AÑOS DESPUES
—Hay un problema señor Lambert.
— ¿Cuál? —cuestioné, empezando a enfadarme.
Hoy no era un lindo día y esta llamada solo lo empeo… Ja, a quien engañaba, todos los días eran una completa m****a.
—La abuela murió, pero la niña sobrevivió al accidente.
Me detuve de inmediato al escucharlo. No estaba entre mis planes un error como este.
Apreté el celular en mi mano y lo estampé contra la pared haciéndolo añicos.
—¡¿ACASO SON UNOS PUTOS PRINCIPIANTES?! —bramé, agarrando de la camisa a Franco quien se encontraba a mi lado—. ¡TE DIJE QUE QUERÍA A LOS MEJORES!
—Y lo son —susurró—. Pero los imprevistos ocurren y…
—No sigas —lo solté y arreglé un poco mi saco. Respiré profundo para tratar de tranquilizarme—. Los quiero muertos. Mas tarde arreglaremos cuentas tú y yo.
Entramos a la que sería mi nueva propiedad acá en Turquía y me sorprendí por las semejanzas que tenía con mi hogar en Francia. Observé todo con detalle, aunque sus arreglos eran muy tradicionales acorde a su cultura, me hizo sentir por un momento en mi verdadero hogar, quien estaba decorado completamente al estilo…
—Bu-Buenos días señor Lambert —saludó, se notaba nervioso y lo entendía—. No lo esperaba, pen-pensé que yo viajaría y…por favor deme más tiempo.
Tiempo.
Metí mis manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón y pasé por su lado. Llegué hasta lo que supuse era la sala, un enorme cuadro captó mi atención apenas puse un pie dentro, sus bordes eran de oro y en el había una mujer, su hija.
Su trofeo.
—Sabes —dije, viéndola fijamente—. Algo que he aprendido en estos años es que la vida es injusta, envidiosa, no da segundas oportunidades y mucho menos…tiempo —rápidamente saqué el arma de mi pretina y me volteé para arremeter dos veces contra el maldito de Miran.
—N-No…No me ma-mate —suplicó entrecortado mientras yacía tumbado en el piso.
Hice una mueca de disgusto cuando su sangre empezó a manchar mi hermoso y fino tapete.
Viviría, solo habían sido dos tiros en una pierna.
—Desde este momento todas tus propiedades me pertenecen y aun así me seguirás debiendo —chasqueé la lengua, no gustándome para nada lo que acababa de decir—. No me sirves, estas muy viejo y morirías rápido, pero se de alguien que no.
Llevé mi mirada al cuadro y después a él.
— ¡No! —gritó, mientras negaba una y otra vez—. No, por fa-favor no, mátame, haz lo que…que quieras conmigo, pero mi…mi hija no tiene nada que ver con mis deudas.
Solté una risa sarcástica y negué.
—Claro, si me llevo a tu hija, el bastardo al que se la vendiste te mataría, por un momento pensé que era angustia y amor de padre lo que vi en tu mirada, pero no. Eres un maldito hombre que no puede ver más allá del dinero.
—Por favor…su padre y yo er-eramos buenos amigos.
—Qué raro, mi padre no tiene amigos —toda esperanza abandonó su rostro—. Ya sabes que hacer Franco, llévalo al hospital y cuídenlo muy bien…es mi nuevo amigo.
—Su hija llegara en cualquier momento, ¿Qué haremos con ella?
—Yo me encargo —alcé mi mano e hice un gesto para que se fueran todos.
Cuando todos se marcharon y estuve sumido en el total silencio, mi traicionera mente divagó días atrás cuando Emma me hizo frente y dijo, lo que probablemente todos pensaban, pero se abstenían a decirlo por miedo a como reaccionaria.
FLASHBACK
— ¡¿Hasta cuándo seguirás con esta venganza?! —cuestionó Emma entrando a mi estudio, estaba alterada—. Llevas cinco años sumido en ese odio que está acabando contigo. ¿Acaso no lo ves hermano? Ni siquiera te conozco.
Solté una risa y me levanté de mi sillón.
—Sabrás de primera mano gracias al maldito de Alessandro lo que es querer vengarse. No se detuvo hasta que…. —la miré fijamente y apreté mis manos queriéndome controlar. Recordar ese día hacía que quisiera matar a cualquiera—. Yo no lo haré hasta ver al último Azïm caer.
