—¡Maldita! —maldijo Miriam, celosa.

Dado que Valeria no quería pelear con Miriam en la boda de otra persona, se dio la vuelta y se dirigió al baño. Al hacerlo, accidentalmente, vio a una pareja forcejeando al final del pasillo, antes de escabullirse a un cuarto de almacenamiento.

Si no estaba equivocada, el hombre era Israel, el novio de Susana, y la mujer era Miriam, que llevaba un vestido de dama de honor del mismo color que el suyo.

¿Qué hacían el novio y la dama de honor juntos el día de la boda?

Dentro del cuarto de almacenamiento.

—Israel, ¡me has decepcionado tanto al casarte a mis espaldas!

—Miriam, ¿qué haces aquí?

—Vine a ser la dama de honor, ¡pero nunca imaginé que el novio serías tú! ¡Con razón no has contestado mis llamadas últimamente!

—Miriam, aquí tienes una tarjeta con doscientos mil dólares, considéralo como mi compensación por romper. Haz tu papel de dama de honor y luego vete, ¡no causes problemas!

—¿Doscientos mil? —preguntó Miriam, tomando la tarjeta—.