Capítulo 5

A la mañana siguiente…

Manada Diamond.

Ares.

Quería estar bien con Valentina, mi hija está en una edad rebelde porque su loba interior no ha despertado, pero tiene ciertos síntomas presentes. Normalmente, las niñas, al cumplir su décimo cumpleaños, obtienen su loba y se convierten en señoritas. Valentina tiene síntomas hormonales más fuertes que el resto de las niñas, y es porque está mezclado su loba con su ciclo menstrual.

¿Cómo sé sobre eso? Mara me lo ha explicado durante diez años.

Quisiera que Valentina no tuviera que pasar por eso. Me refiero a tener que pasar por su despertar y desarrollo. Son dolores muy fuertes que me gustaría evitarle.

Katrina había regresado a la casa, pero esta vez en el desayuno, para poder hablar con Mara. Debía ser un tema urgente porque mi querida Marita, se iría de viaje en dos días. Tampoco sé qué haré con su partida, ya que sigo sin conseguir quién pueda cuidar de Valentina a tiempo completo…

O por lo menos mantenerla lejos de Katrina.

Ahora que lo pienso, mi hermano Velkan, siempre creyó que Katrina era mi luna y que el problema era que yo no la aceptaba, pero eso no era así. Simplemente mi lobo jamás la quiso como ella quería que fuera. Valentina también la rechaza y más que todo es por el aroma que la rubia desprende.

Ella olía a tierra de muertos, pero su belleza era impactante.

—Valentina, solo debes respetar el aroma de las personas. No puedes ir por todos lados diciendo que apestan o sabes sus intenciones. No todos somos iguales —le explico a mi hija, haciéndola que me mire mal—. Sé que también te incomoda Katrina, pero ella es quien más nos ha ayudado durante estos años. Tu tío Velkan, es quien la envió como apoyo para nosotros.

Sus ideas son fantásticas, por eso Ayla y él pelean algunas veces.

—Yo debo estar pagando algún castigo, papi —su voz es de indignación—. Es que ella es la que peor huele. Me desagrada que sea tan buena y sus olores tan asquerosos. Es horrible que su cara y voz sean como la miel, pero no termina siendo una abeja asesina…

Debo enseñarle que debe respetar tanto las decisiones de su padre como las de su tío. El hecho que tengamos un alfa en cada manada, no quiere decir que alguna de esas reglas deben romperse.

—Trátame bien, puede ser que me apiade de ti —la miro a los ojos cuando me como una tostada—. Soy un buen padre, cebollita, pero a veces te es difícil las discusiones entre Katrina y tu…

—Simplemente no la quiero cerca de ti, papi —sonríe tiernamente—. Trataré de ser más tolerante con respecto a ella.

Miente… ella no tolera nada con ella.

—¿Y Leah? —ella me ve con confusión—. ¿Qué te hizo pensar que ella puede ser la Diosa Luna y la mate de tu padre?

—Ella huele a dulces y no huele a mujeres mentirosas, que le cambia su actitud cuando tú apareces —sonríe—. Es horrible cuando sucede eso, pero me di cuenta de que estábamos entre seres humanos traidores.

—Se tolerante con Katrina, ella no se irá de aquí hasta hablar con Mara —le di una última advertencia—. Y se acabó el tema. Es hora de comer y no quiero tener un desayuno incómodo.

—Sí, papá…

Me reí porque de verdad la odia.

***

Valentina era difícil, pero no imposible. Es mi hija y puedo controlarla, pero a veces actúa como una niña malcriada.

Puede ser que sea mi culpa.

—¿Quién se quedará con Valentina mientras no estás? —Katrina pregunta—. No es mi culpa, yo no te pedí explicaciones de nada. Solo quiero saber —presiona sus labios—. ¿Cuándo te vas de viaje, Mara?

—En un día empiezan mis vacaciones —ve a mi hija, que la está ignorando—. Ares ha encontrado a la persona que se encargará de Valen.

—Pero qué delicada eres —se queja Mara—. Ares, vámonos, esta mujer carece de modales.

Veo como la sonrisa de mi hija se ensancha.