— ¿Piensas que a Zeynep le gustaría ver en qué te has convertido?
—¡No la nombres! —grité, acercándome hasta donde ella—. ¡Tú no sabes nada Emma! Decías conocerla, pero no, eras una hipócrita que solo pensabas en ti misma, ¡no pudiste ver más allá del mil veces maldito de Rod!
Ella agachó su cabeza y suspiró, cuando la levantó, su mirada era neutra, no podía ver más allá de esa muralla que había construido hace varios años atrás.
—Ya mataste a su padre, a su hermano y a su esposa en un lapso de cinco años. Ahora mataras a su madre y lo peor, a su hija… ¡A UNA NIÑA! —golpeó mi pecho y me rempujó—. ¿No te has detenido a pensar que esa niña tiene la de edad que en este tiempo tuviera tu hijo con Zeynep?, ¡mi sobrino! ¿mataras a esa niña? ¿aun así la mataras? ¡responde malditasea!
La miré a los ojos sintiendo como mi cuerpo entero ardía de la rabia, Emma dio un paso hacia tras.
—Mi hijo está enterrado a tres metros bajo tierra junto con su madre —con cada palabra sentía miles de cuchillos en mi garganta —. Le devolveré el favor.
—Tu…Tu mirada —susurró—. Pensé que aún había tiempo, que podía salvarte hermano. Pero, no puedes salvar a alguien que está muerto.
—¿Quién es usted? —Preguntaron detrás de mí, sacándome de mis pensamientos.
—Diez minutos —anuncié sin voltearme aun—. Es el tiempo que tienes para alistar tus maletas e irnos de aquí.
Unos pasos apresurados se empezaron a escucharon.
— ¿Que? No lo conozco, no me moveré de mi casa. No iré con ust…—me volteé a mirarla, haciéndola callar abruptamente cuando nuestras miradas se encontraron. Sus ojos me miraban sorprendidos.
—Diez minutos —pronuncié lentamente. La miré de arriba abajo detallando su vestimenta y salí de aquella mansión.
Respiré profundo cuando ya estuve afuera, el respirar adentro era más pesado. Me encaminé hasta la camioneta donde me esperaban dos de mis hombres. Les pedí un celular y rápidamente le marqué a Franco.
—Ve a la India y secuéstrala. Tú y tu mujer tienen experiencias con niños, la cuidaran y no dejaran que salga a la luz de sol —Ordené apenas contestó.
—Pero no estaba en el plan.
—Como tampoco estaba en el plan que ella saliera viva de ese accidente —exclamé—. Si no tuviera a gente incompetente nada esto estaría pasando…Solo haz lo que te digo, te daré una semana.
— ¿Qué haremos con ella?
—Solo preocúpate por traerla —colgué y me volteé a verla.
Estaba en la entrada con sus brazos cruzados viéndome muy fijamente. Tenía carácter, pensé que sería más dócil.
Me recosté en el carro, aun manteniendo mi mirada en ella y esperé. Con cada segundo que pasaba se desesperada aún más, lo contrario a mí, que estaba sereno y disfrutando el espectáculo.
Alcé mi mano derecha y vi la hora.
Diez minutos.
Empecé a caminar hasta ella y recordé.
—Diez minutos, fue el tiempo que te di para empacar tus cosas.
—Entienda, no sé quién es usted. Jamás me iría con un desconocido, por lo que veo no es de por aquí y tal vez no conozca nuestras costumbres.
—Se equivoca, conozco cada una de ellas —confesé, agarrando su brazo y tirando del para guiarla hasta el automóvil—. No se oponga y ni siquiera se atreva a gritar, el mundo entero puede estar cayéndose a pedazos y aun así no evitaría esto.
— ¿Acaso está loco? Suélteme, no tiene poder sobre mí.
Me detuve y la atraje hacia mí. Sus ojos se abrieron sorprendidos.
—Claro que sí, tu padre me pidió que te protegiera, más adelante te llamara para reafirmar lo dicho por mí.
Llevó su mirada a su brazo y entendí, la solté de inmediato.
—Sí lo que dice es cierto y mi padre ha confiado a su única hija en sus manos, entonces iré con usted.
