“Hay vino y cigarros. Benjamin, véndelos en los quioscos fuera de nuestra área mañana. A ver cuánto podemos sacar por ellos”.

Benjamin, quien había estado en silencio todo este tiempo, asintió en acuerdo.

“Mamá, ¿es esto necesario? Somos una familia. ¿Por qué hacer las cosas tan incómodas?”, preguntó Thea en voz baja.

“¿Tú qué sabes?”, gritó Gladys. “Ya he tenido suficiente. Esto es excelente. Ahora ya no tengo que jugar con sus reglas. Y David, será mejor que te animes. Olvídate de tu trabajo en Eternidad y consigue un nuevo empleo. Estaremos bien sin los Callahan”.

“De acuerdo”, respondió David en voz baja, con la cabeza inclinada la cabeza.

James bostezó.

No había dormido nada después de toda la emoción de la noche anterior.

“Thea, tomaré una siesta en nuestra habitación”.

Thea hizo un gesto con la mano. “Adelante”.

Después de eso, sacó su teléfono y vio la transmisión en vivo de la ceremonia de sucesión del Rey Blithe.

James entró en la habitación de Thea.

Él llevaba un