La soledad era la más grande de las torturas. Eso y perder la noción del tiempo.No saber si era de día, tarde o noche.Solo sabía cuantos días pasaban porque recibía una sola comida por día.Era la única vez en el día en el que se abría la puerta, pasaban veinticuatro horas y el ya conocido sonido chirriante de la puerta al ser abierta me alertaba de que otro día había pasado.Y según mis cuentas, llevaba siete días aquí y parecía más delgada que en cualquier otro día de mi vida.Solo había podido asearme usando el agua del lavabo y era muy poco, pues sin sábanas, sin ropa, más que la falda y la blusa con la que había llegado, no sería muy bueno mojar mi cuerpo.Dormía en el suelo frío, pues el colchón desgastado y lleno de cucarachas muy pequeñitas, no eran una opción para mí. Y eso ya le estaba pasando factura a mi cuerpo. Podía sentir el dolor en todos mis músculos, pero lo que más me preocupaba eran las dificultades respiratorias que estaba teniendo.Aparentemente me estaba resfr
Ya mi espalda no dolía tanto como antes y los medicamentos que el hombre rubio había llevado para mi parecieron ayudar.Ya la congestión no eran como antes y podía respirar mucho mejor. Además, descansaba mejor y se me alimentaba tres veces al día para que pudiese tomarme los medicamentos sin dañar mi estómago.Y el plan estaba funcionando a la perfección. Llevaba ya diez días secuestrada y tres de ellos los había pasado en una habitación del segundo nivel en donde se escuchaba todo perfectamente gracias a las paredes de madera.Por lo que había empezado a crear una rutina con lo que escuchaba y los nombres que recordaba. Sin mencionar que podía escuchar ciertas cosas que se decían en la radio del hombre del otro lado de la puerta.Sabía que eran algunos doce hombres. Solo eran tres vehículos y casi todos se iban en ellos cuando el hombre que me mantenía prisionera aquí tenía que salir y eso era todos los días, entre más o menos las tres de la tarde hasta las diez de la noche.Sabía q
Estaba muerto. O al menos lo estaría si no le daba atención médica, pero, si me quedaba aquí y lo ayudaba la muerta sería yo.Cuando no me necesitaran más para manipular a Khail me darían de baja o algo mucho peor, podrían incluso…No, pensar en esas cosas no era una opción. Debía irme, debía correr lejos de aquí, aunque eso le costara la vida a este hombre.Y no es que intentara justificar mi acción, pero él estaba decidido a hacerme daño, había hecho mucho, pues los dolores que me recorrían impedirían mi libre escape y para la locura que estaba planeando necesitaría de toda mi fuerza para lograrla.Poniéndome en pie y limpiando mi nariz con la manga del suéter me di la vuelta y comencé a correr hacia la parte trasera de la casa, hacia los árboles frondosos que me guiarían hacia las orillas del río permitiendo que evadiera el único camino por el que podría cruzar para llegar a la carretera.Eso no era una opción, no en mi deplorable estado sabiendo que no podría correr y no sabiendo
Khail PetrovLa desesperación que me envolvía era demasiada. Cada día llegaba una foto diferente de Dalia.En las primeras había estado sucia, demacrada y luciendo realmente enferma sobre un suelo de cemento asquerosamente sucio.Pero las últimas habían sido las peores. Había estado perfectamente limpia y dormida en una cama que a leguas se veía cómoda y bajo la foto siempre aparecía alguna frase que me empujaba a querer cumplir con todas sus peticiones.¿Cuál será el precio que está pagando por esta comodidad? No quería ni podía imaginarme a otro hombre tocándola, abusando de su debilidad, de su vulnerabilidad. No quería simplemente imaginar lo peor. Pero era a donde iban mis pensamientos a cada hora.Había recibido las indicaciones para salvarla, pero dudaba de ellas.Quien fuera que quisiera mi trono no me dejaría vivo ni un maldito instante. Se desharía de mi en cuanto pudiera y eso dejaría a Adam y a Dalia desprotegidos.Y sabía que ella sufría, yo lo hacía con ella, pero al men
