"¡Maestro de Secta!".

Aun así, Gromo fue capaz de mantener la compostura. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras levantaba la cabeza para mirar a Darryl y le suplicaba: "Lo siento, por favor, ayúdame, por favor, ayúdame...".

Gromo no era tonto. Sabía que si Darryl podía darse cuenta de que la Píldora Dorada había perdido efecto, tendría una cura para ello.

Después de todo, era el jefe del Sector Elixir.

"¡Por supuesto!".

Darryl lo miró divertido y compadecido. "Pero perdiste la apuesta. ¿Acaso has olvidado lo que deberías hacer primero?".

"Es culpa mía. Sé que es culpa mía". La expresión de Gromo se retorció de agonía y el pecho le dolía de arrepentimiento. Si hubiera sabido que la Píldora Dorada había perdido su efecto, nunca se habría mantenido firme y tampoco se la habría tragado de una sola vez.

Sin embargo, ya era demasiado tarde.

Era una vergüenza confesarle a Darryl sus defectos como anciano de la División del Yang Puro.

Darryl sonrió mientras se volvía para mir