Capítulo: Decisiones UrgentesFlor colgó el teléfono con las manos temblorosas. Había mantenido la calma para no asustar a Florcita, pero por dentro, la rabia le quemaba el pecho.Su mente no dejaba de girar en torno a las palabras de la niña " mamá le gritó al chófer y a la niñera porque no llegamos rápido ".la pequeña había sonado agotada ,triste.Florvsabia que no podía quedarse de brazos cruzados . Miró a Gabriel, quien estaba sentado en el borde de la mesa, con la cabeza baja y las manos apretadas en puños.—Esto no puede seguir así, Gabriel. Rosa está usando a tu hija como un arma para lastimarte. Esto no es por Florcita, es por ella, por su odio, por su necesidad de control.Gabriel levantó la mirada, los ojos llenos de cansancio.—No quiero que Florcita sufra más, pero si no cumplo con este acuerdo, puedo perderla.Flor se acercó y le tomó las manos con fuerza.—Entonces acabemos con esto. Llama a Javier, habla con él ahora. Yo voy a llamar a Ricardo, conoce a gente que puede
Unidos por la EsperanzaEl jueves llegó con un aire diferente. El pueblo, que antes observaba en silencio y en ocasiones juzgaba, ahora se había volcado en apoyo a Gabriel y Flor. Los días previos habían estado cargados de tensión, pero esta mañana parecía anunciar algo distinto, como si el universo les diera una tregua.Florcita, como un rayo de luz, apareció en la entrada de la casa con una sonrisa que iluminaba todo. Gabriel, al verla, sintió cómo su pecho se llenaba de alivio. Ese pequeño instante le devolvía la fe en que las cosas podían mejorar.—¡Papi! ¡Mami! —exclamó la niña, corriendo hacia ellos con los brazos abiertos.Gabriel se arrodilló para recibirla, abrazándola con fuerza mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos.—¡Mi princesa! —dijo, con la voz quebrada.Flor, al verla, no pudo contener la emoción. Se unió al abrazo, sintiendo la calidez de su pequeña entre sus brazos.—Siempre te extrañamos, mi amor —susurró, luchando contra las lágrimas—. Cada día.El fin de
La Audiencia DecisivaEl ambiente en el juzgado era tenso. Gabriel, Flor, sus familias y los vecinos habían llegado temprano, ocupando los asientos disponibles con rostros llenos de expectativa. Flor sostenía con fuerza la mano de Gabriel, mientras Dylan, sentado junto a ellos, miraba fijamente a Rosa, quien mantenía una expresión rígida, como si estuviera segura de su victoria. Florcita, sentada en el regazo de Clara, se abrazaba a su peluche favorito, ajena al dramatismo que envolvía la sala.Cuando todos tomaron sus lugares, el juez inició la audiencia con un golpe firme del mazo. El abogado de Rosa comenzó con sus argumentos, intentando pintar a Gabriel y Flor como personas incapaces de cuidar adecuadamente a Florcita. Su discurso estaba lleno de señalamientos exagerados y afirmaciones que rayaban en lo absurdo.—Mis representados solo quieren lo mejor para su nieta —dijo con voz teatral—, pero es evidente que este matrimonio apresurado fue una estrategia desesperada. No hay estab
Unidos en la víspera de NavidadEl pueblo amaneció con una calma inusual para ser víspera de Navidad. Las calles, aunque aún silenciosas, comenzaban a llenarse del aroma dulce del pan recién horneado y del eco de cánticos navideños entonados por los niños. En la casa de Gabriel y Flor, no había tranquilidad. En su lugar, una mezcla de nervios y esperanza llenaba cada rincón. Este 24 de diciembre no sería como cualquier otro; sería el día que decidiría sus vidas y las de los pequeños Dylan y Florcita.La noche anterior había traído consigo una visita inesperada. Justo cuando la familia terminaba la cena, los padres de Flor, Don Jaime y Doña Clara, tocaron la puerta. Aunque era época de venta de corderos en su estancia, y la temporada más ajetreada del año, su llegada no era casual. Habían dejado todo atrás para estar allí.—No podíamos quedarnos allá sabiendo lo que está en juego —dijo Don Jaime, abrazando a Flor con fuerza, con sus manos firmes pero llenas de ternura—. Somos una famil