[…]
Odiaba permanecer lejos de casa por tanto tiempo y para mi mala suerte este mes estaría mucho tiempo por fuera, así que cuando llegué y un rico aroma impacto mis fosas nasales, mi día mejoró un poco.
— ¡Noah! —gritó Rose, quien venía bajando de las escaleras apresuradamente. Abrí mis brazos para recibirla en un fuerte abrazo—. Te extrañe.
—No más que yo —susurré, apretándola aún más a mí, pero al reparar en algo, me separé confundido y nos miré a ambos—. Me voy solo por una semana y tú creces más de tres centímetros. Deja de crecer.
—Tan imposible como es que me dejes ir a Estados Unidos con Sofia —deje de sonreír de inmediato—. Está bien, lo entiendo…mejor cambiemos de tema, ya sé que es lo que quiero para mis 15.
— ¿Qué quieres? —sus ojos brillaron de emoción haciéndome sonreír. Era la única que podía hacerlo.
—Un viaje de dos personas a la India, quiero aprender más sobre su cultura, quiero…
—No —negué rotundamente.
Jamás.
Pasé por su lado y caminé hasta las escaleras para ir a mi habitación.
¿Por qué tenía que ser especialmente ese país?
— ¿Por qué no? Me dijiste que me darías lo que quisiera —recordó detrás de mí—. Quiero ir a la India contigo.
—No Rose, lo que sea menos eso.
—Sabias desde un principio que siempre he querido ir, pero esa Elif te hizo cambiar de parecer. Aquí se hace lo que Elif diga… ¿no? Elif dijo esto, Elif dijo lo otro, ¡Ella no es la mujer de esta casa!
Me detuve abruptamente y volteé a verla, tenía sus ojos aguados y su rostro completamente sonrojado.
— ¿Te estas escuchando? —cuestioné incrédulo, aun sin dar crédito a lo que había salido de su boca—. Deja de decir estupideces.
—¿Estupideces? Le dije que no, le grité, incluso le supliqué, pero al parecer tiene más autoridad que yo en ¡Mi casa! —la miré confundido. ¿De que hablaba? —. Ordenó que guardaran todos los cuadros de Zeynep y los llevaran al sótano, además empezó a redecorar el majlis de Zeynep.
Retrocedí y me agarré del pasamano de las escaleras. Mi corazón empezó a palpitar rápidamente y mi respiración a acelerarse.
—¿Qué? —musité sin aliento.
—Ahora estaba en tu cuarto buscando la llave para abrir la alcoba que compartías con Zeynep.
No había terminado de hablar cuando ya me encontraba subiendo rápidamente las escaleras. No era muy difícil hacerme enojar, cada día lo hacían tan a menudo que podría convertirse en mi humor habitual.
—NO, NO, NO, NO —Susurraba con cada paso que daba.
Ella no era capaz, ¿Por qué lo haría? Todos sabían que no podían entrar a esa habitación, mucho menos al Majlis de…ella.
Me detuve y sentí como mi corazón saltó al ver como forzaban la chapa.
— ¡ALTO! —bramé, llegando hasta donde ellos y apartándolos—. Tienes un minuto para que te largues antes de que te mate, si no lo hago ahora es por respeto a la habitación de mi amada.
El hombre quien al parecer era un jardinero, asintió rápidamente y salió despavorido.
—Noah —dijo Elif sorprendida acercándose, se detuvo cuando negué levemente—. ¿Qué haces aquí? Pensé que llegarías mañana.
Empuñe mis manos mientras me recordaba que era su hermana, que no podía matarla.
Es su hermana y ella la ama…
Es su hermana y ella la ama…
Cerré mis ojos y traté de calmarme, traté de buscar calma, pero mientras más trataba de controlarme, más crecía la ira en mi interior.
—Elif —dije entre dientes—. Es la última vez que intentas entrar a esta habitación, porque de lo contrario, olvidaré que tú eres su hermana y acabaré con tu vida, te juro por mi vida que enserio lo haré y lo disfrutaré.
—Pero Noah…
— ¡No tienes ningún derecho para hacer algo como esto! —grité sin poder contenerme—.¡Quiero que todo lo que tocaste vuelva a su lugar! ¡Jamás tendrás la autoridad para hacer algo como esto! ¡Las cosas de mi esposa volverán a su lugar y recuerda que esta casa es de ella y no tuya!
