Cuando sus miradas se encontraron, Dafne sintió la ardiente temperatura en los ojos del hombre y su corazón dio un vuelco.Hans rodeó la cintura de Dafne y le preguntó:—Regresa a casa conmigo, ¿de acuerdo?Solo les quedaban catorce días juntos y él no quería que ella desperdiciara ese tiempo con personas irrelevantes, por ejemplo, aquel David que estaba fuera de la puerta…—Dafne, ¿estás en la habitación?Dafne estaba en el baño y le respondió:—¿Qué pasa?—Estamos planeando hacer un paseo en bicicleta por la costa para disfrutar de los paisajes marinos. ¿Te gustaría unirte?El aliento cálido de Hans cayó sobre su oído. Él besó su oreja y la indicó con su voz ronca:—Recházalo.Su respiración era como hormigas que se colaban en sus oídos, causando una leve comezón. Sus orejas eran muy sensibles, y esa ligera comezón se extendió desde sus oídos hasta cada parte de su cuerpo, como si la hubieran electrocutado. Aunque Hans no había hecho nada en realidad, esos pequeños movimientos ya era
Una sensación de masculinidad envolvía a Dafne, mientras Hans desabrochaba lentamente los botones de sus vaqueros, agarraba su cintura y su mano se adentraba poco a poco.El rostro de Dafne estaba completamente pálido y lo miraba fijamente con ojos húmedos, como si lo estuviera acusando en silencio.Él se burló con una leve sonrisa en su oído y dijo:—Dafne, no me mires así, me hace sentir como si me consideraras un bandido.Pero esa era la verdad. Su voz era profunda, con un toque de ternura, pero detrás de esos ojos profundos había una agresividad fría y feroz.Dafne era su presa. Tal vez, en el pasado, todavía tenía la paciencia de jugar un poco con ella. Sin embargo, aparentemente, el cazador había perdido toda su paciencia. Sin importar si ella estuviera dispuesta o no, cuando él la quisiera, ella tendría que dársela. Las lágrimas no servirían de nada.Temblando involuntariamente, Dafne le preguntó:—¿Podemos hacer esto otro día? No quiero hacerlo aquí.Quería ser más preparada, i
Ella sintió una gran vergüenza y su rostro se puso rojo por completo. Sin embargo, en comparación con la vergüenza que sentía, tenía más miedo de que Hans le hiciera las acciones excesivas…Al ver la obediencia de Dafne, Hans se veía muy satisfecho, y, con una sonrisa contenta, colgó la llamada con calma.***En la villa, Darío se quedó aturdido en su lugar, sin moverse. Escuchó la voz de Dafne. Sus gemidos fácilmente lo hicieron entender algo.Hans le dijo por el teléfono que, él asistiría a su boda junto con Dafne. Darío entendió perfectamente lo que Hans realmente quería decir. Al principio, quería enviar una carta de invitación individual a Dafne, pero ya no parecía necesario ahora. Dafne no era ni siquiera su amiga, era solamente la novia de su mejor amigo. Él no tendría el derecho ni de invitarla a asistir a su boda.Sandra entró en la habitación con varias cartas de invitación de varios diseños y le preguntó a Darío:—Cariño, ¿cuál de estas cartas de invitaciones te parece mejo
Sandra le entregó la foto y un encendedor a Darío. Darío no los aceptó, en cambio, frunció el ceño mientras la miraba con una pizca de irritación:—¿Es eso necesario? Es solo una foto.Sandra soltó una risa amarga y pálida. Insistió tercamente:—Sí, es solo una foto, ¿por qué dudas?Según lo que él decía, era solo una foto, y si la quemaba, ella dejaría de discutir con él. Pero ¿por qué... simplemente se negaba a hacerlo? Ella estaba embarazada, quería quedarse a su lado, quería estar cerca de él. Sin embargo, Dafne ocupaba todo su corazón, y mientras no la sacara de ahí, ella no podría entrar en su corazón.—Sandra, esto es solo un apego. Sabes que Dafne y yo somo alumnos de la misma universidad. Realmente no hay nada especial entre nosotros. No pienses demasiado en eso, ¿de acuerdo? Quemar la foto me parece una acción que nos traerá mala suerte. Te prometo, la guardaré en un cajón encerrado y nunca volveré a mirarla, ¿de acuerdo?Él creía que Sandra dejaría de insistir porque él habí
