“Tu hija no es buena”, escupió Samantha con frialdad.

“Samantha, ¿puedes parar esto ya?”, Kingston apretó los dientes. En toda su vida, él ha sido un hombre muy respetado. Nunca antes lo habían regañado tanto.

En ese momento, la puerta principal de la residencia Young se abrió. Un hombre cubierto de sangre entró corriendo. Era Darryl.

“Yvonne, Yvonne, ¡dónde estás!”. ¡Los ojos de Darryl estaban todos rojos!

Aunque el Águila de Nieve había volado extremadamente rápido durante todo el viaje, habían pasado cuatro horas desde que le quitaron las agujas de plata del brazo de Yvonne.

El pecho de Lily se apretó cuando vio a Darryl entrar corriendo.

Darryl había estado desaparecido durante los últimos días. Él ni siquiera le dijo a Lily a dónde se había ido. Aunque ella finalmente lo vio, él solo podía pensar en Yvonne.

Samantha se enojó más que antes, “Querida, ¿lo ves ahora? Él no se preocupa por ti. No estoy segura de a dónde fue, ¡pero lo primero que hizo fue buscar a la p*rra!”.

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