Brandon. Boston, 2024, calle Charles, edificio del apartamento de Brandon. Casi no podía creerlo cuando miré por la ventana de mi apartamento, para ver como la Lunática se bajaba de una moto que era definitivamente, el doble de grande que ella, dudaba que sus pies tocaran el suelo, cuando estaba subida en ella. No suelo ser de los que cuchichea por las ventanas a sus vecinos, la verdad es que prensaba que quién hacía ruido ene patío del edificio era la señora Carrigan. Normalmente me levanto más temprano los viernes, cuando estoy en casa, ya que es el día en el que la señora Carrigan va al mercado sobre las doce del mediodía, justo cuando reponen la mercancía en el mercado. No me gusta que venga cargada con las bolsas, pero hoy me despisté, tras limpiar la casa, y salir a correr esta mañana, antes de desayunar, pensé que, como era mi día libre, mientras esperaba que la señora Carrigan saliera a comprar, jugaría un poco con el único capricho que me he hecho en dos años,
Mackenzie. Boston, 2024, calle Charles, edificio del apartamento de Brandon. - “¡Maldito cerdo, musculitos de mierda! ¡Bájame ya, Vader Bombero, o te vas a enterar! Psicópata ciclado de mierda…”- los gritos, amenazas e insultos a medida que nos acercábamos al apartamento del Vader, iban subiendo de intensidad por mi aparte, mientras el me ignoraba, ni se inmutaba. Mis gritos hicieron que algunas puertas de algunos apartamentos se abrieran, y que salieran sus inquilinos para ver qué ocurría, al ver al Vader bombero cargándome en su hombro, mientras yo lo amenazaba de muerte, solo sonreían, y lo saludaban como si nada hubiera pasado nada. - “Buenos días, Jefe Hernández, ¿Ya acabaste tus setenta y dos?”- le dijo uno de los inquilinos con una sonrisa de complicidad, cuando nos encontramos en el pasillo, al llegar al piso donde estaba el apartamento del Vader Bombero. - “Ayer, Murphy ¿Nos vemos, esta noche en el bar de Cromwell?”- le dijo el Vader Bombero co
Brandon. Boston, 2024, Apartamento de Brandon. Solo prendía esquivar el golpe, y tratar de razonar con ella, y eso a pesar de que ese maldito olor que desprendía, a pesar de esa ropa que llevaba, la camiseta de asillas negra indecente, y los vaqueros ilegalmente estrechos, que ninguna ayudaba. La primera vez que la inmovilicé me cuidé, y mucho, de no apoyar mi cuerpo en el suyo, y no por dañarla, esa mujer era lo bastante fuerte como para soportar mi peso, el problema era que el tacto de ese cuerpo, con el mío podían provocar en mí, eran un problema muy grande, que no podía asumir, y menos en mi estado. Pero la explosividad de esta maldita Lunática no ayuda a que mi mente se calme y reaccione con tranquilidad, sin antes no acabar, al menos, con algunos moratones, o alguna lesión de moderada consideración. Justo por eso cuando unas malditas desafortunadas palabras por mi parte, ante la sorpresa que me produjo, el cambio tan extraño que había sufrido esta b
Mackenzie. Boston, 2024, Apartamento de Brandon. - “¿Qué se supone que estás haciendo, maldita estúpida Mackenzie?”- Recuerdo haberme dicho eso en algún momento, en que me perdí en las sensaciones que esos labios me provocaban, pero desde luego no tenían la fuerza suficiente, para hacer que el razonamiento lógico regresará a mí. Si tuviera que calificar la forma de besar de ese hombre, como hago con todo en mi lógica económica, en esa escala de valores a la siempre recurro para justificar mis actos, decididamente la forma de besar del Vader bombero, para mi nulo conocimiento, estaba en lo más alto de la pirámide, acompañado por los grandes expertos de todos los campos en han puesto a la humanidad, donde le corresponde. Esos labios podrían ser perfectamente utilizados como un arma de anulación de los sentidos, para conseguir aniquilar la voluntad de una mujer para resistirse, entre ellas yo. Lo peor de todo no era, que sintiera que no pudiera controlarme, lo p
Brandon. Boston, 2024, Apartamento de Brandon. - “Es muy atractiva tu novia, y tiene muy buen gusto”- me dijo la señora Carrigan desde que la lunática entró en mi dormitorio para hablar por teléfono. - “Déjelo ya, señora Carrigan, sabe perfectamente que no es mi novia, más bien es un puto dolor de cabeza, de esos que cuesta quitarte.”- le dije mientras la miraba. - “Pues es una lástima, esa pelirroja me recuerda mucho a mí, cuando era joven, y te voy avisando, si es la mitad de decidida que yo, sea lo que sea que haya entre ustedes, estas en serios problemas.”- me dijo la señora Carrigan. - “No si yo puedo evitarlo, maldita Lunática pelirroja, entrometida, y desesperante.”- pensé mientras veía como Estuco se dirigía a la puerta del dormitorio, y con sus patitas, trataba de que esta se abriera, al ver que no podía, simplemente se sentó, y me miró como esperando que yo le abriera la puerta, para ir detrás de esa loca del pelo rojo. - “Ni lo sueñes, traidor.”
