Capítulo 113
Damián mantuvo su compostura habitual, incluso sonriendo con ternura.

—Sí, hace unos días que regresé.

—Al saber de los problemas en la familia de Miguel, invité a Selene a comer algunas veces. Este lugar tiene un ambiente muy agradable.

...

Si pudiera, Aitana realmente habría querido tomar el candelabro y abrirle un agujero en la cabeza.

Se contuvo y salió del restaurante con Selene.

Damián había recogido a Selene para cenar. Aitana paró un taxi y le dio la dirección al conductor.

Selene, avergonzada, con lágrimas en los ojos antes de subir al coche: —Aitana.

Aitana seguía sin decir nada. Selene era demasiado joven; no era de extrañar que cayera en la trampa de Damián.

Aitana apartó suavemente el cabello del rostro de Selene, colocándolo detrás de su oreja, y dijo con dulzura: —Sube al coche, tu madre te está esperando en casa.

Selene entró en el taxi y pareció comprender lo sucedido. Se cubrió el rostro y rompió en llanto.

Se avergonzaba de su propio embelesamiento.

La noche era como
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