Lord sintió que cada poro de su cuerpo entraba en efervescencia y lo único que pasaba por su mente era destrozar al hombre que estaba tocando a su mate y que la había puesto en ese estado. Gruñó tan fuerte que los que se encontraban a su alrededor se estremecieron y hasta la misma Luna sintió el dolor en los oídos.

El alfa estaba ahora mucho más allá de lo molesto.

-Suelta a mi mate- sus colmillos estaban completamente desenfundados y cualquiera que conociera la naturaleza de los lobos sabía que cuando uno estaba así lo próximo que haría sería matar.

Klaus aferró con más fuerza a Luna contra él y apretó más duro la boca de la pistola contra la sien de ella.

-Si te mueves o haces algo le vuelo los sesos- amenazó el hombre. Aunque no mostraba miedo era difícil ocultárselo a un lobo que podría detectarlo por el olor.

Y Lord hubiera atacado sin importar si lo herían en el proceso, pero no cuando Luna era la que estaba en peligro. Solo que esta vez no dejaría que se la arrebataran de su la