La boda en el jardín El sol de diciembre, suave y luminoso, anunciaba la llegada de la Navidad. Pero para Flor, ese día representaba mucho más. Era una Navidad distinta, especial, cargada de emociones profundas, de duelos compartidos y de promesas renovadas. Ese 24de diciembre no solo celebraban la unión de sus vidas, sino también el recuerdo de quienes se habían ido, de quienes, de alguna manera, habían sido los responsables de que ellos estuvieran ahí, juntos. Flor se miraba en el espejo, ajustando con cuidado los pequeños detalles de su vestido blanco. Era un diseño sencillo, sin grandes decoraciones, pero que la hacía sentir más hermosa y serena de lo que había imaginado. En la tela suave y ligera, Flor sentía que llevaba consigo algo de Manuel, como si ese vestido reflejara la paz que él siempre le había inspirado y que, en los momentos difíciles, ella había buscado en su recuerdo. Acarició el collar que colgaba de su cuello: era una delicada cadena que con un pequeño dije de
Esa llamada a mis padres fue una de las más emocionantes que he hecho. Contarles que me casaría, que al fin había decidido dar ese paso con Gabriel, generó una mezcla de sorpresa y felicidad en sus voces. Mi madre, casi sin palabras, suspiraba con emoción, mientras mi padre repetía una y otra vez que no podía esperar para abrazarme y agradecerle al hombre que había logrado devolverme la esperanza. Siempre supe que ellos me apoyarían, pero escucharlo y sentir su alegría fue más de lo que podía imaginar.Para mí, esta decisión no fue solo un impulso para proteger a nuestra pequeña familia de las amenazas de Rosa; también fue la certeza de que Gabriel y yo habíamos encontrado en el otro un refugio tras tantas pérdidas. Aunque el casamiento fue sencillo, sin ceremonia en la iglesia por ahora, lo que realmente importaba era que nuestros corazones estaban unidos, que juntos encontraríamos la paz que tanto anhelábamos.Mis amigos y seres queridos también compartieron nuestra alegría. Luis, a
Una noche para recordar El salón del banquete se había quedado en silencio, salvo por el suave crujido de las velas que aún parpadeaban sobre las mesas. Flor y Gabriel caminaban tomados de la mano, acompañados por las risas y los buenos deseos de sus familiares y amigos. La emoción de haber dicho "sí, acepto" seguía vibrando en sus corazones, pero ahora estaban solos. Ese momento era solo para ellos. El hotel, un rincón cálido y acogedor del pueblo, había preparado una habitación especial para la pareja. Al abrir la puerta, Flor dejó escapar un pequeño suspiro. Cada detalle en la decoración parecía haber sido pensado con cuidado: las flores frescas perfumaban el ambiente, mientras que la luz tenue de las velas dibujaba sombras suaves sobre las paredes. Una botella de champaña esperaba junto a dos copas, acompañada por una bandeja de fresas y chocolates que completaban la escena. Gabriel se volvió hacia Flor, observándola con ternura. Ella aún llevaba su vestido blanco, con el cabe
La noche había caído, y todo en la casa estaba en silencio. Florencia y Dylan dormían profundamente. Yo me encontraba recostada junto a Gabriel, escuchando el suave compás de su respiración. Era una paz nueva, algo que apenas comenzaba a descubrir. Pero esa noche… esa noche todo fue distinto.Recordé cómo me sentí al llegar al cuarto con él después de nuestra boda civil, nerviosa y ansiosa, como si fuera una joven enamorada otra vez. Gabriel me miraba con una calidez en los ojos que hacía mucho no veía. Esa mirada me envolvía, me hacía sentir segura y expuesta al mismo tiempo.Los recuerdos de los últimos años, de las noches solitarias, regresaron a mi mente como ráfagas. Había pasado tanto tiempo sola que había olvidado lo que era abrirme de esa manera, sentirme observada con cariño y ese deseo suave, tierno. Esa noche, con Gabriel, sentí que quitaba cada capa de soledad y tristeza que había acumulado.Mis manos temblaban. Un hormigueo familiar y olvidado me recorría el estómago. La