“Dragón Negro, James, deja de molestar. Soy un hombre ocupado, a diferencia de ti”.

James se aclaró la garganta. “Henry, vuelve a desplegar cien mil soldados de las Llanuras del Sur”.

“De inmediato”.

Al escucharlos cantar la misma melodía, el Rey Blithe se enfureció tanto que quiso romper su teléfono.

Sin embargo, logró reprimir su ira.

“Tú ganas, James. ¿Pero podrías dejar de llamarme por un asunto tan insignificante? Solo llama a Daniel. Él se ocupará de eso”.

“¿Estás tratando de decir que puedo llamarte si no es insignificante?”.

El Rey Blithe estaba tan irritado que colgó el teléfono.

Después de colgar la llamada, enseguida se dispuso a dar sus órdenes. “Daniel, hay algo que necesito que hagas por mí”.

Daniel no podía creer lo que escuchaba cuando recibió sus órdenes.

Desconcertado, salió de la oficina del Rey Blithe.

Al mismo tiempo, en la Clínica Común, James se sintió aliviado después de la llamada.

“Thea, me gustaría verte intentarlo. Muy impresionante de tu parte,