Mientras buscaba, Mat se dio cuenta de que tenía que actuar con cuidado. No quería causar más daño del necesario, pero también sabía que su supervivencia dependía de encontrar un nuevo cuerpo pronto. Con cada segundo que pasaba, su forma etérea se debilitaba más y más, y sabía que si no encontraba un cuerpo pronto, podría desvanecerse por completo. Con esa preocupación en mente, Mat continuó su búsqueda, esperando encontrar un cuerpo adecuado antes de que fuera demasiado tarde. De repente, su mirada se posa sobre un joven de una belleza deslumbrante, y un recuerdo se agita en su mente. Sin darle lugar a la duda, se desliza dentro de él, llenándose de una energía vital pura y vibrante. Guiándolo, lo dirige hacia la residencia del Alfa. Cruza el umbral hasta el despacho, donde ve el beta Amet, rodeado por una maraña de libros abiertos como era su costumbre, levanta la mirada al percibir su presencia.—Arcano, ¿qué viento te trae por estos lares? —pregunta Amet con curiosidad.—Necesito
El silencio se apodera de la sala de justicia, un silencio tan profundo que parece que el tiempo mismo ha dejado de existir. Los dioses se miran entre sí, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad, sorpresa y asombro. El aire está cargado de tensión, como si todos estuvieran esperando a que caiga el otro zapato. Las tres diosas, Hathor, Bastet y Sekhmet, se mantienen en el centro de la sala. Sus ojos brillan con un brillo travieso mientras disfrutan del suspenso que han creado. Sus rostros reflejan una mezcla de satisfacción y anticipación, como si estuvieran saboreando cada segundo de este momento. La luz dorada de Ra ilumina la sala, su resplandor intensificándose a medida que su ira se disipa lentamente. Sus ojos se estrechan mientras observa a las tres diosas, su mirada penetrante como si estuviera tratando de leer sus pensamientos.El resto de los dioses observan en silencio, sus rostros reflejando una mezcla de emociones. Algunos parecen estar en estado de shock, incapace
Osiris en la sala de la justicia se puso de pie enseñando todo su tamaño y fortaleza, como una demostración de poder y respeto, pasó la mirada por todos los dioses desafiante, como un recordatorio para todos los presentes de la grandeza que encarnaba. Para volver a enfocar su atención en el poderoso Ra y responder con voz potente, clara y firme. —Poderoso Ra, solo hice la energía vital de mi hijo Horus ser compatible con la mía, para que mi humano y mi lobo lo aceptaran—, aclara bien fuerte para que no queden dudas Osiris. A medida que la conversación se desarrollaba, la tensión en la sala aumentaba. Las miradas de los dioses se movían entre Ra y Osiris, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y curiosidad. Algunos intercambiaban miradas de incredulidad, otros asentían en silencio, procesando cada palabra.—¿Solo eso?— interroga Thot —. ¿Entonces cómo puede sobrevivir? ¿Estás seguro de que no está muerto?—No lo está, no ha bajado al Duat. Debe existir otra explicación para e
El alma del lobo de Mat, atrapada en la esencia divina del Arcano que poseía, luchaba desesperadamente, su espíritu chocaba contra las paredes de su prisión etérea una y otra vez, pero no podía liberarse. Durante un momento, el lobo se tranquilizó, su mirada interna se volvió introspectiva. Buscó en las profundidades de sus memorias ancestrales, buscando una solución a su dilema. Finalmente, encontró lo que necesitaba: una antigua leyenda sobre el control del cuerpo a través de la esencia divina. Con un esfuerzo supremo, el lobo hizo que el Arcano despertara. Como estaba desmayado, pudo tomar el control de su cuerpo, moviéndolo con la gracia y precisión de un depredador. Guió al cuerpo del Arcano hasta el cuarto donde se encontraba el gran libro secreto de los Alfas Supremos. Con un rugido silencioso, hizo que el Arcano se transformara en un Alfa Supremo. El libro, respondiendo a la presencia del Alfa Supremo, se abrió ante él. Después de una búsqueda frenética, el lobo encontró lo
