En la Suite Ejecutiva del Club Privado Metrojade, Felix Blakely y Cyrus Carney estaban en el séptimo cielo.

Dos mujeres hermosas y sensuales les estaban dando un masaje.

Felix estaba encantado de que su seguidor Cyrus ganara cientos de millones a través de su nueva corporación financiera. Cyrus quería invitar a Felix a una relajante sesión de masaje.

"Felix, ahora que soy rico, ¡debería agradecerle más!" Cyrus se rio. Hizo una seña a una dama con un jade gordo de cordero en las manos.

Cyrus arqueó las cejas. "Escuché que le gustan los jades", él explicó, "ahora que he ganado algo de dinero, le compré este jade gordo de cordero".

"¡Genial!", Felix asintió. Su seguidor sabía cómo complacerlo. Todos esos años cuidándolo no fueron en vano.

Felix tomó el jade cuando sonó su teléfono.

‘¿Maldición, Darryl Darby?’.

Felix se sentó rígidamente mientras respondía a la llamada. Si el Hermano Darryl llamó, debe haber sido un asunto urgente.

"Felix", gruñó Darryl, "me he dado cuenta de que