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El Ceo de Hielo
El Ceo de Hielo
Por: AngeloGrayson
Cap. 1: Traición imperdonable

—¡No puedo creer que te hayas atrevido a hacerme esto, maldito bastardo! —grita una mujer de largo cabello rubio apuntando con el dedo a su prometido.

—¡Oh, vamos, cariño! ¡Fue solo una equivocación, no volverá a pasar, te lo prometo! —se excusa el hombre fornido tratando de ir hacia ella para abrazarla.

—¿Cariño? ¡No te atreves a decirme así, Pablo, ni siquiera tienes derecho a mirarme al rostro! ¡Eres un maldito egoísta, poco hombre, un idiota engreído! —acusa la mujer poniéndose detrás de la mesada de mármol blanco de la cocina para evitar que se le acerque.

—¡Cuida tus palabras, Julieta! He venido para intentar arreglar las cosas, así que ten cuidado con cómo me hablas —advierte el hombre entre dientes endureciendo su expresión ante los insultos que no está dispuesto a tolerar.

—¡¿Y qué vas a hacer, gran hombre?! ¿Golpearme? ¡Solo inténtalo y me encargaré de que lo sepa hasta la última persona en el mundo, y luego a donde iras a jugar al fútbol será a la plaza del barrio de tu madre! —amenaza la mujer con las mejillas rojas por la rabia que siente.

—No te atreverías… —murmura el hombre apoyando las manos en la mesada en señal amenazadora a pesar de que la expresión que ve en su novia le asegura que habla en serio.

—Ponme a prueba y verás lo que sucede —afirma Julieta apoyando a su vez sus manos en la mesada para dejar en claro que no permitirá que la intimide.

—Solo quiero arreglar las cosas, lo nuestro no puede terminar de esta manera. Fue un error, un desliz, había bebido demasiado —se excusa Pablo determinando que la estrategia de lograr una solución a la fuerza no le servirá.

—¿Un error? ¿Así es como llamas ser infiel a tu prometida? ¡Íbamos a casarnos, Pablo! ¿No pudiste pensar en eso antes de encamarte con esa zorra? —reclama Julieta sintiendo asco con solo tener que mirarlo a la cara.

—¡En verdad lo siento! ¿Qué otra cosas quieres que te diga? Yo solo te amo ati, cariño. Por favor, aun podemos ser felices —sostiene el futbolista poniendo su mejor cara de perrito mojado esperanzado de poder salir indemne de eso.

—¡No, yo me merezco algo mucho mejor! Desde este día serás libre para encamarte con quien quieras, y en donde quieras —anuncia la mujer sacándose el anillo de compromiso del dedo y lanzándola encima de la mesada.

—¡No puedes estar hablando en serio, Julieta! ¡La prensa me destrozaría, sabes que estoy a punto de tener el pase a Europa, esto podría echarme a perder todo, por favor! —suplica el hombre con temor en los ojos al poner en riesgo todo por lo que ha trabajado.

—Ese no es mi problema, ¡Ahora vete de mi casa! —anuncia Julieta deseando ya no tener que seguir soportando su repugnante presencia.

—Julieta… por favor… —susurra Pablo sintiendo un escalofrío recorriéndole la espalda al darse cuenta de que su amorío podría llegar a costarle mucho más caro de lo que se podría haber imaginado.

—Tendrías que haberlo considerado antes, Pablo. Ahora vete antes de que llame a seguridad para que te ayude a hacerlo —anuncia la mujer aguantando las lágrimas que le inundan sus ojos verdes.

—¡Vas a arrepentirte de esto, Julieta! ¡No voy a dejar que una zorra de pasarela me hunda, vas a volver arrastrándote a mí! —grita el futbolista con la respiración agitada haciendo un ultimo intento de intimidar a su pareja.

—¡Ya vete! —exige la mujer apuntando con el dedo hacia la puerta.

El hombre toma el anillo de la mesada y con los ojos enrojecidos por la furia que siente dentro de su pecho camina con los puños cerrados hacia la puerta, desea enseñarle a esa ramera un poco de respeto, pero como están las cosas no puede permitirse perder el control y sumar otra imagen negativa, ya suficiente tendrá con que su compromiso se vea roto porque le fue infiel. M*****a sea esa promotora que se le cruzó en la fiesta, o maldito sea su amigo que lo llevó a ese boliche sabiendo que no podría resistirse ante una buena mujer, ahora tiene que hallar una manera de lidiar con esto, una forma de no perder su pase a Europa.

