Jazmín

— Sr. Anthony, ¿podría hablar con usted, por favor? — digo cortésmente.

— Ya que estás aquí, puedes hablar — dice con voz ronca, sin mirarme a la cara, mirando algo en su celular.

Sin embargo vi claramente que eran fotos de una mujer, debía ser la fallecida.

Por Dios, ¿hasta cuándo amará este hombre a una mujer muerta?

Cross, ¡tengo celos de una mujer muerta!

¡Es justo lo que me faltaba!

Ya me cansé de la novia, ahora siento celos del difunto.

— Señor, ¿puedo irme? No creo que sea necesario que esté aquí, sólo soy la niñera aquí. Hay mucha gente que mira a los niños, no me necesitan aquí. ¿Puedo ir?

Me mira con la mirada de pocos amigos.

— No. No puedes ir a ningún lado, tienes que quedarte aquí. Se suponía que no debías estar aquí de todos modos, porque aquí nadie necesita una niñera, pero mis hijas pidieron tu presencia y debes agradecerles. Ella es la primera niñera que viene a una de sus fiestas, porque nunca lo permití. Puedes sentarte en una maldita mesa y dejarme en paz.