Capítulo 22
Aitana no quería enfrentarlo, así que inventó que iba al baño.

Se apoyó contra la pared, sumida en un silencio pensativo, esperando a que Damián se fuera con discreción.

Aproximadamente diez minutos después, la puerta del baño chirrió al abrirse, un rayo de luz blanca se filtró por la rendija, y luego Damián entró a tientas.

En el espacio oscuro, solo estaban ellos dos.

Aitana evitó mirarlo, negándose a comunicarse con él.

Damián se acercó a ella, su imponente figura la envolvió, y él tocó suavemente su rostro, con una voz ronca y suave: —¿Te duele todavía?

Aitana apartó la cara con fuerza.

Ella aborrecía su contacto, lo demostraba claramente.

Pero Damián no era un hombre fácil de despachar. Se colocó entre sus piernas, sujetándole suavemente la barbilla con una mano, acariciándole la cara. Su expresión era de gran ternura, pero a los ojos de Aitana era sumamente irónica.

Aitana intentó apartar su mano, pero Damián la sujetó.

Le tomó la muñeca con firmeza, sin decir nada, mirándola fij
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