Ella preguntó: “Abuelo, ¿cómo está Eternidad en este momento?”.

Lex levantó una ceja y la miró. “¿Qué? ¿Te atreves a preguntar? Humillaste a los Watson y ahora nos tienen en la mira. El Grupo Celestial y Farmacéutica Longevity ya han rescindido sus contratos con nosotros. No solo eso, ahora nos demandan, alegando que hay problemas de calidad con nuestros productos. Eternidad ha sido precintada. Los bancos exigen que devolvamos nuestros préstamos. Todos los negocios bajo los Callahan se han detenido. Ahora debemos cientos de millones de dólares”.

Al escuchar esto, el rostro de Thea se oscureció.

Nunca esperó que la situación fuera tan sombría.

“¿Qué debemos hacer ahora?”.

Lex miró a la multitud.

No les quedaba de otra que declararse en bancarrota.

Durante décadas, Lex se había esforzado por hacer de los Callahan una familia acomodada. Sin embargo, después de acumular miles de millones de dólares en activos, lo habían perdido todo.

Tenía ochenta años.

Estaba cansado.