La noticia se difundió más rápido de lo que Aitana podría haber imaginado. Lo que había sido una misión cuidadosamente planeada se había transformado en un desastre de proporciones colosales. No solo habían fallado en robar el prototipo, sino que ahora había pruebas contundentes que vinculaban directamente a los Alarcón con el intento de robo de tecnología. Una operación que debía haber sido silenciosa y discreta se había convertido en un escándalo nacional, y la familia Alarcón estaba en el ojo del huracán.Aitana se encontraba en su despacho, mirando la pantalla de su computadora, donde una serie de titulares brillaban como dardos envenenados:**"Los Alarcón, implicados en escándalo de robo de tecnología"****"Intento de espionaje industrial sacude a la familia más poderosa del país"****"El oscuro imperio de los Alarcón: ¿hasta dónde llega su influencia?"**Su corazón latía con fuerza, pero su rostro permanecía impasible, aunque su mente estaba en caos. El escándalo había llegado a
La mañana había comenzado tranquila en la oficina de Aitana. Su equipo estaba ocupado en el manejo del desastre de las últimas horas, tratando de reparar lo irreparable y mantener bajo control la reputación de los Alarcón. Las noticias del escándalo de espionaje seguían circulando, y la familia estaba en boca de todos, pero Aitana había aprendido a mantenerse fría bajo la presión.Sin embargo, esa calma se rompió de golpe cuando Clara, su asistente, irrumpió en la oficina con el rostro pálido y las manos temblorosas.—Señora Alarcón… —la voz de Clara se quebraba mientras intentaba hablar—. Han… Han asesinado a dos miembros de los Estrada.Aitana se quedó inmóvil. Las palabras de su asistente la golpearon como una tormenta inesperada. No se lo podía creer.—¿Qué has dicho? —preguntó, como si quisiera confirmar que había escuchado mal.—Los encontraron esta mañana —dijo Clara, con un hilo de voz—. Los noticieros ya lo están reportando. Están insinuando que la familia Alarcón está detrás
Las redes sociales ardían. Todo el país estaba pegado a sus pantallas, viendo una y otra vez el nuevo video que acababa de filtrarse. Un clip breve pero impactante: Aitana Alarcón, con el rostro serio y decidido, levantaba una pistola y le disparaba a Nicolás Valverde. La imagen era clara y demoledora, mostrando a Nicolás cayendo al suelo, aparentemente sin vida.**"Aitana Alarcón: ¿heroína o villana?"****"¿Intento de asesinato? La verdad detrás del disparo"****"La caída del imperio Alarcón: nuevas revelaciones"**Los titulares no paraban de surgir, cada cual más sensacionalista que el anterior. La indignación crecía como una marea imparable en las redes sociales. Los mensajes de odio, los llamados a boicotear los negocios de la familia Alarcón, y las especulaciones acerca del futuro de su imperio económico llenaban las plataformas.Mientras tanto, en una cabaña oculta entre las montañas, Nicolás y Helena vivían el caos de manera muy diferente.—¡¿Qué demonios fue eso, Nicolás?! —gr
Adrián Montenegro estaba en su oficina, una sala lujosa pero oscura, adornada con antigüedades y pinturas de siglos pasados, como un reflejo de la tradición y el poder que representaba. Pero a pesar del entorno que inspiraba autoridad, por primera vez en años, se sentía vulnerable. Algo escapaba de su control, y eso lo inquietaba profundamente.Apoyado en el borde de su escritorio de roble, su mirada oscura se fijaba en la pantalla del televisor. El noticiero reproducía una y otra vez las imágenes del último escándalo que lo implicaba a él y a su organización. Las redes sociales estallaban de comentarios, críticas y teorías de conspiración. Las palabras *asesinatos, corrupción, traición* se repetían como un mantra. Y luego, estaban los videos filtrados. Videos que, hasta donde sabía, solo habían estado en manos de unas pocas personas de confianza.Adrián apretó los puños, luchando por contener la frustración. Nunca antes había experimentado una sensación tan abrumadora de pérdida de c