Sus ojos se aguaron y las lágrimas poco a poco fueron cayendo. Estaba equivocada si pensaba que sus inútiles lagrimas harían un efecto en mí.
—Pensé que podía…
—Cállate y no pienses, escúchame —exigí agarrándola de los brazos y apretando el agarré en ellos—. Ni yo podría hacerlo, esta casa era, es y será de Zeynep, solo ella tiene la autoridad para redecorarla, solo ella y nadie más.
—Aun sigues hablando de ella como si estuviera viva, ¡por Ala!, déjala que descanse en paz. Mi hermana mu…
—Basta mujer, no sigas —la solté y llevé mis manos a mi cabeza golpeándola una y otra vez—. ¡Lo sé! Está muerta, sí lo sé, cada maldito día tu o cualquiera me lo hacen recordar. Está muerta Noah, muerta, ¡MUERTA! ¡ZEYNEP ESTA MUERTA!
Golpeé una y otra vez la pared sin parar. Elif empezó a gritar que me detuviera, pero no, seguía golpeando, haciendo que poco a poco mis nudillos se dañaran
Un recuerdo de una de nuestras primeras conversaciones que tuvimos en esa habitación llegó. Cerré los ojos por inercia.
—¿Qué es lo que más te gusta de poder ver? —susurró en un tono suave.
—Verte a ti —confesé sonriendo.
Abrí mis ojos rápidamente y negué volteándome a ver a Elif.
Llegaría el día en que cerraría los ojos y al abrirlos, sea su hermoso rostro lo primero que viera de nuevo.
—Escúchame bien —la señalé seriamente—. No volverán a decir que está muerta, ni tu ni nadie y no te olvides que Rose es mi hermana y tu solo eres la hermana de mi esposa. Iremos a la India, a tu ciudad, desde ahora me haré cargo de todos mis negocios en ese país, no te encargaras más, no lo harás.
Su rostro se tornó pálido y por un segundo pensé que se desmayaría. Estaba aterrada.
—No podrías pisar mi país y salir vivo, Abdul te mataría, mis padres lo harían por lo que le hiciste a mi hermana.
—¡No le hice nada! —grité—. Nunca podría herir a Zeynep, primero me mataría a mí mismo antes de siquiera pensar en hacerle daño
—Pues no piensan igual, para ellos tú la mataste —agarró mi mano y la entrelazó con la suya—. Y recuerda que tienes que cumplir con tu deber Noah, lo tienes que hacer. No puedes faltar a nuestras costumbres.
Negué una y otra vez a sus palabras. Jamás podrías hacer algo como eso. Nunca. Me solté de inmediato.
—NO —gruñí—. No te desposare, No Elif…No.
—Zeynep lo querría, tú sabes nuestras costumbres, te las enseñe todos estos cinco años, estuve a tu lado ayudándote, te consolé en tus momentos de tristeza, es hora de que cumplas por primera vez con nuestras tradiciones, aprendí a quererte, todos estos años te he tratado como mi esposo.
—Cállate y no sigas —demandé furioso, no podría controlarme más—. No podría casarme contigo, jamás. No tengo corazón, tu hermana se lo llevó junto con la mitad de mi alma, en ese cuarto, fue mía, en ese cuarto le profese mi amor y juré que sería la única mujer en mi vida y lo será.
—Envejecerás solo, dices ¿pero qué locura piensas? —extendió sus manos agitándolas—. Mis padres me desterraran si saben que no me he casado contigo.
— ¿Qué? —fruncí mi ceño confundido.
—Les dije a mis padres que soy tu esposa, que nos casamos hace cinco meses, si se enteran que he mentido me repudiarían. ¡No puedes hacerme esto! Tienes que casarte conmigo, no hay opción.
—¡Que te maten si quieren! —bramé mirándola fijamente—. Responde ¿En algún momento te llegué a tratar diferente a lo que somos, cuñados?
Ella agachó su cabeza y calló, no dijo nada así que continúe.
—Eso pensé, ahora arregla todo esto porque de lo contrario, ni tu Dios podrá prevenir lo que te haré.
