Unos cuantos guardias se acercaron rápidamente y abrieron el carruaje de la prisión siguiendo las instrucciones de Denise y sacaron a la débil Monica.

“Ambrose, mi hijo...”.

En ese momento, Monica escupió el trozo de tela en su boca en medio de sus luchas antes de girarse y correr hacia Ambrose mientras sollozaba en voz alta. Sin embargo, sus manos y piernas todavía estaban esposadas con cadenas. Ella apenas empezó a correr y fue inmediatamente bloqueada por los guardias.

Monica vio que el pequeño cuerpo de Ambrose estaba completamente empapado mientras yacía silenciosamente en el suelo con los ojos cerrados. No se sabía si estaba vivo o muerto.

“Ambrose, lo siento mucho. Lo siento mucho...”. Monica escaneó los alrededores y respondió en voz alta a las personas que la insultaron mientras lloraba: “¡No soy una p*rra! ¡No hice nada de eso! No lo hice…”.

Monica luego miró en la silla de manos no muy lejos a Denise a través de las cortinas de cuentas y dijo: “Denise, una cosa es tende