Magnolia escuchó las palabras de Magdalena con sarcasmo y no las refutó, —es verdad que no sé mucho de piano.

—Si no puedes hacerlo, no puedes hacerlo, ¿qué significa que No sabes mucho de piano? Magnolia, ¿tan difícil es admitir que no sabes tocar el piano?

Magnolia estaba a punto de replicar cuando Antonio, que estaba a su lado, tomó la palabra, —Tener a alguien que no sabe tocar el piano y no sabe nada de música diseñando este local, me parece ridículo, propondré sustituirla más tarde.

Magnolia no dijo nada, notando la mirada de suficiencia de Magdalena.

Con su presencia, nunca tendría suerte.

Antonio y su gente se alejaron con disgusto, Magdalena dio un paso por detrás y la miró condescendiente, —Magnolia, te ha pasado bien estos días, ¿no?, pero desgraciadamente ahora que he vuelto, tus buenos momentos van a llegar a su fin.

Magdalena volvió a Ciudad Sur para servir a esa vieja loca para mantener su posición como la señorita familia Ruiz, y Javier ya no la obligaba a firmar el acu