‘Se lo merece por querer enfrentarse a diez Leones Dorados al mismo tiempo. ¡Veamos cómo sale de este lío!’. Marshall insistió en que Darryl no conocía el lenguaje de las bestias y que había hecho enfadar a los Leones Dorados. Sin embargo, eso no podría estar más lejos de la verdad.

“Eso, buen chico…”, le dijo Darryl con dulzura a los diez Leones Dorados que lo rodeaban.

Les envió un mensaje usando el bucle de domesticación de bestias. “Tranquilos. Vengo en son de paz. Todos ustedes comprobaron mi poder hace un momento y saben que no son rivales para mí. Incluso podrían terminar muertos a mis manos. Sin embargo, prometo que no lastimaré a ninguno de ustedes si deciden escucharme. ¿Lo entienden?”.

Aunque Darryl parecía relajado cuando dijo todo eso, su corazón latía con fuerza contra su pecho. No le preocupaba que los Leones Dorados lo atacaran. No era eso, sino el hecho de que su identidad quedaría expuesta si tuviera que luchar contra los Leones Dorados. Por lo tanto, era mejor par