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Nadie se movió en el interior de la estancia, al menos no los humanos. Lord por su parte se acercaba a los dos que estaban sentados como un depredador y les gruñía de forma baja pero amenazante. Selena sabía que no debía acercarse en ese momento, algo la mantenía firme en su lugar y no sabía que era. Solo cuando el lobo se subió en la butaca de dos plazas frente a ellos y se dejó caer causando que esta crujiera bajo su pecho, la humana pudo respirar. Al menos no correría la sangre.

Ahora venía la parte más difícil. Explicar todo aquello. Y no sería fácil.

-Este… es mi perro. Es un poco grande- dijo ella con una sonrisa incómoda y no solo eso, una gota gruesa de sudor corría por su sien.

Los dos hombres la miraron incrédulos. De lejos se notaba que no era para nada un perro, sim embargo, más que estar impresionados por el animal, parecían nerviosos, y más ahora que este solo los miraba desde su posición.

Selena se acercó y se sentó en el pequeño espacio que quedaba del mueble junto al
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