La habitación era muy linda y cuando vi la pared entendí lo que quería la Omega. Había fotos de Leo y Tamia colgadas en todas partes. Me acerqué a mirarlas, había unas grandes y otras pequeñas. No tenían polvo, así que significaba que las habían puesto recientemente o tal vez las cuidaban mucho, de hecho, pude oler el aroma de Vanessa en ellas; esa estúpida Omega. "Se supone que esta es la habitación principal, así que no sé qué hacer con las fotos." Dijo la perra y me eché a reír, ¿acaso pensaba que yo era una resentida?"Quita las que tienen a la reina Tamia con Leo y deja solo las que sean de la reina." Le ordené, sin querer que el Rey Sylvester viera fotos de Tamia y Leo juntos. En las que aparecía ella solo eran hermosas y sabía que le gustaría tenerlas en las paredes, tal vez hasta se llevaría algunas al Norte. Solo esperaba que algún día nos visitaran. "¿Y qué hacemos con la ropa y las joyas que están en el armario?" Preguntó Vanessa. "Déjalas ahí. Es la reina y se quedará
~ Leo ~ Me sorprendió ver a Devin con Susan. Recordaba muy bien que la última vez que lo vi, me dijo que ya estaba harto de ella, por lo que me pregunté qué habría cambiado. Sin embargo, se veían bastante felices, así que entendí que habían vuelto y no le preguntaría nada al respecto, aunque me gustaría que él me contara que había pasado con su relación.Amelia estaba sentada en el sofá de nuestra habitación y suspiró con resignación, sabía que necesitaría un tiempo para acostumbrarse al lugar, y no la culpaba. Tamia había sentido lo mismo sobre la mansión, así que nunca nos mudamos, aun después de que la terminaron. Además, me pareció que lo mejor sería que mis oficiales y yo viviéramos en casas de un solo piso, porque nos daba la privacidad que necesitábamos. Vivir en la mansión sería difícil para los dos, pero era algo con lo que teníamos que lidiar por el momento. Por otro lado, aún no le había dicho a Amelia que nuestros amigos del Norte estaban en camino, quería que fuera una
"¡Ay muchas gracias!" Dijo Amelia. Devin me miró, intrigado."Luna, ¿así de rápido? ¿Acaso no podían esperar a la luna azul?" Preguntó perplejo, yo me reí."Amelia y yo somos compañeros destinados." Señalé, por lo que Devin se sorprendió."Guao, pues menuda suerte tienes." Dijo después de un momento de pausa, felicitándome, yo asentí con una sonrisa.Mientras hablábamos, Amelia se levantó y me pregunté qué quería hacer."Ya casi es la hora de la cena, quiero cocinar algo rico para nosotros." Comento Amelia y Susan le sonrió emocionada."Ay sí, me gustaría cocinar contigo, ¿puedo? Tal vez así mejore un poco mi sazón." Preguntó Susan rápidamente, Amelia sonrió y asintió.Normalmente la habría acompañado, pero parecía que Devin tenía algo importante que discutir conmigo y no podía esperar, así que vimos cómo nuestras compañeras salían de la sala y se iban a la cocina. En cuanto se fueron, miré a Devin y él suspiró, hundiéndose en el sillón, apoyando la espalda en el respaldo, luciendo sú
~ Leo ~Amelia y Susan cocinaron una cena deliciosa, luego sirvieron la comida. Era obvio que Amelia era muy cuidadosa con lo que comíamos. El hecho de que no confiara en las Omegas también influía en que no quisiera que nadie más cocinara, pero era mejor porque cada que cocinaba era algo delicioso. Devin estaba encantado con la comida y se los hizo saber, para cuando llegó el momento del postre, estaba más que dispuesto a comérselo todo. Pude notar que estaba haciendo como si nada ocurría por el bien de Susan y lo admiré por eso. No querer preocupar a Susan fue un lindo gesto de su parte, pero a diferencia de él, yo no podía ocultarle mis sentimientos a Amelia. Ella tal vez no preguntaría, pero sabía que podía sentir mi preocupación, estábamos conectados, así que tratar de esconderle mis emociones sería inútil. "¿Las dos hicieron esto?" Preguntó Devin, probando la torta, Susan sonrió. "Amelia es una profesional y ha decidido que soy digna de ser su alumna." Dijo Susan, miran