Narrador. Boston, 2024, Mercado central de Beacon Hill. Nadie se sorprendió de ver una gran limusina aparcada, y con las luces encendidas, por fuera del Mercado ecologista de Beacon Hill, muchas familias ricas de la zona solían ir a pasear por el Mercado, y el parque que habían al final de la calle. Normalmente los choferes de las familias adineradas de la zona solían aparcar en el aparcamiento habilitado del mercado sus grandes vehículos por la amplitud del parking. Dentro de la limusina se encontraba acompañado de su marido, su jefe de escoltas y el otro chofer de la familia, una nerviosa y excitada señora O ´Sullivan que miraba con expectación la posible llegada de las personas que quería conocer. - “Dillon, al final ¿Están seguros de que la señora Hernández vendrá sobre esa hora al mercado?”- pregunto por tercera vez la insistente dama, a su jefe de seguridad. Tras su pregunta, y antes que Dillon pudiera contestarle, una sonora respiración de cansancio y hastió se oyó a
Narrador. Boston, 2024, Mercado central de Beacon Hill. Frente a ellos se encontraba una atractiva mujer de cincuenta y pocos años, o al menos eso parecía, vestida con un vestido que a la legua se veía caro, y de diseño, sus ojos eran de color verde claro, y su pelo era castaño oscuro, aunque ya se veía algunos mechones de cabellos plateados que daban un aspecto más juvenil. Junto a ella, estaba un hombre alto, de ojos también verde pero mucho más claros que la mujer que lo acompañaba, su pelo ya estaba encanecido, pero eso no le quitaba atractivo, al contrario, se le veía la ascendencia europea, quizás de Alemania, o el Reino Unido. - “Si, somos nosotros… Disculpen ¿Nos conocemos?”- les dijo Kiara sonriente. - “No, pero creo que les debemos una disculpa, por culpa de nuestra caprichosa hija.”- un gruñido bajo de disgusto salió de la boca de Sean, que no podía evitar que su vena paterna proteccionista saliera a luz. Como siempre su mujer lo ignoró. - “Nos presentaremos él es
Mackenzie. Boston, 2024, oficina de la CEO Torre central del Holding O ´Sullivan Park. - “Hay algo extraño en todo esto, Carlos revisa este contrato y la contabilidad sobre los Bungalows Arcoíris en Canadá. Tengo la sensación de que algo no está bien en los gastos con referencia a las ganancias.”- le dije a mi asistente después de revisar los últimos informes económicos que había recibido de uno de los complejos que habíamos abierto recientemente en el estado de Canadá. Carlos revisó el informe que yo le di sólo por encima, y como yo esperaba, enseguida detectó lo que a mí me parecía extraño. - “Es verdad están como infladas las cifras, algo no cuadra sobre todo lo que tiene que ver con los gastos y ganancias de las excursiones y el mantenimiento de los bungalows”- dijo Carlos, alentando mis sospechas. - “Necesito que averigües qué es lo que está pasando, antes de qué viajemos a Canadá el mes que viene, no me gustan las sorpresas, ni que me cojan despreve