Darío frunció el ceño. Miró a Sandra y preguntó confundido:—¿De verdad quieres cancelar nuestra boda solo por una foto? Sandra, siempre has sido sensata, ¿por qué de repente te has vuelto tan caprichosa como Inés?Sandra se sintió ridícula y respondió:—Todavía faltan dos semanas para nuestra boda. Solo te pedí que quemaras una foto. ¿Crees que eso es un capricho?—Por que no es necesario —dijo Darío fríamente.Se dio la vuelta y dejó la habitación rápidamente. Al abrir la puerta, vio a Inés. Habían estado discutiendo en voz alta y Inés los había escuchado.Ella echó un vistazo a Sandra, que estaba parada en la habitación, y se burló:—¿Quién te crees que eres para pedirle que queme la foto? Mírate, ¿qué te hace pensar que eres digna de ser su esposa?Darío estaba conteniendo su temperamento, a punto de explotar, e Inés seguía echando leña al fuego, lo que lo irritaba aún más. Le gritó enfadado:—¡Cállate! ¡No es asunto tuyo!Inés se dio un sobresalto. Darío nunca le había gritado tan
Ella comió un caramelo y sacó su maleta para recoger sus cosas.Después de terminar la relación con Darío, naturalmente, no podría quedarse más en su casa. Dio un recorrido por esa habitación con su mirada. Ella elijo el estilo de decoración por sí misma, y todas las cosas en esta habitación eran cuidadosamente seleccionadas por ella. Sin embargo, ella no tenía la caradura para seguir viviendo aquí, recibiendo el odio de Darío.***Después de terminar empacar sus cosas, Sandra cogió su maleta y salió de la habitación. Inés estaba en la sala de estar en la planta baja, y al verla así, se sentó en el sofá y se rio con malicia:—¿Crees que si te vas de casa, Darío se rendirá?Sandra no quería desperdiciar el tiempo explicándole la cosa. Ya que había terminado con Darío, no tenía la responsabilidad de complacer a su hermana. Solo dijo:—Piensa lo que quieras.Inés se rio con desdén:—Te sugiero que dejes algunas cosas importantes, como tu identificación, para tener una excusa para volver y
El sonido de las olas de afuera se hacía cada vez más fuerte y Dafne se sentía aún más inquieta. Instintivamente, rodeó el cuello de Hans con los brazos y respondió suavemente:—Hum…Hans la abrazaba tranquilamente y empezó a decir su chiste con voz profunda:—Había una vez, una princesa fue capturada por un gran demonio. El demonio le decía: “Puedes gritar, nadie vendrá a salvarte.” La princesa gritó a todo pulmón, y luego “Nadie” vino y le dijo: “Princesa, voy a salvarte.”—Jaja…Al escucharla reír, Hans la miró y preguntó:—¿Te pareció gracioso?Dafne levantó un poco la cabeza para mirarlo y dijo:—¿Ese es el único chiste que tienes? Está muy trillado…—Pero te reíste a pesar de eso —dijo Hans en tono de bromear.Después de siete años, finalmente logró hacerla reír, y todo gracias a un chiste malo... Si hubiera sabido eso, podría haber comprado un libro de chistes malos…—Dafne —Hans de repente la llamó seriamente.—¿Hum?—Mañana por la mañana, regresa a la capital conmigo, ¿de acue
Resultaba que ella nunca había considerado reconciliarse con él…Al ver que el rostro hermoso de Hans se ensombreció por completo, Dafne intentó explicar:—Además, con tu posición, no sería apropiado participar en este tipo de programas de televisión. No te haría ningún bien en tu reputación.El hombre soltó una risa fría:—Parece que te preocupas mucho por mí.Dafne no sabía cómo responder.—¿Realmente estás pensando por mi reputación o simplemente no quieres tener nada que ver conmigo? ¿O tienes miedo de que mi presencia afecte tu imagen pública y te impida recibir generosas donaciones de los fanáticos?Cuando una persona está enojada, a menudo dice cosas sin pensar. Hans también era así, perdía el control una y otra vez en asuntos relacionados con Dafne. Sin embargo, al escuchar esas palabras, el rostro de Dafne se empalideció rápidamente. Ella lo miró en silencio y soltó la mano que tenía alrededor de su cuello. Sin decir nada, se dio la vuelta y le dio la espalda, sin hacer ningú