El rostro de Xenia palideció y, al instante, se llenó de incertidumbre. Estaba bien hace un momento, así que ¿por qué no podía activar su alma de hada? Ni siquiera podía ponerse de pie, ya que su cuerpo se sentía como si se hubiera convertido en gelatina.

Rogart sonrió cuando vio la expresión en el rostro de Xenia. “Santa Oráculo Xenia, abandona tu inútil lucha”. Su voz era relajada y había burlas en sus ojos.

Xenia lo entendió al instante. Ella lo miró y dijo: “Tú…”.

Rogart la interrumpió y dijo: “Así es, has sido pinchada por una Aguja Pluma de Hada. Tu alma de hada está suprimida actualmente. No podrás activarla durante mucho tiempo, así que deberías abandonar tu lucha”.

Todas las Oráculos Santos estaban conmocionadas e indignadas. Sabían sobre los efectos de la Aguja Pluma de Hada. Una vez pinchada, perderían toda capacidad para resistir. Nunca se les pasó por la cabeza que alguien de la Región Divina recurriera a algo tan turbio.

“¡Rogart! ¡Qué desvergonzado! ¿Cómo puede un e