Capítulo 0126: Sin una canción de cumpleaños. Bastante pasado del mediodía y con un hambre que ya les hace rugir el estómago, los gemelos llegan a la mansión sonriendo y preguntando por Lunara. —Me imagino que Lunara debe estar descansando… —le dice Blaine a su madre junto con un abrazo—. La muy l
Sabe que intentar escapar en este momento es inútil, por lo que se mete al baño y decide darse una ducha rápida para poder obtener las respuestas lo antes posible, y eso lo hará siguiendo las órdenes de la mujer cara de limón. Cuando se mira al espejo, se da cuenta que tiene un collar en su cuello
Capítulo 0126: ¡¿Qué carajos haces aquí?! Lunara tiene energía suficiente para escalar un árbol y saltarse a otro y otro repetidas veces, puede correr por tres horas seguidas sin cansarse y aún así luego podría irse a bailar con el resto de los lobos. Pero esto sencillamente la tiene al borde de l
—No me interesa —le dice ella con desgano. —A mí sí… imagina que el Rey se fijara en mí para que sea su nuera, porque es obvio que para esposa no… —Tú misma lo acabas de decir, ¿para qué encontrar guapo uno hombre que ya tiene su luna? Además, está muy viejo, podría ser mi padre —y ante el recuerd
Capítulo 0127: Eso eres y te aguantas El silencio que se ha formado en el corredor es tan impresionante que cuando el escolta pasa saliva al ver aquellos ojos grises brillando por la rabia y las lágrimas acumuladas, todos pueden oírlo. —¿Lunara? —pregunta él con nerviosismo. Pero antes de que ella
—¡¿Eras tú?! —le dice acercándose peligrosamente a él—. ¡El lobo que se escapó de mí! —Sí, pero lo hice porque… —¡Me gruñiste, tarado! ¡Me mostraste tus colmillos así! —ella hace un gesto gracioso y Oscar de verdad se reiría si no sintiera el peligro sobre él—. ¡¡Y dejaste que me secuestraran!! —
«Sin objeciones ni temores» A partir de ese momento nadie vuelve a cuestionar el que Lunara esté presente. El Rey ordena que se inicie el consejo y ella se sorprende cuando es Oscar quien da las palabras iniciales para comenzar. Cuando se sienta de nuevo, con una mueca de dolor, lo hace sin dejar d
—¿Tendré que trabajar con él? —pregunta ella molesta. —Sí y espero que esto sirva para que lo escuches, porque tú misma reconociste que una vez ya lo juzgaste sin hacerlo, no lo hagas de nuevo. —Pero, aunque entre él y yo todo quede claro… —mira a Oscar y él levanta la mirada—. No podemos tener na