~ Tamia ~Nunca olvidaré la noche en la que mi maravillosa vida se convirtió en un completo desastre. No puedo sacar de mi mente el momento en que todo cambió.Mi esposo y yo fuimos a una fiesta a la que no quería asistir, pero Casper, un beta amigo de Leo, era el anfitrión y él estaba decidido a honrar su invitación a toda costa. Debí haberle suplicado un poco más que nos quedáramos en casa, pero quería ser una esposa comprensiva, así que decidí seguirlo y ese fue mi peor error.Leonardo Albert era mi esposo y el alfa de la Manada de la Montaña, lo que me hacía ser conocida como Tamia Albert, la Luna de la manada. Leonardo me eligió para ser su Luna cuando tenía diecinueve años. En realidad, empezamos a salir cuando yo tenía diecisiete y él veintiuno, aunque no llegamos a la intimidad física, ya que, aún no tenía la edad para eso, nos enamoramos de todos modos y juramos permanecer juntos.Muchas de las mujeres de la manada me odiaban porque él solo tenía ojos para mí y no es que yo
~ Leo ~Tamia era el amor de mi vida y no había nada que no haría por ella. La amaba con toda mi alma y cuando le prometí que siempre estaríamos juntos, lo dije muy en serio. Era perfecta para mí; hermosa tanto por dentro como por fuera y tenía la fuerza que una Luna debía de poseer. Amaba cada una de sus cualidades y sinceramente no podía dejarla ir.Estaba enamorado de ella desde que recuerdo, por eso cuando se presentó la oportunidad de cortejarla, la aproveché de inmediato y como resultado, habíamos estado casados durante cinco años. La amaba inmensamente. Mi amor por ella era tan fuerte que creía que sería fácil rechazar a mi compañera destinada si alguna vez la encontrase y ella prometió hacer lo mismo a cambio. Sin embargo, nunca imaginé que rompería esa promesa de una forma tan cobarde.Tamia no quería ir a la cena de Casper; debí haberla escuchado y decirle a mi amigo que no iríamos, pero ahí inició mi caída. El fresco aroma a menta y manzanas me tomó por sorpresa y me atra
~Tamia~ Por la mañana salí a correr y al regresar, la gente me miraba con curiosidad. No necesitaba tener más de 2 neuronas para saber que ya se había difundido la noticia de que el Alfa había encontrado a su compañera destinada. Leo no intentó ocultar la atracción entre Amanda y él. Internamente me preguntaba si los miembros de la manada estaban contentos de que su Alfa sería más fuerte ahora que había encontrado a su compañera destinada. También me cuestionaba a mí misma, si me apreciaban lo suficiente para que se preocuparan verdaderamente por mí y el dolor que sufriría, el cual hasta podría volverme loca. Honestamente, me preguntaba de qué lado estarían.Pasé corriendo junto a los miembros de la manada y regresé a mi casa. Leo estaba desayunando pero, no le había hablado y no planeaba hacerlo, porque no tenía nada que decir. Fui al dormitorio a ducharme y vestirme para comenzar el día, había una reunión a la que debíamos asistir juntos y por mucho que preferiría quedarme en cas
~Tamia~ No hablé con Leo durante todo el viaje y cada intento que hizo por hablar conmigo fue respondido por mi silencio. Cuando finalmente llegamos a casa, fui directo al dormitorio. Nuestra casa tenía cuatro habitaciones, queríamos que nuestros hijos tuvieran cada uno la suya propia, pero ya no sería así. Me pregunté cuál de esas habitaciones me pedirían que ocupara cuando Amanda se mudara; Las palabras de Linda seguían en mi mente y al igual que ella, sabía que mi cama estaría también vacía pronto."Tamia, por favor." Dijo Leo, siguiéndome a la habitación. "Por favor, Tamia." Suplicó y me giré para mirarlo."¿Por favor qué? Todos están hablando de esto, Leo, me humillaste en la fiesta, ¿qué si ella es tu compañera destinada? ¿Tenías que dejarme sola para ir al balcón y besarla? ¿Sabes siquiera lo que significa controlarte a ti mismo?" Le pregunté y bajó la cabeza."El sentimiento era abrumador." Me reí al escuchar su respuesta."Mejor ve a Bosque Blanco y termina lo que ya empezas