Al escuchar cerrar la puerta de un golpe Julieta se lleva la mano a la boca para permitirse llorar finalmente, deja que las lágrimas corran por sus mejillas sin contenerlas ya más, los sollozos escapan de su garganta como si una represa se hubiese roto dentro de ella. No puede creer que esté nuevamente ante otra decepción amorosa, otra relación fallida, otro hombre que la traiciona. Esta vez estaba segura que las cosas serían diferentes, haber logrado tanto tiempo de relación parecía el indicio de que esta vez había hallado al que sería su compañero durante toda la vida, pero solo fue una ilusa, una tonta enamoradiza que no vio, o no quiso ver cómo era realmente el hombre que tenía a su lado. 

—Tendría que haberlo sabido —murmura mordiéndose el labio inferior y meneando la cabeza con decepción, una estrella del fútbol en ascenso no tendría que haber sido su opción, si bien era atento y considerado, pero más de una vez había visto en él ese temperamento que incluso hoy le había mostrado, uno que llegado el momento podría convertirse en una agresión. 

Echando la cabeza hacia atrás, Julieta parpadea varias veces para obligar a sus lágrimas a detenerse, ese maldito traidor ni siquiera merece sus lágrimas. A pesar del dolor que le apretuja el corazón, no piensa darle el gusto de sufrir por él, él no vale la pena. Lo superará y seguirá adelante como la mujer fuerte que es, en un tiempo ese tonto futbolista será solo un mal recuerdo. Por lo que tratando de serenar su mente toma su celular buscando en la lista de contactos a su agente, necesita hablar con él para manejar el asunto de la separación con la prensa, no quiere tener que lidiar con todos esos periodistas acosándola para indagar sobre su vida privada como si fuese asunto de interés nacional. 

—Julieta, querida. ¿Cómo estás? —contesta el agente con una voz paternal siempre dispuesto a atenderla.

—Hola, Héctor. Perdón por molestarte a esta hora, pero ha ocurrido algo… —informa la mujer esforzándose para no quebrar la voz.

—¿Qué sucedió, cariño? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —interroga el hombre con marcada preocupación en la voz al percibir que algo le ha pasado.

Julieta esboza una débil sonrisa ante la reacción de Héctor, ese hombre se ha convertido casi en un padre para ella, no solo ha sido quien ha logrado convertirla en una de las mejores modelos del país, sino también es de las pocas personas que se preocupan genuinamente por ella. Incluso fue él quien le advirtió que Pablo no era una buena opción como pareja, que él ya conocía a muchos como él, pero ella se había entregado tanto a la ilusión de vivir un gran amor, de formar la familia con la que siempre había soñado, que no quiso escucharlo, prefirió pensar que eran solo prejuicios.

—Tenías razón, Pablo no era confiable, era solo otro futbolista creyendo que el mundo giraba a su alrededor —murmura la mujer soltando un largo suspiro de pesar al tener que admitir su equivocación.

—¿Las cosas no funcionaron? —pregunta Héctor con voz comprensiva, sabiendo que lo  que menos necesita oír es que se lo había advertido.

—Se fue a una fiesta y se encamó con una promotora, el idiota estaba tan borracho que ni se dio cuenta que ella se sacó fotos con él casi desnudo —informa Julieta sirviéndose un trago de whisky, nunca ha sido dada a las bebidas, pero la situación lo amerita.

—¿Cómo supiste de las fotos? ¿La han subido a las redes sociales? —pregunta el agente preocupado de la situación.

—No, esta chica quiso vender las fotos a la revista en la que trabaja mi amiga Lucía, ella se las compró y me las envió, pero no podrá esconderla a sus jefes por mucho más —responde la mujer agradecida con su amiga que le evitó la humillación de tener que enterarse de eso viéndolo en la televisión o en una revista.

—Esa puede ser nuestra gran ventaja, arreglaré con esa revista para que des una nota, que tengan la primicia antes de que comiencen a dar vueltas esas imágenes por todos lados. No es necesario que lo linches, pero sí que tomemos la iniciativa y des tu versión antes de que él intente dar una historia que lo favorezca —plantea Héctor sabiendo que puede sonar un poco frío de su parte, pero solo está intentando protegerla.

—Lo que tú digas estará bien. ¿Tan difícil es hallar un hombre que sea capaz de amarme, Héctor? —cuestiona Julieta con la voz empañada comenzando a preguntarse si ella hizo algo mal que la condujo a ese fracaso amoroso.

—A veces el hombre es demasiado tonto como para valorar lo que tiene a su lado, pero no te des por vencida, ya hallarás al hombre digno de ti. Solo asegúrate de no conformarte con nada menor a lo que te mereces —alienta el agente con cariño deseando poder estar junto a ella para abrazarla y asegurarle que todo estará bien, o al menos eso espera.

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