—¿Es en serio? —responde Katrina, fingiendo su alegría—. Me alegra muchísimo que pudieras encontrar a alguien para la niña.

—Sí, además de que no puedo tenerla sin que nadie la cuide mientras yo no estoy en casa —me mira mal.

—Estaba yo para hacerlo, Ares…

—Katrina… eso ya lo hemos hablado —respondo, con frialdad.

—¿Podré regresar a casa? —pregunta molesta, cambiando el tema.

—Sí, lo hablaré con Velkan para tu regreso —miro la hora—. Valentina, es hora de ir a clases y yo a trabajar.

—Vale, papi, pero que sea Mara quien me lleva al colegio —dice, tomando sus cosas.

—Vale, cariño —es mi respuesta.

Antes de todo esto, siempre fui el primero en avanzar y jamás fui cauteloso con los que son mis amigos, pero los años me han enseñado a que no debo confiar en nadie. Katrina es una buena amiga, pero simplemente, debo mantenerla alejada de mi hija. No podré estar tranquilo hasta que la vea en Rumanía, pero quiero creer que ella se mantendrá leal a sus principios y no le hará nada a los míos.

Una mujer herida es capaz de todo. Por eso le he dado largas a decirle sobre mi mate. No es miedo, pero debo tener a los míos seguros primero.

—Oh, antes de irnos, debes saber que papi ya tiene una nueva Luna —escucho a Valentina hablar—. Al fin te encontró a la Luna de nuestra manada y no eres tú.

Katrina estaba paralizada viendo con ojos de sorpresa a Valentina, cuando reacciona, se queda a mitad del pasillo que da a la salida de la mansión, mirándome con indignación.

—¿Es eso verdad? —me pregunta, de su cuerpo empieza a emanar la molestia y de sus ojos ira—. ¿Tienes una mate y no pensabas decírmelo? O sea, nunca me consideraste en ningún momento ni cómo amiga, Ares —admite.

Termino de ponerme la chaqueta, después de darle una mirada de reproche a Valentina.

¡Debió esperar a que yo lo dijera!

—Contigo lo hablaré después, Valentina —le advierto a mi hija—. Llévate a la niña al colegio, Mara.

Habíamos terminado con un desayuno muy bien y un inicio del día estupendo.

—Vamos, cariño —veo como Mara y Valentina se van de la casa.

—¿Pensabas decírmelo? —sus ojos estaban llenos de lágrimas—. ¡Tengo sentimientos, Ares!

—Quería decírtelo. No ahora, después. En su tiempo y momento, Katrina. Primero tenía que pensar algunas cosas y buscar la mejor manera de contarte las cosas sin lastimarte —es la única respuesta que le doy.

Y sí, es lo más sincero que puedo ser.

—¡No sabes cuánto te odio! —su respiración se acelera—. ¡Pagarás por mi dolor y por nunca considerarme!

—Siempre te consideré, Katrina. No de la manera que tú querías, pero nunca dejé de decirte que te veía como una buena amiga.

—Aceptaste todo lo de Velkan y mi amor por ti…

—No te equivoques. Acepté lo de Velkan porque es mi hermano, pero tu amor no. Siempre fui honesto con lo que sentía por ti. No confundas las cosas ahora, solo porque te sientes herida.

—Eres un maldito bastardo. Por eso te quitaron ser alfa de la manada más poderosa del mundo —escupe con odio.

—Y ahora soy el alfa de la segunda manada más poderosa del mundo —le señalo la puerta—. Debo ir a trabajar, por favor, sal de mi casa y no vuelvas a menos que sea a despedirte porque regresas a Rumanía.

Se va como alma que lleva el diablo de la casa y por experiencia con ella, va a buscar a mi mate para intentar desaparecerla.

Valentina, no sabes el problema en que nos metiste con la muerte.

Debo cuidar a Leah... debo cuidar a mi Luna de cualquiera que la quiera lastimar, y más, si es mi culpa. Ella es la Luna de la manada Diamond y no puedo perderla también. No pude proteger a Amelia y aprendí mi lección hace diez años, al verla morir.

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