……. Unos minutos después, Caroline se encontró en el edificio de la caballería dentro del territorio Real Wiztan. Patricia había sido ubicada en una planta distante, donde únicamente estaría ella en una de las habitaciones. Ya que no podían mezclarla con los varones y en Gorian… ¡Absolutamente todos los caballeros eran hombres! —Pensé que podía ser un lugar más… Horrible, pero me ha sorprendido bastante ver lo elegante que son los interiores del edificio de la caballería… —comentó Caroline que curioseaba en la habitación de Patricia. Fuera de la habitación, las esperaba la madame. Caroline en el interior, se sentó sobre la cómoda cama de Patricia. —Lady. Gracias a usted he logrado desligarme de mi familia, y obtener el favor de su majestad el Rey. Así que… A partir de ahora. Serviré fielmente a Lady Caroline~ —sonrió Patricia haciendo una reverencia—. Aunque dijeron que podía servir de inmediato y cuando regrese el Rey tendré mi ceremonia oficial de caballero especial. Tam
•••••••••• Esa madrugada, pasadas las dos de la mañana, Caroline terminaba de arreglarse para salir del territorio Real Wiztan. La mujer de origen Maitano, se vistió como caballero varón, alistó sus cosas en una mochila de cuero y salió de la habitación Real. La seguridad en el exterior… ¡ERA NULA! Algo que sorprendió a Caroline, el ver que no había nadie en los alrededores del elegante pasillo vigilando. Ella continuó su camino hasta que vio a Patricia. La mujer Gorianita se acercó y la guío hasta un pasadizo de acceso rápido del que tenía conocimiento. Dicho pasadizo, era utilizado cuando ocurría una emergencia en la planta del palacio donde se ubicaba la habitación del gobernante. El cual consistía en únicamente escaleras que iban desde la primera planta, hasta la planta donde estaba esa habitación Real. Bajando las escaleras de concreto que eran de estilo caracol, Caroline y Patricia lograron llegar a la primera plata del palacio Real. Los sonidos de sus bota
Efectivamente, encontró una nota. Una carta… En un sobre oscuro. Tan oscuro como la noche. Una carta que estaba debidamente cerrada con cera, pero sin ningún sello que dé a conocer a su emisor. Con curiosidad, el Rey Maitano extendió su mano enguantada de oscuro. Ese gobernante que tenía por costumbre y gusto, vestirse siempre de colores opacos y oscuros, pidió que se le entregue la caja. Cuando el caballero la dejó sobre el escritorio, Landel la abrió. De inmediato una expresión de confusión se mostró en su rostro… En el interior, habían tres dagas en sus respectivos estuches. Landel tomó una de ellas, sacándola de su protector, al hacerlo notó la inscripción en la hoja… Un código y el nombre del herrero de la casa de marqueses Maitanos, los Forsten. Todas eran dagas que pertenecían a caballeros del marquesado Forsten. Como una costumbre, emblema y obsequio, cada vez que la cabeza del marquesado Forsten realizaba la ceremonia para nombrar a sus caballeros servid
Clop~ clop~ El caballo galopaba con fuerza mientras la concubina Real Gorianita se adentraba cada vez más en el bosque del sector montañoso. El aire fresco de la mañana acariciaba su pálido rostro, llenándola de energía a pesar de su cansancio y sueño. El cielo se aclaraba lentamente, ocultando las estrellas y anunciando un nuevo día lleno de incertidumbre. Tras ella, a distancia casi ya invisible, la ciudad que dejó horas atrás escapando de la guardiana, Patricia. A medida que avanzaba, Lady Caroline podía escuchar los sonidos de la naturaleza a su alrededor: El suave murmullo del viento entre los árboles frondosos, el canto de las aves, el crujir de las hojas bajo las pezuñas de su caballo. ¡Aunque estaba agotada, sabía que no podía detenerse! Tenía un objetivo. No quería involucrar a Patricia en sus problemas, por lo que había decidido viajar sola hacia la frontera con el Reino de Maita. Justo en ese momento, cuando el sol comenzaba a iluminar el horizonte, uno
