Arturo junto a sus aliados y amigos, abandonaron los viejos túneles rápidamente, temiendo que colapsaran por el temblor que había azotado toda la isla; de tal forma que poco a poco, roca a roca, ladrillo por ladrillo, sepultaron los vestigios que alguna vez habían representado la alianza entre los magos y los hombres, borrando el linaje Pendragon de la oscuridad. Sin embargo, no había porque entristecerse, puesto que ese linaje oculto bajo escombros, moho y polvo, ahora se levantaban con valor y fuerza, comandados por el mismo Rey Pendragon, cargando consigo el poder de la vida, es decir; la magia natural y la magia mundana.
Isabel recibió aquel inefable llamado de la tierra, retumbó a su lado, traspasando las plantas de sus pies y cimbrando su corazón. Poco después, recibió las noticias de su Secretario, y al terminar de escuchar tan aberrantes exposiciones, optó por volver
A la mañana siguiente, de un modo u otro lograron enterarse de todo lo que sucedía a lo largo de la isla, en especial del temblor que sacudió la vida de cada habitante en ella.—Eso no es bueno —expresó Connor, sentado a la mesa, escuchando cuidadosamente.—¿Por qué no sería bueno? —pidió Arturo, una explicación clara.—Nosotros pensábamos que el temblor solo había sido en los túneles, pero no fue así, algo más grande que sacar la espada de la piedra, lo provocó —explicó Keane.—¿Y qué fue? —cuestionó Elina, prestando suma atención.—El dragón —intervino Connor.—¿El dragón? ¿Cómo saben que fue el mítico dragón, eh? —preguntó Arturo, con sarcasmo.—Porque solo su poder podría provocar algo así —declaró Keane.—Bien, ¿y que propones fortachón?—Tenemos que actuar ya, deben ir a buscarlo.—¿Quiénes?—Tú y Elina.—¡Espera un momento! ¿Cómo es que lo hallaremos? —dijo ella, preocupada.—Está en Wistman’s Wood,
—Adivinen que fue lo que averiguamos durante su ausencia —expresó, lleno de esperanza, Connor.—No lo sé…, ¿Downing Street explotó o sufrió algún incendió? —se burló Arturo. Quien recibió miradas de desprecio por su comentario poco afable.—Resulta que el Gobierno Gales, Escocés y de Irlanda del Norte, están descontentos con las jurisdicciones del Reino Unido… —expuso con vehemencia y elocuencia.—Principalmente con La Reina —añadió Tomas.—Así que planean algunos golpes de estado para independizarse o en su defecto, derrocar a La Reina y su gobierno —prosiguió Keane.—Y creen que eso nos beneficia, ¿cierto? —cuestionó Arturo.—Es nuestra oportunidad para volverlos nuestros aliados.—Odio ser aguafiestas, ¿pero cómo planean que apoyen nuestra lucha conmigo en el cargo? Sé lo que dirán, no tengo preparación formal para ese cargo, y es cierto, así que no me apoyarán.—Puede ser, pero nosotros podemos formar un ejército en Inglaterra y es
—Señores, tenemos un problema —expresó Tomas, cuando recién arribaban los demás.—¿Qué clase de problema? —le preguntó Arturo, con esperanza de una exageración.—Cristian y yo fuimos a comprar algo de comida y… las personas del lugar dicen que las revueltas en Londres han alcanzado niveles críticos…—Los ricos quieren huir, pero el clima no se los permite así que se resguardan en sus casas con ayuda de la policía y de seguridad privada —prosiguió Cristian.—El turismo está colapsando, los rebeldes están cerrando todo, tomando lugares turísticos y oficinas del gobierno.—Les dijimos que no hicieran uso de la violencia hasta nuestra señal —pronunció Connor, alterado por los posibles resultados.—Tranquilos —intervino Elina, ellos tambié
