Capítulo 325
Cuando sus miradas se encontraron, Dafne sintió la ardiente temperatura en los ojos del hombre y su corazón dio un vuelco.

Hans rodeó la cintura de Dafne y le preguntó:

—Regresa a casa conmigo, ¿de acuerdo?

Solo les quedaban catorce días juntos y él no quería que ella desperdiciara ese tiempo con personas irrelevantes, por ejemplo, aquel David que estaba fuera de la puerta…

—Dafne, ¿estás en la habitación?

Dafne estaba en el baño y le respondió:

—¿Qué pasa?

—Estamos planeando hacer un paseo en bicicleta por la costa para disfrutar de los paisajes marinos. ¿Te gustaría unirte?

El aliento cálido de Hans cayó sobre su oído. Él besó su oreja y la indicó con su voz ronca:

—Recházalo.

Su respiración era como hormigas que se colaban en sus oídos, causando una leve comezón. Sus orejas eran muy sensibles, y esa ligera comezón se extendió desde sus oídos hasta cada parte de su cuerpo, como si la hubieran electrocutado. Aunque Hans no había hecho nada en realidad, esos pequeños movimientos ya era
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