Capítulo 2

Lucas invitó a Clara a su galería, un espacio pequeño pero acogedor que había creado con mucho esfuerzo. Al cruzar la puerta, Clara sintió que la creatividad la envolvía. Las pinturas en las paredes capturaban emociones intensas, y cada una parecía contar una historia que cobraba vida ante sus ojos. Colores vibrantes y sutiles sombras bailaban en las obras, creando un ambiente que la llenaba de asombro.

—Esto es increíble —dijo Clara, admirando una pintura de un paisaje marino que parecía moverse con la luz cambiante del atardecer—. Tienes un don.

Lucas sonrió, pero había un matiz de inseguridad en su expresión, como si no terminara de creerse el cumplido. Se pasó la mano por el cabello, una acción nerviosa que Clara conocía bien.

—Gracias —respondió, sonrojándose ligeramente—. Cada pintura es una parte de mí, una ventana a mi mundo interior.

Mientras recorrían la galería, Lucas comenzó a abrirse sobre su proceso creativo. Habló sobre sus luchas con la ansiedad, cómo a veces las sombras de su mente parecían opacar su arte, y cómo la pintura se había convertido en su refugio.

—A veces, siento que mis obras son más reales que yo mismo —confesó, su voz temblando al compartir esa parte tan vulnerable de sí.

Clara sintió una profunda empatía por él. Quería ayudarlo a ver que no estaba solo en su batalla interna.

—Tu arte es hermoso. Es un reflejo de tu verdad, y eso es poderoso —dijo ella, tocando suavemente su brazo. La conexión entre ellos se hacía más intensa, como si sus almas comenzaran a entrelazarse.

Se detuvieron frente a una pintura oscura, llena de tormento y caos. Clara podía ver el dolor en cada trazo, como si la tela misma respirara el sufrimiento de Lucas.

—Esta es mi lucha —dijo Lucas, señalando la obra—. A veces, siento que estoy atrapado en un torbellino de emociones, y la pintura es la única forma en que puedo expresarlo.

Clara se acercó, sintiendo la tristeza en su voz. Su corazón se apretó al ver la lucha que llevaba dentro.

—Es valiente de tu parte mostrar tus miedos así. No todos tienen el coraje de hacerlo —respondió, tratando de ofrecerle consuelo.

Lucas la miró, y por un momento, el mundo exterior se desvaneció.

—Gracias por entender —dijo él, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y vulnerabilidad. En ese instante, Clara comprendió que había algo profundamente hermoso en la fragilidad de Lucas.

Pasaron horas en la galería, hablando de sus sueños, sus miedos y sus esperanzas. Clara se dio cuenta de que, aunque Lucas llevaba una carga pesada, había una luz en él que no había visto antes. Era como si, al abrirse, también le estuviera permitiendo a Clara entrar en su mundo.

A medida que el sol comenzaba a ponerse, llenando la galería de una luz dorada, Clara sintió que su propio corazón se llenaba de determinación. No solo quería ser parte de la vida de Lucas; quería ayudarlo a encontrar la libertad que tanto anhelaba.

La conexión entre ellos creció. Las conversaciones se hicieron más profundas y las risas, más abundantes. Sin embargo, la tensión entre Clara y Lucas se hizo palpable. Una noche, mientras caminaban por la playa, Clara decidió que era hora de abordar lo que ambos sentían. Las olas rompían suavemente en la orilla, y la brisa marina acariciaba sus rostros.

—Lucas, creo que hay algo más entre nosotros —dijo, su voz apenas un susurro, mientras miraba el horizonte.

Lucas se detuvo, mirándola con seriedad.

—Yo también lo siento, pero… tengo miedo. No quiero lastimarte.

Clara sintió que su corazón se rompía. Las palabras de Lucas resonaron en su mente, como un eco de sus propios temores.

—No estoy aquí para escapar. Estoy aquí para enfrentar lo que siento —respondió, sintiendo una mezcla de valentía y vulnerabilidad.

Ambos se miraron, y Clara vio el conflicto en los ojos de Lucas.

—No estoy listo, Clara. A veces siento que mis demonios son demasiado grandes.

Clara se sintió frustrada. Quería gritarle que no se dejara llevar por el miedo, que ella estaba dispuesta a enfrentar cualquier cosa por él. Pero sabía que no podía forzar a Lucas a abrirse.

—Entiendo que sientas miedo —dijo, tratando de mantener la calma—. Pero también creo que el amor puede ser la respuesta a esos miedos.

Lucas se apartó un paso, como si las palabras de Clara le hubieran dado un empujón hacia atrás.

—No sé si puedo corresponder a tus sentimientos. He estado tan perdido en mi propia oscuridad que no quiero arrastrarte conmigo.

Clara sintió una punzada de dolor.

—No me arrastras, Lucas. Quiero estar aquí contigo. Pero necesito que me dejes entrar.

Con un suspiro, Lucas se pasó la mano por el cabello, su frustración evidente.

—No sé si estoy listo para eso. Tal vez deberíamos darnos un tiempo.

Clara se sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago. La idea de alejarse de Lucas era desgarradora.

—Si eso es lo que necesitas, lo haré —respondió, sintiéndose derrotada.

Mientras se alejaban, Clara sintió que una parte de ella se quebraba. No sabía si podría seguir adelante sin él, pero sabía que no podía forzar a alguien a abrir su corazón. Esa noche, se fue a casa sintiéndose más sola que nunca, su mente llena de preguntas sin respuestas y su corazón desgarrado por el amor que anhelaba.

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