La tensión en las oficinas del Grupo Alarcón era palpable. El ambiente estaba cargado de nerviosismo, y los empleados apenas podían concentrarse en sus tareas cotidianas. Los medios estaban fuera de control, con cámaras apuntando a la entrada del edificio y periodistas desesperados por obtener alguna declaración. Las acciones de la empresa seguían cayendo en picada, y las teorías conspirativas alimentaban un fuego que parecía imposible de apagar.Aitana estaba sentada en su oficina, con los codos apoyados en el escritorio y las manos entrelazadas frente a su boca. Sus ojos, enrojecidos por las noches sin dormir, estaban fijos en la pantalla de su computadora, donde las redes sociales se inundaban con acusaciones, insultos y juicios públicos. Las imágenes de los asesinatos de los Estrada y los videos filtrados de Adrián orquestando todo estaban destruyendo la reputación de su familia, y no había manera de controlar la tormenta.Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.—Adelan
Adrián estaba sentado en su despacho, observando el horizonte con el ceño fruncido. Desde lo alto de la torre, la ciudad parecía tranquila, pero debajo de esa fachada de calma, todo se estaba desmoronando. Las acciones del Grupo Alarcón caían en picada, y los medios de comunicación no dejaban de hablar sobre los escándalos, las muertes y los videos filtrados que vinculaban a la familia con oscuros crímenes.Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Adrián había sentido este tipo de nerviosismo. Siempre había controlado todo, cada detalle, cada paso en su carrera. Pero esta vez, algo estaba fuera de lugar. Alguien había logrado lo impensable: filtrarlo todo, ponerlo en el centro de la tormenta sin su conocimiento, sin su permiso. Y lo peor de todo es que no tenía idea de quién era.Golpeó la mesa con el puño cerrado, frustrado. Su calma exterior no era más que una máscara; por dentro, todo se tambaleaba.—Maldita sea —susurró entre dientes, mientras apretaba los puños sobre la
Aitana estaba sentada en su despacho, mirando a través de las grandes ventanas que daban hacia el jardín trasero. La mansión, antes vibrante y llena de vida, ahora parecía una fortaleza silenciosa. El peso de los últimos acontecimientos la aplastaba, y el vacío que sentía en su interior se hacía más profundo con cada minuto que pasaba. Tras la visita de Adrián, sabía que el tiempo se agotaba. Pero, aún así, no esperaba lo que estaba a punto de suceder esa noche.Las luces en la casa eran mínimas, apenas las necesarias para mantener la fachada de que todo seguía funcionando con normalidad. Aitana prefería la oscuridad; en ella podía pensar con claridad. Había pasado las últimas semanas planeando la destrucción de una familia que representaba una amenaza para la organización, pero una parte de ella esperaba un milagro, algo que evitara más derramamiento de sangre. Aún tenía la esperanza de encontrar una salida.Mientras revisaba documentos en su escritorio, un sonido suave rompió el sil
Un año había pasado desde que Aitana Ferrer y Nicolás Valverde contrajeron matrimonio. A los ojos del mundo, parecían ser la pareja perfecta. Nicolás, un hombre serio y comprometido, conocido como el hombre más rico de la ciudad, era admirado por su éxito y su influencia. Aitana, una mujer dulce y dedicada, tenía una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Lo que pocos sabían era que Aitana era la hija del hombre más rico del país, aunque ella misma ignoraba su verdadero linaje debido a secretos que le habían sido ocultados desde su infancia.Sin embargo, bajo esa fachada de normalidad se escondía una verdad amarga: Nicolás no la amaba. Había aceptado casarse con ella por una única razón: cumplir el último deseo de su padre en su lecho de muerte. Su padre, un hombre cuya influencia en la vida de Nicolás había sido innegable, le había pedido que se casara con Aitana, asegurando que ella sería la esposa perfecta para él. Aunque Nicolás nunca comprendió del todo la urgencia detrás de