Jacking le sonríe a su hijo que lo mira realmente asustado por lo que acaba de suceder. Y le responde apresuradamente a la respuesta que le hace Horus.—No, hijo, no. Solo me hiciste duplicar —le explica como si no fuera nada ante la mirada de susto que tiene su hijo.—¿Duplicar? ¿Qué quieres decir con eso?— preguntó Horus sin entender.—Nosotros, como Alfas Supremos, tenemos ese poder,— explicó Isis. —Tú también lo tendrás cuando seas el Alfa Supremo. Pero, mi Alfa, ¿qué va a pasar con esa materia que salió de ti?—Nada, mi Luna. Regresará a mí después. Recuerda que Mat no está, buscará el alma de mi lobo y cuando no la encuentre, vendrá a mí,— explicó Jacking, deseando con todas sus fuerzas que su doble encontrara el alma de su lobo. —Hijo, tienes todos los grandes poderes de Horus, lo sabes. Nunca más nadie podrá burlarse de ti. Pero no vuelvas a hacerme duplicar.—No lo haré padre, yo no sé ni porque dije ese conjuro del cual ya no recuerdo nada. Horus observaba a su padre con p
Aunque el vampiro trató de disimularlo, su voz estaba llena de expectación y alegría. Hubo un breve silencio antes de que el primer vampiro hablara de nuevo. —¿Crees que puedas acabar con todos ellos?—Estoy seguro, ahora vayan. Yo trasladaré al rey vampiro a su palacio. Esperaré por ustedes allá.—Pero allá están casi todos los vampiros demonios —objetó el segundo vampiro.—¿Están seguros?—Mat frunció el ceño.—Sí —contestaron al mismo tiempo y pasaron a contar lo que había acontecido. Después de atacar al rey vampiro y de que él lograra esconderse en su sarcófago, lucharon entre ellos. Empezaron a morderse unos a otros para succionar la sangre del rey, pero fueron evaporándose todos. Mat enseguida comprendió lo que había pasado, ante la mirada incrédula de los dos vampiros que le preguntaron el motivo de que eso hubiese sucedido.—¿Por qué dices eso? —preguntó el primer vampiro, con curiosidad.—La sangre del rey vampiro es muy poderosa, él tiene que procesarla antes de darla a
La luna Isis, se dirige a la cocina, y le pregunta a la nana si los ha visto. Ella le informa que Horus es el único que lo ha hecho. Sale de nuevo al salón sin dejar de protestar. Diciendo en voz alta que esas niñas, no sabe cuando van a regresar a tiempo del instituto. —Estaban con los demás chicos mamá —le dice Horus, al escucharla y se dirige a la cocina, se sienta en la mesa dispuesto a comer, seguido por ella— creo que iban a ir a casa del tío Amet.—Esa idea, de irse a estudiar lejos, no me gusta para nada —sigue hablando la Luna preocupada.—Mamá, debemos de conocer el mundo antes de casarnos —le recuerda Horus sin dejar de comer todo lo que le pone la nana delante.—No sé por qué sus mitades no aparecieron a los dieciséis años como a nosotros —sigue Isis protestando y diciendo cosas frustradas. Horus la deja, sabe que es que está preocupada y asustada por que el lobo de su padre Mat no ha regresado después que ha transcurrido tanto tiempo. Todos los están, la manada se si
Exclamó eufórico mostrando el libro ante la cara estupefacta de la luna Isis que no entiende el entusiasmo de su beta, por ese hecho, pero no le dice nada, sonríe y le contesta con suavidad.—Ya lo puedo ver Amet, veo que eso te hace feliz —vaya, sí que estaba preocupado por encontrar ese libro, piensa Isis sin dejar de observarlo.—¡No mi Luna, el libro no! —aclara rápido Amet al ver que ella no entiende porque él no se ha sabido explicar antes. —¡Me refiero a lo que tenemos que hacer para que Mat regrese! La Luna Suprema se queda mirando a el beta Amet como si no entendiera o hubiese escuchado lo que éste le acaba de decir. Llevan tantos años todos en la manada intentando encontrar en modo de hacer volver al lobo del Alfa Supremo que le parece imposible eso que acaba de decir el beta Amet, pero algo en cómo le brillan los ojos hace que su corazón comience a saltar acelerado con la emoción y la esperanza de que sea verdad. Por eso casi con un hilo de voz esperanzado pregunta. —¿Qu