes y un después en sus vidas. Aunque sabían que existía la posibilidad de recibir buenas noticias, la realidad superó cualquier expectativa. Flor estaba embarazada... ¡de mellizos! La doctora, con una sonrisa amplia y franca, les mostró la ecografía que confirmaba dos pequeños latidos. Flor y Gabriel se miraron en silencio, absorbidos por la alegría y, al mismo tiempo, por la sorpresa de lo que estaba por venir.“Mis amores,” murmuró Flor con los ojos llenos de lágrimas al observar la imagen. Gabriel tomó su mano, su mirada reflejaba la mezcla de felicidad y nerviosismo que lo invadía. Natalia, con picardía, bromeó:—Prepárense para las náuseas compartidas. Te apuesto, Gabriel, a que terminas con más antojos que Flor.Ambos se echaron a reír. Era como si la doctora ya supiera lo que les esperaba.Antes de despedirlos, Natalia les aconsejó cuidados especiales.—Nada de esfuerzos, hay que protege