—¿Cómo haremos esto Arturo? —preguntó Cristian, dudoso de acceder a la locura que le ponían enfrente.—¿Dónde los tienen? —respondió Arturo.—Deben tenerlos en la estación principal todavía —expuso Andrew.—Ese lugar está muy expuesto durante el día —añadió Tomas.—No tenemos otra alternativa —dijo Arturo, analizando el mapa de la ciudad, tendido sobre la mesa.—Podríamos esperar a que anochezca.Mientras ellos discutían y formulaban su plan, Elina tomó una decisión arriesgada, llamando de un teléfono público a su amigo, Sam…—Sam, sé que no has sabido de mí en estos días y que todo el mundo dice que soy una fugitiva traidora, pero necesito de tu ayuda.—¡¿Elina?! &i
Todo lo necesario había sido conseguido, las fachadas estaban listas; era tiempo de actuar.Alrededor de la estación de policía, había patrullas y oficiales custodiando el lugar meticulosamente, ya que en ella mantenían resguardados a todos los vándalos.La Resistencia observaba desde afuera, o al menos Keane, Tomas y Cristian. Se percataron de que arribaba el hombre que había causado tanto desastre y alboroto. Era custodiado con fervor para que llegara sano y salvo hasta la entrada principal, donde aguardaba Arturo como guardia de seguridad, agachando la cara y girándose sutilmente para que no le reconociera.Elina portaba un traje de vestir con alto peinado, fingiendo ser una de las oficinistas. Adoptó la misma posición que Arturo ante la presencia de aquel hombre detestable. Andrew había logrado entrar como conserje, gracias a su amigo. Connor había optado por el disfraz de po
Isabel estaba consternada ante lo que todo el mundo llamaba: “El hombre de la mítica leyenda”. Los medios, en todo Reino Unido, y sin duda alguna en todo el mundo, habían presenciado de una forma u otra, lo que Arturo había hecho, junto al acto mágico de sus amigos.Ella pudo reconocer a esas personas, entendió que aquella locura que le habían expuesto, iba más allá de un linaje perdido, o de una usurpación; era una muestra de la misma voluntad de Dios en ese hombre, un hombre que jamás había tocado una escalinata real, o presenciado un carruaje, que no poseía la educación de un rey y sin embargo, parecía serlo. Su corazón estaba apesadumbrado, aunque extrañamente, también se sentía aliviado; como si una carga que se había visto obligada a llevar por imposición y mentiras, ya no le abrumara.Así pues, como si las
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde está Arturo? —le interrogó el ansioso Keane, a Elina.—No lo sé, solo se fue. Dice que ocultó la espada en donde nadie podrá encontrarla. No tengo idea de si volverá o no, lo único de lo que puedo estar segura, es que él ya no quiere luchar.—¡No podemos desistir ahora, no después de lo que pasó!—Las personas están proclamando a Arturo como el legítimo Rey, ya pueden ponerle un rostro a su causa —añadió Connor, recargado con sobriedad en la pared.—¿Tienes idea de a dónde fue? —le preguntaron a Tomas.—Nuestros refugios ya los conocen, no creo que haya ido ahí, pero puedo averiguar con nuestros conocidos.—Bien, hazlo —le pidió, más como una súplica que como un mandato
La mañana había vuelto a aparecer y con pesar para algunos, el alba no había traído consigo el regreso de Arturo. Todos estaban conmocionados, nadie imaginaba donde estaba: ¿en verdad había huido y dejado todo atrás? ¿Realmente había abandonado a sus amigos en un futuro incierto?—¿A dónde vas? —le preguntó Keane a Elina, extrañado por verla cargar un pequeño bolso en su brazo.—Me voy —le dijo, sin mirarlo fijamente, evadiendo las reprimendas.—¿A qué te refieres con que te vas? —le gritó— ¡No puedes dejarnos así nada más?—¡Él se ha ido!... Y no planea regresar, por eso me voy a un lugar donde pueda seguir descubriendo quien soy, al menos en lo que le queda de vida a esta isla.—¡¿Entonces te rendirás así de fá