—Te vi tan preocupada por ella ese día, que quise ayudarla de nuevo. Le di un hogar y un trabajo solamente por ti, porque sé cuánto la quieres y el amor que sientes por ella, pero… —suspiré y negué—. Es imposible lo que dice, que bien que cambiaste de parecer y querías que nuestros hijos vivieran libremente, no podría con semejantes costumbres, reglas… como sea, viviríamos discutiendo —sonreí por inercia—. Y buscaría la manera de arreglarlo todo, te sorprendería con una gran cena bajo la luna y terminaríamos profesando nuestro amor, pero en cambio estoy aquí, hablándole a la nada y pensando en ti…como siempre.Pronto nos encontraremos mi amor, lo prometo. Llevé mi mirada a su ropa y negué levemente. No era capaz de hacerlo, aun no estaba listo para seguir el consejo de mi madre, tal vez nunca lo estuviera.Guardar todas sus pertenecías. Jamás.Mi teléfono empezó a vibrar en mis bolsillos y lo saqué rápidamente, al ver el nombre contesté de inmediato.—Dime —me levanté del suelo y ráp
—Señor Noah —murmuré un sí y seguí respondiendo correos. Ya había acabado con todo el trabajo pendiente y mostrado a Aysel lo que sería su trabajo de ahora en adelante, ahora íbamos de nuevo a la mansión—. Agradezco mucho su gesto de amabilidad y confianza al pensar que podría manejar la contabilidad de su empresa, pero solo soy una estudiante de cuarto año, no estoy aun lista para…—Aysel, tres cosas —enumeré viéndola, sus manos temblaban, arrugué mi ceño al verlas—. Señor Lambert, no Noah. Segundo, no pondría a alguien incompetente para manejar mi tan preciada contabilidad, vi tus notas y son buenas. Tercero, lo harás y más vale que no te equivoques, no es gratis tu estadía en mi mansión. ¿Alguna otra cosa por decir?—No es Aysel, soy Aysel para mi familia —se enderezo en su lugar, mientras sus ojos me miraban fijamente—. Usted es un amigo de mi padre, pero desconocido para mí. Señorita Aslanbey para usted.Casi sonreí al ver su nueva postura. Asentí sin más y atendí el teléfono que
Una semana después— ¿No crees que eres muy duro con ella? —negué levemente, continuando con el postre que ella había preparado—. Trabaja mucho en tu empresa, llega ayudarme en la cocina, después termina sus trabajos pendientes, recibe sus clases de la facultad y .... ¿Aun sigues pensando que no eres duro?Solté la cuchara al terminar el último pedazo y sonreí. La sorpresa y la alegría llenaron sus facciones.—Quedó delicioso, tus manos son benditas —las agarré y le di un beso en cada una de ellas—. Gracias por prepararlo.—Si hubiera sabido que prepararlo te haría sonreír, lo habría hecho desde hace mucho mi niño, haré postres todos los días. Quiero verte sonreír todo el tiempo.—Engordare feliz entonces.—Que así sea —la miré fijamente y arrugué mi ceño al ver lo inquieta que se veía de repente. Había algo que no me quería decir—. Elif volvió en tu ausencia.Soltó rápidamente.— ¿Por qué no fui notificado sobre esto? —inquirí.—Yo fui la que no permitió que te dijeran, no quería que
—Pues…evidentemente no es de mi familia —empezó a reírse nerviosamente—. Él es… ¿Por qué siempre tengo que responder cuando tú nunca lo haces? ¿Qué clase de relación es esta?Empuñé mi mano y suspiré al escucharla, trataba de evitar la maldita pregunta.¿Por qué? —Está bien, no respondas, eventualmente lo sabré —dije serenamente, no dejaría que más temas sobre Elif me hicieran perder la compostura—. Pero no vivirás más aquí, te iras a uno de mis apartamentos en el centro de la ciudad.— ¿Piensas que me echaras, así como si nada? —chilló indignada.—Agradece que no te hice nada por lo que le hiciste a Aysel, evítate más problemas y mantenme informado de todo lo que hagas. Si Ömer se comunica contigo, quiero saberlo.La sorpresa en su rostro al nombrar a Ömer fue muy evidente. Su mirada esquivó la mía de inmediato.—No tendría por qué comunicarse conmigo, no quiero saber nada de ese hombre, él lo sabe.—Que bien —caminé hasta la salida, deteniéndome justo antes de irme—. Fue la últim