CRANK~ Los grandes portones fueron abiertos, unos sirvientes llegaron de inmediato a atender a los hombres, junto a un mayordomo. —¿No es una mujer? — preguntó uno de los hombres al ver al "supuesto joven" que secuestraron. —No. Pero parece un joven aceptable para trabajos de campo, no trae ningún emblema noble así que debe ser alguien pobre o visitante que iba a la ciudad de Gilyan~ —rió el líder del grupo de bandidos, mientras se bajaba del caballo y comenzaba a desatar a Caroline. Los hermosos ojos verdes limón de esa belleza Maitana, se posaron con curiosidad en los hombres y la propiedad. Entre grandes árboles, se encontraba ubicada la mansión de tres plantas, angosta, pero llamativa, decoración fría y sombría. Las ráfagas del viento mecían los árboles esa tarde, causando que las hojas dañadas caigan sobre el jardín amplio, el cual mostraba una fuente de buen tamaño con unas estatuas de unos caballos y unos símbolos nobles grabados en ellos. De inmediato Carolin
—¡SON UNOS MALDITOS! —gritó furioso, el marqués Forsten al recibir la carta del Rey Maitano, Landel Lamparth, que lo citó al castillo principal—. ¡¿ASÍ QUE ES POR MÍ QUE ESE CHIQUILLO ENGREÍDO VIENE?! —dijo él refiriéndose al Rey Jhonn Cuarto—. ¡BIEN! ¡QUE INTENTE MATARME! "Lo siento por ti, Lance, pero si tu hijo apunta su espada a Maita, al Reinado de mi sobrino o a mi tierra… ¡VOY A MATARLO!" Se decidió sin siquiera titubear en su decisión, el marqués Sebastián Forsten. —¿Mi señor, comienzo las preparaciones para que viaje a la capital a ver al Rey? —le preguntó el mayordomo al marqués. —No —contestó el marqués Sebastián Forsten al mayordomo. Seguidamente viendo al comandante de sus tropas—. Prepara todo para ir a la frontera. Envía un aviso al Rey Landel Lamparth. Dile que me ocuparé de este asunto, es mi sobrino, lo conozco bien y va a aceptar quedarse al margen. En caso de que necesite ayuda enviaré a solicitar refuerzos, pero no creo que eso suceda. El comandante
•••••••••• Caroline fue llevada para encontrarse con el señor de la mansión. Ella ingresó a su oficina esa tarde, en compañía del mayordomo. Sus ojos verdes limón, viendo a ese noble, Bruce Alrith. Los ojos oscuros del hombre maduro en sus cuarenta años, una mirada penetrante que se clavaba en Caroline, analizando de pies a cabeza a esa concubina Real que estaba disfrazada de varón. ¡ALGO QUE VIÓ OFENSIVO! Por supuesto, los hombres Gorianitos, en especial entre la nobleza, tenían una creencia muy arraigada con la mujer, como una joya preciosa que se luce y sirve para darles descendencia ÚNICAMENTE. —Así que, ¿tú eres la concubina, Lady Camil? Ella asintió ante el tono grave y potente de esa voz masculina que resonó en toda la oficina de aspecto elegante y refinado. —Sí, señor. Soy yo… —La concubina Real. Quiere que la dejemos ir y ella misma buscar regresar —comentó en ese momento, el mayordomo. De inmediato, el noble negó con su cabeza, sentado imponente tras
En una de las pequeñas tiendas del campamento militar, lejos de ojos indiscretos, el Lord Garlem compartió la terrible noticia con el Rey Gorianito. —Su majestad. Llegó este comunicado de emergencia… En realidad es para mí, para que esté informado ya que soy el comandante general de las fuerzas militares del Reino, pero… Lea —el Lord Francis Garlem, entregó al Rey Jhonn Cuarto Wiztan, el pergamino. Cuando los ojos azules de ese gobernante se posaron en lo escrito, comenzando a leer… Sonrió. Una pequeña sonrisa, que sorprendió al Lord. —Su majestad, ¿Leyó bien?, Lady Caroline huyó —le informó confundido ese Lord. Caroline, la mujer a la que ese gobernante amaba, había escapado y su paradero era desconocido. ¡Era una noticia que alertaría a cualquiera! Sin embargo, Francis, sorprendido vio a Jhonn Cuarto inusualmente en calma. —Sí… Ya sospechaba que ella haría algo así. Deja una tropa aquí y envía otra de expedición a los alrededores. Solo por si ella tuvo problemas en