"A veces es mejor estar solo… nadie te hace daño".
“Megara. Hércules.”
Prinemra parte.
Liz
Todo va perfecto, nada podrá empañar la felicidad que inunda mi corazón, a solo quince días de mi boda soñada, me convertiré en la flamante señora Evans y hasta ahora no ha habido ningún contratiempo. La decoración, la iglesia, las invitaciones, el pastel, todo, absolutamente todo está listo, solo una última prueba a mi hermoso vestido de novia y quedaría todo a la espera de mi gran día.
Mi vida es perfecta, soy una exitosa ejecutiva, mi carrera se encuentra en la cúspide, me costó sangre sudor y lágrimas llegar a ser editora en jefe dentro de la Editorial Sol y Luna, una de las más grandes editoriales de la ciudad. Mi secretaria Amelia Jackson, pelo castaño muy corto, ojos del mismo color y una cara de duende, preciosa, que contrasta perfectamente con su metro cincuenta de mal humor, pero más fiel que un perro, siempre me acompaña y hoy no sería la excepción. Es más que mi empleada, la considero de la familia.
Mi equipo de trabajo, lo conforman diez personas a mi cargo, como editora en jefe, me encargo de aprobar o descartar los títulos de libros ya revisados por ellos, por lo que mi apartamento y mi oficina siempre están llenos de manuscritos de escritores esperanzados con lograr que la editorial los publique.
Soy lo que se considera una mujer de este siglo, independiente cien por ciento, capaz de sobrevivir sin ayuda de nadie, lo que exaspera a mi novio y pone terriblemente nerviosos a mis padres. Por fortuna para ellos, Terry, llegó a mi vida de manera inesperada, una mañana hace ya dos años, mi auto se averió, estaba a punto de llegar tarde para una reunión con este escritor famoso y bastante irritable, por lo que decidí llamar a un taxi y dejar el auto abandonado a su suerte, si él no iba a tener compasión con mi horario, no la tendría yo con él.
El caso es que, justo cuando me subí al taxi, la puerta contraria se abrió y un hombre delicado en sus facciones y extremadamente sexy, abordo mí… taxi. Según dijo llagaba tarde también a su trabajo, razón por la cual no se percató de mi presencia, hasta que le dio su dirección al chofer.
Después de una leve discusión por la propiedad de taxi, decidimos de mutuo acuerdo compartirlo y siendo todo un caballero me permitió llegar a la cita a tiempo, intercambiamos nuestros números y nos despedimos. Después de ese encuentro todo estuvo dicho, citas, y compatibilidad instantánea, hasta el punto de un año después de ese encuentro, decidimos irnos a vivir juntos. Compartimos mi piso, Terry, es un sol, nunca se queja por mi falta de tiempo, mis carreras constantes por cumplir plazos, lo que casi siempre, me lleva a cancelarle alguna cena o algunas vacaciones planeadas, pero después de dos años juntos, sabe cómo soy y lo más importante respeta mi trabajo.
Con treinta y un años no esperaba un compromiso más formal del que teníamos, el papel firmado no me preocupaba en lo absoluto, pero como toda mujer, siempre soñamos con ese gran día. Y el mío había llegado, la sonrisa esa mañana cuando vi a Terry, entrar con el desayuno en la cama y una rosa con mi anillo en su tallo, no cabía en mi cara. Inmediatamente le dije, ¡SÍ!
De eso hace seis meses y dentro de quince días, será el gran día.
Por lo pronto, hoy frente al espejo de cuerpo entero y con el vestido de novia puesto, veo cómo luciré ese día. Mi cabello con el tocado medio recogido, destacan mis risos, mi cuerpo está cubierto con el vestido blanco impoluto, tipo princesa con escote en forma de corazón sin mangas y con este corsé ajustando mis pechos, me veo espectacular. Mis zapatos no se ven entre tantas capas de tela, pero también son preciosísimos, con un tacón pequeño para la comodidad y decorado con miles de piedras parecen más los zapatos de Cenicienta. Amelia ha tenido que chasquear los dedos frente a mis ojos para sacarme de la nube de recuerdos en la que me metí, mientras miraba detalladamente mi reflejo.