—Vine en cuanto pude —levanté mi rostro al reconocer esa voz—. Tuve que instalarlos, además también contraté personas de confianza para vigilar la casa las veinticuatro horas, las niñeras saben que no…—Es lo último que quiero saber Franco —lo detuve en cuanto supe el camino de la conversación—. No me importa si el hijo del hombre que tanto odio come, llora o muere, en el mejor de los casos.—Noah no es el hijo —expresó abatido—. Son los hijos. Intenté decírtelo muchas veces, pero nunca me dejaste.Por eso había dicho eso. —Mata a la persona que nos dio aquella información errónea. Esto pudo costarte la vida, después me contaras a detalle todo y veré que haremos, pero ahora lo más importante es Aysel…solo ella.— ¿Qué sucedió con ella? —preguntó confundido.Esperé a que se sentara para hablar.—Elena entró a mi casa sin mi permiso, necesito que te encargues —asintió rápidamente—. Me dijo que Aysel es hermana de Ömer.—Imposible.—También lo pensé, pero en ese mismo momento hablé con
—No pienses y no vuelvas a intentar tocarme. ¿Está bien?No espere a que respondiera, fui hasta el baño donde Rose había entrado y escuché como la regadera estaba encendida.—Rose entraré y dejaré lo que necesitas —hablé un poco fuerte para que pudiera escuchar, pero aun así no tuve ninguna respuesta de su parte.Siempre cargaba a mi disposición una llave en específico, con ella podía abrir la mayoría de puertas de esta mansión.Entre rápidamente y deje las cosas encima de la gran encimera que tenía este lavado. Cuando salí, solté todo el aire que sin querer estaba reteniendo.Que complicado seria esto sin Zeynep.Mi teléfono vibró en mis pantalones, cuando vi quien era me extrañé muchísimo.— ¿En dónde estás? —fue lo primero que preguntó.—En mi casa, ¿por qué? —fruncí mi ceño confundido. Sentía que algo no estaba bien por su tono de voz. Un fuerte suspiró se escuchó tras la línea. Fui hasta el jardín con una sensación agobiante dentro de mí.Cálmate. —Una vieja amiga recientemente
Abrí poco a poco mis ojos, adaptándolos a la luz tan fastidiosa de aquella lampara, por el olor supuse que estaba en una maldita cama de hospital.—Despertó —escuché a Emma decir.En segundos tenia a toda mi familia viéndome con ojos preocupados. Fruncí mi ceño y empecé a incorporarme para observarlos mejor.Mi cabeza dolía y sentía una leve punzada en mi pecho.—Franco, traigan a Franco —exigí, viendo la cantidad de aparatos pegados a mi pecho—. Quítenme esto, necesito ir a…uffLa punzada en mi pecho empezaba aumentar y un sonido de una de las maquinas se disparó en cuanto pensé en ella.—Cálmate Noah —ordenó mamá—. Casi tuviste un infarto, casi morías ahogado, casi te perdíamos. ¡Cálmate! Si no fuera por ella… no quiero ni pensarlo.— ¿Quién? —pregunté.—Aysel —respondió Emma sonriendo—. Ella fue quien te salvó, al parecer están a mano.Aysel, ¿a qué juegas? —Papá, necesito ir al Cairo…Ethan explícales y muestra la imagen por favor.—Lo siento por enviarte esa foto hermano —expresó
—Viajaré y arregl…— ¡No! —gritó, estampando su mano en el escritorio—. Esta mierda no se arregla así. ¡Te casaras con Elif y harás todo malditamente publicó! Después y solo después, su padre saldrá a desmentir toda esa mierda. Ahora prepara una puta boda en menos de dos días.Parpadeaba una y otra vez, mientras mi cuerpo se mantenía tieso en su lugar. Trataba de asimilar todo lo dicho por él, no creía que mi propio padre me pidiera algo tan malditamente imposible.¿Cómo era capaz de pedirme que me casara con la hermana de mi esposa?—Todo esto es obra de tu madre, verdad —intuí, viendo fijamente a Elena.—Solo lo aconsejé, llegué a un acuerdo con el padre de Elif, solo así hablará. No mancharas el apellido Lambert, no deshonraras ni a mi marido, ni a sus padres. El apellido es lo primero, después la moralidad y los sentimientos…Inhalé y exhalé varias veces lentamente, tenía que controlarme, tenía que ser paciente, ella pagaría muy pronto.—No te metas en mis asuntos, quiero que sea