Thea estaba tan angustiada que casi rompe en llanto, pero James se veía completamente indiferente.

Había golpeado a Zach y derribado algunos estantes de ropa. Incluso el gerente había llegado.

La encargada de la tienda era una mujer de unos treinta años. Era guapa, con la cara ovalada y el cabello negro, y llevaba un vestido profesional muy sensual.

“Señor Smith”.

Al ver a Zach, se inclinó respetuosamente.

Zach, quien esperaba a Samson en el sofá, miró a la gerente. Sus ojos se iluminaron al ver lo bonita que era. Sin embargo, no podía compararse con Thea, quien estaba sentada frente a él. Perdió de inmediato el interés por la gerente. En voz baja, le dijo: “¿Me conoces?”.

“Sí. Una vez te vi de lejos en un banquete”, dijo respetuosamente la gerente Miranda Larson.

Zach asintió ligeramente. Mirando a una ansiosa Thea sentada frente a él, preguntó a Miranda: “¿Cuánto vale la ropa dañada? Haz que te compense”.

“Señor Smith, hice los cálculos. Ensució dieciocho prendas en total. To