James salió de la residencia de Cynthia y tomó un taxi para ir directamente a casa de los Callahan.

Mientras estaba sentado en el taxi, empezó a divagar en sus pensamientos.

Ya se había divorciado de Thea, y solo volvió a los Callahan porque ella lo amenazó de muerte. Además, Thea había sido envenenada por Gu, y le preocupaba que le hiciera efecto.

Ahora, Thea parecía estar mejor mentalmente, por lo que no había necesidad de que siguiera viviendo con los Callahan.

“Señor, hemos llegado”.

James volvió en sí cuando el chófer le habló.

“Muy bien”.

James asintió, hizo el pago y salió del coche.

El cielo ya se había oscurecido cuando James llegó a la residencia Callahan, la cual estaba brillantemente iluminada. Se acercó y llamó al timbre.

Pronto, la puerta se abrió.

Un hombre de unos veinte años vestido con un traje caro y elegante abrió la puerta. Era David.

“¿Oh?”.

David se sorprendió un poco al ver a James en la puerta. Recuperó el sentido y dijo emocionado: “¡Eres tú, James