—Vamos jefa, regresa a la tierra, ¿o es que ahora no te gusta el vestido?
Parpadeo varias veces ante la pregunta de mi amiga.
—¿Qué…? ¡Claro que no, me encanta! Es el que siempre quise. Díganme, ¿cómo me veo? —Le pregunto a los cinco pares de ojos que me miran.
Mi madre, Amelia, la hermana de Terry, Catherine y dos amigas de ella que serán mis damas.
—Estas hermosa hija. Toda una princesa de cuentos.
—¡Oh, cuñada estas que arrasas! Mi hermano se va a morir cuando te vea —exclama Catherine, y sus dos amigas suben y bajan la cabeza en señal de aprobación.
Un pequeño alboroto se forma en la entrada del vestidor privado y un vendaval llamado Leny, irrumpe en la paz de la pequeña habitación.
—¡Liz! Mírate estas deslumbrante hermanita, perdóname por llegar tarde.
Giro mis ojos ante su descarada disculpa, ella siempre llega tarde.
—Te dije que sería a las cinco de la tarde con la esperanza de que tu retraso te permitiera llegar a ayudarme a ponerme el vestido Leny, tú siempre llegas tarde. Ahora me ayudas a quitármelo.
Mi hermanita tiene por lo menos la decencia de sonrojarse. Ella es diez años menor que yo, su estilo de vida alocado no le permite vivir una vida tranquila y programada. Siendo fotógrafa profesional, su vida es su cámara y los contratos que toma la han llevado a recorrer el mundo.
La adoro, es una versión opuesta de mí en todo sentido, donde yo soy rubia como el sol, ella es la morena como la noche de luna menguante, tez blanca de pelos negro azabache y unos ojos en el mismo tono azul aguamarina que los míos.
—¿Qué…? eso no lo tiene que hacer el monigote de tu novio. ¿Ni para eso sirve? —me increpa con un dejo de burla levantado una de sus perfectas cejas arqueadas.
A mi hermana nunca le ha gustado Terry, dice que es un vividor, mojigato, que solo quiere atraparme para arruinarme la vida, llenándome de hijos y sirviéndole en su casa, cual esclava.
—Eleonora Harriett, la tradición manda que el novio no puede ver a la novia antes de la boda y Elizabeth, no puede ir por la vida hasta el día de su boda con el vestido puesto, así que te callas y si ella quiere que la ayudes, la ayudas y punto. —uff, cuando mi madre usa nuestros nombres completos en un discurso, escalofrió me da.
Y es que ella con su obsesión con las novelas victorianas, nos obligó a tener nombres artísticos, pues ir por la vida llamándote Elizabeth Margueritte y Eleonora Harriett Saint Ross, no es aceptable para este siglo. Por supuesto, ella si cumplió su sueño de conseguir un hombre con las características específicas de tener un apellido ilustre, aunque nuestro adorado padre tenía el apellido, no contaba con la fortuna que mi madre esperaba, por lo que el trabajo honesto y el esfuerzo al mil por ciento para tener lo que hoy tenemos, estuvo arraigado muy dentro de nosotras al ver a papá partirse el lomo trabajando.
—Claro mamá, como tú digas —sumisa, Leny, ha aprendido a no contrariar a mamá, no por lo menos si está en la misma habitación.
La comitiva nos deja a solas para poder cambiarme, estoy quitándome el tocado de la cabeza, cuando el teléfono de Leny, comienza a sonar muy insistente. Ella contesta titubeante, mirando de mí, al teléfono y de regreso, lo que me parece bastante extraño.
—Contesta te espero. —se pone nerviosa mientras responde su llamada.
