Capítulo 127
Esperanza se emocionó cada vez más y comenzó a toser sin parar, atragantándose con la saliva.

Dafne, preocupada, le dio palmaditas en la espalda y le reconfortó suavemente:

—Nunca te abandonaré. Te quiero tanto, ¿cómo podría abandonarte? Espi, es mi culpa. Nunca hablaremos de este tema en el futuro, ¿de acuerdo?

En ese momento, Hans entró a la habitación desde afuera y dijo:

—Tu mamá y yo siempre estaremos contigo.

La voz tranquila y decidida del hombre fue como un fuerte tranquilizador para las dos. Al escuchar esto, Esperanza dejó de llorar de inmediato. Un poco atónita, Esperanza preguntó:

—Papá, ¿no estás mintiendo?

—No.

La niña hizo un gesto con la mano y exclamó:

—¡Papá, ven aquí!

Hans se acercó a la cama y la niña tomó las manos de ambos, luego las unió. Les enseñó con tono muy serio como si fuera una adulta:

—Entonces, ustedes dos hagan las paces, ¿de acuerdo? No peleen más en el futuro, ¿vale?

—Esperanza…

Dafne quiso decir algo, pero se detuvo.

Hans tomó la mano de Dafne en r
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