James preguntó: “Thea, ¿irás?”.

“Por supuesto. ¿Por qué no?”, dijo Thea mientras levantaba la mirada.

Cuando estaba en la universidad, era el hazmerreír de todos.

No tenía confianza en sí misma y se menospreciaba constantemente.

Ahora que había recuperado su aspecto, su confianza floreció.

James asintió. “Este es un evento importante y, sin embargo, no hay nada adecuado en tu vestuario. Vamos, vayamos de compras. Tampoco tienes ningún accesorio”.

“Tonterías. ¿Quién dice que no hay nada adecuado? Creo que mi ropa servirá perfectamente”. Thea hizo un puchero.

¿Ir de compras? No podía permitírselo.

James podía leer los pensamientos de Thea. Sonrió. “Vamos. Yo pagaré. ¿No tienes mi tarjeta? Todos mis ahorros de los últimos diez años están ahí. Es una cantidad bastante grande”.

“Será mejor que no”. Thea sacudió la cabeza.

Siempre había sido ahorradora.

Tampoco le importaban mucho los artículos de lujo.

“Vamos”, dijo Gladys. “Después de todo, es la fiesta de cumpleaños de la pres