Leny, nunca se pone nerviosa, algo raro está pasando y no me gusta para nada. Sus respuestas son monosilábicas hasta el final. Se retira el celular de la oreja y se me queda viendo. ¡Oh, no! Alguien murió. Abro mis ojos como luna llena y mi cara de alarma es el reflejo de la de Leny.
—Liz, siéntate un momento por favor.
Oh no, no, no, se murió alguien y tendré que aplazar la boda.
Caigo en la silla más cercana y quedo enterrada entre toda la tela de la falda, con una sensación extraña en mi pecho.
—¿Sabes que te amo verdad? Sabes que nunca en la vida haría nada para dañarte, ¿verdad?
—Sí, lo sé Leny, lo sé, deja de dar vueltas y dime, ¿quién murió?
—No, Liz, no ha muerto nadie, pero lo que tengo que decirte… posiblemente termine en un funeral. —mis niveles de estrés para este entonces me están convirtiendo en una «novialliza».
—Habla Eleonora, sin rodeos, ¿qué pasa? —Leny, se estremece al escuchar su nombre en mis labios, está acostumbrada a que sea mamá quien se lo diga, no yo.
—Es algo que he estado investigando desde que llegue a la cuidad, y ahora lo confirmo. Necesito que me creas que esto lo estoy haciendo por tu bien y no porque el idiota me cae mal.
—¡LENY! ¡Habla de una buena vez!
"A veces es mejor estar solo… nadie te hace daño" “Megara. Hércules” segunda parte. Liz el teléfono de Leny, suena de nuevo, ella deja de mirar mi ataque de histeria y rebusca en su celular. Con las manos temblando me lo tiende, no logro entender qué es lo que quiere qué haga, hasta que toma mis manos y me indica que mire. Esta en la aplicación de W******p, en una conversación con Tony su actual novio, miro una serie de fotos, y lo que estoy viendo ha cortocircuitado mis neuronas, siento que mis ojos se derriten ante la impresión y el corazón dejo de latir casi de inmediato. —Pásala, hay más. —me dice la voz temblorosa y lejana de mi hermana, a lo que sin levantar la vista acato de inmediato. Una tras otra, fotos, tras fotos, en diferentes poses y posturas de una pareja teniendo sexo, en una sala que reconozco a la perfección, porque he pasado horas y
“Las mismas cosas que te detienen, son las que van a levantarte”.“Ratón Timoteo. Dumbo”primera partePatrick.Este día estaba siendo una verdadera tortura, conseguir el regalo perfecto para una niña de cinco años no es nada fácil. Una niña obsesionada con las princesas y los cuentos de hadas y por la que daría mi vida por una de sus sonrisas sin dudarlo un instante.Abba es la mejor hija que cualquier padre pudiera tener, el hecho de pasar más de dos horas en la carretera para recoger y llevar su regalo de cumpleaños no es nada, si así puedo ver la cara que pondrá, cuando su casa de princesas tamaño real, de su tamaño claro, este instalada y lista para usar al desp
“Las mismas cosas que te detienen, son las que van a levantarte”. “Ratón Timoteo. Dumbo” segunda parte Patrick El chofer tan joven llama mi atención y al acercarme veo su capota alzada, confirmo que está teniendo problemas. Me estaciono a su lado, si yo no le ayudo, sobre todo en esta parte de la carretera, nadie lo hará hasta la mañana siguiente. —¿Qué pasó hijo? No es una buena zona para quedar varado. —le comento de manera casual para que no se asuste. Es apenas un muchacho y por la cara que trae, parece no saber nada de autos. —¡Yo… no tengo la más mínima idea! este es mi primer día con el taxi de papá, me dijo que estaba en perfectas condiciones. Este es mi primer viaje, se supone que tengo que llevarla a algún lugar en las afueras y ella me guiaría. —el
