Ambrose tenía razón acerca de la llegada de Rogart, quien inclinó por completo el equilibrio del mundo de los cultivadores en los Nueve Continentes.

Mientras hablaba, se pudieron ver algunas figuras volando rápidamente. Llevaban uniformes con símbolos de nubes. Eran miembros de la Alianza Celestial. Su líder, Cayden, parecía serio. Él una vez fue el maestro de secta de una secta más pequeña, y era una persona astuta y despiadada. Se había unido a la Alianza Celestial en la Conferencia de los Nueve Continentes. Cayden estaba entre los favoritos de Rogart por su ingenio.

Cuando llegó ante Ambrose y Dax, los miró de arriba abajo. Luego, sonrió. “Entonces, ¿con que son el Maestro de Secta Darby y el Maestro de Secta Sanders? Desafortunadamente, tendré que pedirles a ambos que se vayan”.

Aunque Cayden parecía cortés en la superficie, su arrogancia era obvia a través de sus ojos.

En el pasado, Cayden habría contenido la respiración por temor si se hubiera topado con Ambrose y Dax. Sin em