Me había desmayado con la cabeza en la pierna de Sabueso en cuanto subimos al taxi. Mi cabeza palpitaba con un dolor que no había tomado en cuenta. Solo lo hice cuando el frío pasó a un segundo plano gracias a la calefacción del auto.Pero estaba aliviada porque estaba a salvo. Había cuidado de mí para poder salir de esa casa, pero ahora Sabueso lo haría por mí, tenía fe en eso.Y aunque no la tuviera, no podría hacer nada, mi cuerpo no daba más.El dolor y el cansancio me envolvían en una burbuja que pronto explotaría llevándome al colapso.Y probablemente tendría una hipotermia combinado con mi reciente caso de gripe o neumonía, lo que fuera que tuviera.Ciertamente había retrocedido todas las mejoras, pero estaba libre.Ya estaba fuera de esas cuatro paredes. Y aunque había lastimado a tres de ellos y probablemente asesinado a otro. Había sido mi vida por la de él.Me había golpeado brutalmente sin importarle si me rompía algo.Pero aquí estaba y todo lo que había hecho para lograr
Tres semanas después.Khail PetrovSiempre supe que Dalia sería la mujer que me cambiaría la vida.Lo supe antes de siquiera saber su nombre. Antes de que ella siquiera viera mi rostro.Esa noche fue la mejor de toda mi vida y me bastó para recordarla a lo largo de los años. Y aunque cuando su rostro comenzaba a difuminarse en mis recuerdos, su toque, su voz y sus gemidos perduraban a lo largo de los años.Y ahora, con ella debajo de mí mientras el placer nos recorría ambos. Confirmé que ella realmente cambió mi vida.Era frío, despiadado y vacío antes de ella. Me movía solo el deber con el legado de mi familia. Pero una vez la tuve, todo lo que me movía era el poder verla de nuevo, el poder tenerla así, como la tenía ahora. Jadeando de placer mientras sus manos se aferraban a mí y mientras yo acariciaba cada centímetro de su cuerpo dándole lo nos había estado negando a ambos.Mi corazón bailaba lleno de felicidad y ahí, mientras la hacía mía definitivamente el instinto de posesión y
Siempre había creído que el mal y la oscuridad se escondían en las alcantarillas, en los barrios bajos como en el que vivía. En clubes de mala muerte y otros tantos de prostitutas.Pero mientras sostenía la mano de Khail y caminábamos uno al lado del otro a través de un largo y opulento pasillo, entendí que el mal, el verdadero mal, se encontraba tras cuerpos perfectos y casas de lujo.Khail dominaba la ciudad. Mantenía a todos los criminales a raya dejándoles saber cuales eran los límites de esta ciudad y deshaciéndose de quienes no lo respetaban.Y aquí estaba yo, sosteniendo su mano mientras un anillo de compromiso brillaba en el otro dispuesta a que me declarara su mujer delante de los mayores delincuentes de esta ciudad.Incluso el gobernador estaría tras las puertas que cruzaríamos al final del pasillo con suelo de mármol y pinturas costosas decorando las paredes.Y no me importaba. Porque el hombre que tenía a mi lado era el hombre que amaba y al que estaba dispuesta a seguir h
Mi cabeza daba vueltas y tuve que aferrarme al barandal de las escaleras antes de terminar de bajar.Suspiré un par de veces tratando de recuperar la compostura y cuando lo logré terminé de bajar para dirigirme hacia la entrada.Sabía que Khail había llegado. Lo había escuchado llegar con sus hombres después de haber pasado toda la noche fuera.Sabía en dónde estaba, yo había estado monitoreando toda su misión a través de la habitación de seguridad. Había estado viendo todas las cámaras, escuchando lo que decían e informándoles a cerca de las personas dentro del lugar utilizando el satélite al que habíamos tenido acceso.Los hombres relacionados con la trata habían tocado las puertas de nuestra ciudad y más de treinta chicas desaparecieron durante la última semana. Terminamos rastreándolas hasta ese lugar y gracias a dios habíamos llegado a tiempo para evitar que las trasladaran.Khail anoche se encargó de mandar un mensaje claro; con nuestra ciudad no.Y agradecí que, aunque él era u