“No soy una dama, no estoy en peligro y no te necesito, esfúmate”.“Megara. Hércules.”LizMi cabeza me mata. ¡Ay, mi Dios! y ¿por qué entra tanta luz en mi habitación? Parpadeo varias veces para poder enfocar, pero me duele tanto que solo acomodo el brazo ante mis ojos incapaz de poder moverme. Despacio, como un hongo infectando todo lo que toca, todo lo ocurrido ayer regresa a mi cabeza, Terry y su amiga, mi hermana ayudándome a escapar, el bar, lo que no recuerdo es como llegue a casa. Espera… eso que escucho es un… ¿gallo?Mi despertador no suena como un gallo.—¿Qué princesa Disney eres? ¿Te pareces a Cenicienta? Pero ella tenía el vestido azul no blanco. Me gustan tus zapatos, &ique
“Se necesita mucha locura para soportar tanta realidad”.“El sombrerero loco. Alice in Wonderland.”PatrickSaco todo del refrigerador y lo dispongo en la isla del desayunador. Preparo todo con la mayor velocidad. Termino de montar todo en una bandeja y un movimiento a mi izquierda llama mi atención, antes de agarrar las cosas para trasladarla afuera de la cocina.La princesa se aparece ante mí con un vestido veraniego celeste con unas margaritas en el ruedo, muy distinto al de novia, estropeado por la sangre, no sé por qué se me hace conocido. Cruza su mirada conmigo y se sonroja, entra seguida por mi madre, quien está encantada con tener a alguien aparte de mí y mis empleados con quien conversar.—Mírala Patrick —me dice mi madre, como s
“Yo no soy un premio que hay que ganar”.“Princesa Jazmín. Aladdin.”primera parteLizLas cosas no están saliendo como de ensueño, pero por lo menos no tengo que regresar de inmediato a la ciudad y, sobre todo, no tengo que enfrentarme a mi madre en estos momentos. Después del desastre de la cocina, me vi obligada a seguir abusando de la hospitalidad de Audrey, quien me prestó unos cuantos cambios de ropa más. Por supuesto que antes de asearnos, tuvimos que dejar la cocina decente.No sé de dónde saca la ropa, en definitiva, no es de ella. Audrey es una mujer delgada y algo, o mucho más baja que yo, por lo que deduzco que la ropa perteneció o pertenece a otra mujer de la casa. No pensaré mucho en eso, agradezco lo que el destino me pres
“Yo no soy un premio que hay que ganar”.“Princesa Jazmín. Aladdin"Segunda parteLizArreglo su cabello feliz y muy a gusto, esta era la mejor parte de cuando Leny era pequeña, ayudar a desenredar sus andas locas. Y no ha dejado de ser entretenido por lo que veo. Esta niña me tiene enamorada con su dulzura y belleza.—… puedes? —es lo último que escucho antes de volver de mis recuerdos y ver a la niña esperando una respuesta.—Oh, disculpa Abba, ¿qué me decías?—Qué si puedes ponerte tu vestido de princesa en mi fiesta, solo un ratito. —sus grandes ojos azules me miran a través del espejo, lo dicho, es un peligro esta niña.—Quisiera poder complacerte mi amor, pero el vesti
“Yo solía pensar que el tiempo era un ladrón, robando todo lo que amaba, ahora comprendo que el tiempo te da algo antes de quitártelo y cada día es un regalo, cada hora, cada minuto, cada segundo”.“Alicia. Alicia a través del espejo.”Primera partePatrick.Desde que Abba nació y me vine a vivir con mi madre, he sabido que la figura materna para una niña es muy importante. Yo mismo no sabría que hacer sin mi madre, en los seis años siguientes a la perdida de Mady, me he mantenido cerrado a la posibilidad de sustituirla con nadie, odiando cada segundo y cada minuto de no tenerla conmigo, no puedo imponerle a mi hija una madre que no es la suya. Hoy ver a m