Capítulo 129
Tres días después, Aitana regresó a Palmas Doradas.

Zarina le había organizado citas de matrimonio. Aitana no quería decepcionar a su madre, así que asistió a ellas, aunque no encontraba a nadie adecuado.

Damián se había cruzado con ella una o dos veces y, como él mismo había dicho, no se lo impidió.

Un mes después, en el restaurante Río Oculto, terminaba otra cita.

Aitana fue al baño y, después de lavarse las manos, planeaba regresar a casa.

Bajo la brillante luz, el rostro de Aitana lucía sereno en el espejo. Para la cita de esta noche, se había puesto especialmente un elegante vestido de estilo chino, con su cabello negro recogido suavemente.

Con las manos limpias, Aitana se colocó el reloj de diamantes que se había quitado.

Al levantar la mirada, vio a un hombre en el espejo. Era Damián.

Vestía una camisa negra y pantalones, no demasiado formal. Estaba apoyado en la pared de azulejos decorados, con un cigarrillo entre sus largos dedos, fumando con calma.

Aitana no quería prestarle
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